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Gestión de proyectos
7 de julio de 2025

Gestión de proyectos

Llega el verano; llegan los planes; llegan los viajes. Se me hace complicada esta época, especialmente siendo el primer verano desde hace 10 años en el que tendré más de dos semanas de vacaciones. Entre las incógnitas por donde trabajará Liv y qué puedo hacer entre unas cosas y otras, me voy al final el mes de agosto entero y no me verán el pelo hasta septiembre. Cuatro semanas completas, sin aparecer, por fin.

Todo ha sido bastante improvisado. Llevo arrastrando un renqueante burnout desde hace tiempo, y este año no ha dado un respiro. He estado tomando Xanax y sufriendo con mi curro muchísimo, incluso estando en un entorno de ritmo caribeño que no promueve el stress. Pero hay otras movidas como la insatisfacción laboral o el aburrimiento que también influyen, y, en corto, necesito parar. Mi plan es ir a España dos semanas al menos: ver la herencia, tirarme a la bartola, disfrutar de la madre naturaleza, visitar amigos y reconectar con mi españita querida. Eso ya lo tenía pensado. Pero aun tengo dos semanas por llenar. Por ello, con Liv no sabiendo cuanto puede cogerse vacaciones o trabajar en remoto y yo con esas dos semanas por gastar, he mirado en lo más profundo de mi y me he preguntado ¿qué haría mi yo de 18 años si pudiera tirarse dos semanas en algún sitio haciendo lo que quiera? y la respuesta del cielo ha sido: interrail.

Coger un vuelo solo es interesante si eres un niño de 8 años autista obsesionado con ellos. La experiencia se ha desvirtuado tanto que eso que antes buscaba, ahora lo evito. Elegir la maleta más pequeña, llevar cuidado con el peso, pagar por llevar algo mínimamente usable para una semana o pagar un extra por tirarte un pedo... es un chiste en si mismo. Y este año, a raíz de una conversación con un amigo que me explicó como viaja por Europa solo en tren, me decidí a planear mi primer interrail. Primero me planteé ir a algún sitio y usarlo como excusa para ir a España a pasar dos semanas de vacaciones. Sin embargo, rápidamente me di cuenta de que podía usarlo para hacer un interrail de verdad.

Después de ver las diversas guías de la web oficial de Interrail, me decidí por una que no fuese muy loca o me alejara aun mas de España, y me iré de vuelta por los alpes antes de bajar por Francia hasta Barcelona y luego Valencia. Es una vuelta interesante, rural, montañosa pero preciosa. Me llevaré mis cámaras, mis botas de hiking, mis tapones para los oído preferidos y haré todo lo posible para no acordarme de nada del trabajo ni de Bruselas. Desconectar completamente, aunque la planificación está siendo un poco compleja.

He tenido que desviarme de mi plan inicial varias veces. Recortar ciudades, acortar tiempos, revisar conexiones, establecer una ruta determinada, reservar hostels... y aun me quedan muchas cosas: comprar el pase de interrail, reservar los trayectos, comprarme una mochila-maleta que sea suficientemente grande pero sea reusable para otros viajes y no muy dañina para el medio ambiente... al final tras mucho pensarlo me voy el cuatro de agosto y estaré en los alpes hasta el 12. Luego dos noches en Barcelona, dos noches en Valencia y dos semanas en el pueblo. Gestiones, gestiones, gestiones...

Si bien mi idea era volver de nuevo a Bruselas en tren, hay algo con lo que no contaba: cuando volvamos seremos tres. Y no, Liv no está embarazada, pero nos traeremos un gatito del campo de mi madre con nosotros. Y por eso, aunque me hubiera encantado volver en tren a Bruselas, tendremos que volver en avión. Con lo que odio yo el avión.

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La otra racha
30 de junio de 2025

La otra racha

De una a otra. De dis partidos ganados a tres partidos perdidos. De buenas sensaciones pero malos resultados. De luchar durante nueve horas para no ganar ni un partido. Así de mal. Así de incongruente. El miércoles jugué durante tres horas y cuarenta y cinco minutos. No sirvió de nada. Perdí 6-4/5-7/6-1. Remonté y me hundí en el tercero. Que daño me hizo esa derrota. Aún sin seguridad en los golpes, sin moverme bien, sin atacar, sin morder… cuarto o quinto día seguido sin la seguridad que tenía antes de comprar las raquetas nuevas. Pensando que tenía algún trastorno neurologico. Empezamos a las 20:45 y terminamos a las 0:30. Una barbaridad. Y perdí. Mi contrincante celebrando mis errores, con un juego limitadísimo pero que no podía contrarrestar por un saque terrible y una falta de ataque completa. Casi me echo a llorar. El siguiente partido más de lo mismo, al menos durante set y medio. Perdí el primer set fácil, 6-1 creo. Y el segundo set remonté un 5-2 gracias a un detalle del que me percaté. El overgrip que no tenía puesto. Fue un cambio completo. Pero muy tarde. Forcé un tercer set en el que tuve que remontar un 5-1 y acabé perdiendo por 6-4 tras levantar dos bolas de partido. Y, finalmente, la derrota que más dolió. Ya con el punto cogido y con la confianza, un rival de los que no dan nada. Mil dejadas, ningún tipo de juego pero siempre la pelota dentro. Perdí el primer set 6-1, desesperado con el juego de mierda de mi rival y con dolores de sobrecarga en el bíceps derecho por todo lo jugado, me levanté en el segundo set para ganarlo 6-3, y en el tercero empecé perdiendo 0-3 para ponerme 6-5 sacando para ganar y acabar perdiendo en el tie break. El tío me confesó que odia jugar así pero odia perder más. Y yo, desconsolado, habiendo jugado bien los dos últimos set y los tres últimos partidos me fui a casa con tres derrotas y nada bajo el brazo. Cancelé el siguiente torneo para recuperar y Dios dirá en el siguiente torneo. Que duro, joder.
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Gracias por todo, Chuck.
24 de junio de 2025

Gracias por todo, Chuck.

Se hizo la risotada. Se comieron frites. Se jugó al tenis. Se fue de despedida. Se fue de cumpleaños a Leuven. Se jugó a tenis otra vez. Se fue al cine. Se disfrutó con "The life of Chuck".

Un fin de semana de esos de estar en todos sitios. El viernes vimos a Pantomima Full, en Bruselas, en directo. Encima, super cerca, apenas en la cuarta fila. Y nos gustó y nos prometimos que volveríamos a reir con ellos. Muchos bloques, muchos muy buenos. Me quedo con el sketch pregrabado de "kinder bueno" y el podcast para divorciers. Aunque en general fue una pasada. La próxima cita con la diosa shiva de la comedia es el cuatro de julio con Taylor Tomlinson. Después de la cita con Pantomima Full, unas frites en Frit Flagey, las mejores frites de Bruselas, y un paseo hasta casa.

El sábado fue intenso. A las 10:30 estaba en las pistas de tenis de Anderlecht para jugar el segundo torneo de la temporada. Quería seguir manteniendo una racha del 50%, por lo que me obligo al menos a ganar el primer partido de todos los campeonatos que juego. Y la primera ronda fue: dura. Tanto por el chaval que me tocó como por el calor asfixiante del sábado. Pero se ganó. Después de una ducha rápida y un descanso aun más rápido nos fuimos a Parc Royale o Parc de Bruselas a pasar la tarde leyendo, haciendo fotos y demás. El tiempo acompañaba y estábamos cerca de nuestro siguiente destino.

Una fiesta de despedida. La gente de Royale, la casa donde viví año y medio y Liv dos años, es cada vez menos nuestra casa. La gente que conocemos se ha mudado muy rápido y los pocos que quedan se irán este verano o próximamente. Es triste. Pero nos dio la excusa para ver a algunos de ellos además de despedir a personas que dejan Bruselas de manera definitiva. La eterna historia de esta ciudad. Nadie está más de seis meses. Es una ciudad de paso, un punto de inflexión en tu carrera, un bache en tu vida o una aventura muy poco planificada. Pero muy pocas veces se convierte en tu hogar. Hay mucha literatura al respecto, pero es así.

En cualquier caso, después de cenar nos fuimos a Leuven. Teníamos un cunmpleaños al que acudir. Se dieron regalos, se bebió cerveza, se rio mucho, se contaron más chistes y cuando ya el cansancio se hizo de notar (yo llevaba un partido de tenis encima) se cogió el coche alquilado de vuelta y nos fuimos a dormir. Un sábado movido. Como el domingo.

Me desperté para descansar. He de decir. No hice nada hasta las dos y media cuando tuve que prepararme para jugar la segunda ronda del campeonato de Anderlecht. A las cuatro de la tarde empecé el partido y después de muchas dudas en el primer set y mucha comodidad en el segundo me aseguré seguir vivo hasta el miércoles.

Ducha en casa, cogí la cámara de nuevo porque aun quedaban unas exposiciones libres y me fui a dar una vuelta. Había quedado con Liv en el cine a las 9 así que me dediqué a tirar las fotos que quedaban, comprar comida para llevar y pasear hasta el cince Aventure. Hace un par de semanas decidí sacarme la tarjeta CineVille que me permite ver películas en varios cines independientes de Bruselas. Recomendadísima esta tarjeta. Casi tanto como "Life of chuck".

Una película preciosa. La disfruté muchísimo, me hizo rozar la lágrima en muchos momentos y era el tipo de película que necesitaba. Nada grandilocuente, nada pretenciosa, tan solo una película que se deja ver, tiene un mensaje sencillo y potente y es de esas películas que me las podría ver cada navidad. Voy al cine por películas como esta.

Un fin de semana intenso. El siguiente será de descanso. En cualquier caso: "Gracias por todo Chuck, por 39 maravillosos años".

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La racha
23 de junio de 2025

La racha

Es la primera vez que gano dos partidos seguidos individuales en mi vida. Y no sé como sentirme, porque no los he ganado como me imaginaba que ganaría partidos. Los he ganado con astucia, trabajo, paciencia y control. Todo lo que siempre me falta cuando jugamos partidos en los entrenamientos. Seguir todas las bolas, intentar cambiar mucho de altura, dirección, efecto... ser molesto, inaguantable, pesado... soy aquel en quien siempre me quejaba, el que las devuelve todas, el que no deja que nadie ataque, el hombre del mazo. Y ha funcionado. Dos veces ya. En lugar de ensimismarme e intentar golpear duro, arriesgado, al fondo, me he dedicado a jugar, a pasar bolas, a dejar que mi oponente se agote.

El primer partido se puso muy mal. Gané el primer set 6-2 pero con muchas dudas. No encontraba el ritmo, los golpes o la forma. Simplemente me dediqué a seguir jugando como pude: mal, con muchas dejadas, con mucho conocimiento, usando bolas profundas y cortadas a la derecha de mi oponente. En el segundo set me vi con mucha energía y me puse a fallar. Fallé tanto que perdí el segundo set 0-6. Un bagel. En el descanso del tercero me mentalicé y volví a ser un muro. 6-1. Espectacular. El tipo estaba cabreado conmigo, descontento, no sabía ni donde estaba. También le cansé, le moví mucho, a treinta grados, en el sol, al mediodia. Una tortura.

El segundo partido fue más sencillo. Empecé sacando fatal y con tres dobles faltas perdí el primer servicio después de haberle roto el saque a mi rival el primer juego. Eso sí, recuperé en seguida y acabé ganando el set 6-3. Mi rival intentaba pegar duro pero he de decir que me defendí como un jabato. Me puse el mono de trabajo de nuevo y saqué el set adelante. Intentó llevarme a la red (como mi primer rival hizo para sentirme incómodo en el primer set) pero no le salió bien. En el segundo set fue más de lo mismo pero encontré el saque y me sentí mucho más cómo con un set de ventaja. Qué fácil es hacerlo con un saque que funciona. 6-0. Funcionó todo, hasta cayó algún ace por el camino. Y mi rival no pudo sacar su juego. Algún punto interesante aquí y allá pero al final tiré del carro y me llevé el segundo set y el partido. Jugando mal. Terriblemente mal. Sin potencia, sin liftado, de vez en cuando algún golpe con intención, pero con poco plan. Pero jugar mal supongo que tira para adelante.

En tercera ronda me enfrento a un chico que parece que tira bastante. Juega interclubs, tiene buen ranking y es el seed número 2 de mi cuadro. Aquí la cosa sí que se va a poner dura y no creo que pueda hacer mucho. Intentaré poner lo mejor de mi, ser pesado, espeso, pegajoso, molesto... hay mucho juego mental también aunque sé perfectamente que no puedo seguir jugando así y que si funciona ahora mismo es porque estoy en el tier 6. En cuanto empiece a subir se irá todo al garete. Pero mientras dure...

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La rueda del capitalismo al menos tiene Netflix
19 de junio de 2025

La rueda del capitalismo al menos tiene Netflix

Es increíblemente complejo y extenuante vivir hoy en día. Cada vez que veo las noticias solo veo malas noticias. Cada vez que alguien me cuenta que está pasando en el mundo solo ocurren cosas terribles. Vivimos al borde de un cataclismo, de la tercera guerra mundial o de la inevitable extinción a expensas del cambio climático. El gran filtro se acerca. Nuestra civilización ha llegado al tope y casi parece inevitable la destrucción. Mis hijos no beberán café. Sus hijos lucharán por agua limpia. Los hijos de mis hijos serán los últimos en existir. La ansiedad que me provoca todo lo que está pasando es indescriptible. El mundo, si fuese una sitcom de comedia noventera, tiene malas críticas, un rating terrible y una audiencia menguante: se acerca su cancelación. Y aquí estoy. A pesar de todo. Aguantando el tipo. Sabiendo que personalmente no estamos tan mal. Que podría ser peor. Y me alejo de los problemas. Pongo distancia. Pienso en cosas que me hagan feliz. Pienso lo que me gusta hacer fotografía. Y lo que me gusta el tenis. E ir al cine. Y disfrutar de mis amigos. Pienso en la suerte que tengo de poder disfrutar de estos placeres. Hago una suerte de ritual de gratitud centrado en el arte, el ocio y la gente que quiero y aguanto una semana más. Porque sin arte ya me habría hecho terrorista o me habría muerto. Porque la rabia también está presenta. La rabia de las injusticias, los bombardeos y los inocentes muertos. La rabia por las megacorporaciones que se salen con la suya día sí y día también. La rabia de que dejar de trabajar por burnout me acerque peligrosamente a la indigencia. Porque no es justo. Pero puedo leer, evadirme y hacer fotos. Puedo intentar cambiar las cosas de mi realidad a nivel local. Hacer voluntariados, tirar hacia delante. Hacer fotos, un día más. Ver una película, este finde no me mato. Y así, hasta el siguiente telediario. En una rueda en la que si no hay cultura, yo me bajo.
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Fiestas, raquetas, brocantes y protestas
16 de junio de 2025

Fiestas, raquetas, brocantes y protestas

No creo que haya lucha más justa que la lucha palestina. No conozco a nadie con humanidad que defienda a Israel. Ni siquiera a mi amigos Shafik, Israelí. Creo que es una lucha justa, necesaria y digna. Y, pase lo que pase con Gaza, el West Bank y, en general, con la causa palestina, nunca dejaré de estar a su lado. Cualquier concesión a Israel es una concesión al mal más perverso e inhumano. Y, ahora, hablemos del fin de semana.

Llevaba tiempo sin salir de fiesta y este fin de semana lo hice dos veces. El viernes fuimos a casa de mi amigo Ajay, daba una fiesta de esas de las que se ponen a cantar canciones y montan básicamente una Jam session. Estuvo guay, el ambiente era un poco... no era lo nuestro. Por lo que a las 2 estabamos en la cama recogidos. No fue nuestra noche, pero nos lo pasamos bien igual.

El sábado por la mañana se descansó. Liv se levantó regular, un catarro de esos, y yo me levanté con energía pero con una tarea: comprarme, después de un año planeándolo, dos raquetas nuevas. Con la de ansiedad que me provoca hacer estas cosas, me armé de valor, fui a la tienda en bus (estaba lejísimos) y compré las raquetas. Para llegar tuve que esperar casi treinta minutos para cuadrar los buses y demás. Para volver otros tantos. Pero para comprar dos raquetas nuevas tardé unos 3 minutos. Y dio tiempo para crearme una ficha de cliente.

Por la tarde teníamos open air en Congress, muy cerca de donde vivíamos. Liv se retiró por precaución. Yo me lancé a la piscina con compañeros de Royale y Juliette, una amiga que conocí en el primer año de neerlandés. Tras una cola de cuarenta minutos para entrar en los que se bebió, se fumó y se meó, entramos y se nos hizo de día. Uno de los open air más guapos e interesantes en los que he estado. La energía era espectacular, los DJs estaban poniendo temazos y Miss Kittin estaba haciendo un B2B con un pavo que no conocía pero con el que se pasaban el micro para poner vocales en directo. Un live o semi live o lo que sea tremebundo. Se pasó de locos, mis dieces a la organización, los numerosos baños y a todo el mundo. Que bueno, joder.

Después del buen rato (la cosa acabó a eso de las 10) nos fuimos a cenar a Royale donde cenamos Keufté para reponenernos aunque yo me fui a dormir directamente. Al dia siguiente tenía una cita con la fotografía analógica.

El gear que se mostró el domingo en la Brocante de Mori Film Lab fue guapa. Llegé poco más allá de las 11, tan solo una hora después de que abrieran y ya sabía por los stories de Instagram que la gente estaba a tope. Se llevaron las dos cámaras que había visto en los sneak peak días antes así que me lancé a por las ópticas y las rarezas. Compré dos Polaroid Land Cameras (la 103 y la EE44) que sé que no voy a usar en mi vida (son carretes peel off y ya casi no se producen y los que se producen cuestan 100€ las 8 exposiciones), dos ópticas 50mm M42, una point and shoot Mondicolor AF, una funda, un disparador y un tanque para un carrete. Buena compra.

De la brocante me fui corriendo hasta Royale porque esa tarde nos uníamos a una protesa pro-palestina. Hice muchas fotos (obviamente) que hoy mismo he revelado pero que, lamentablemente, aun no puedo enseñar o hacer nada porque no tengo los medios para ello. En otro momento. Y si quieres saber como me siento sobre este conflicto, vuelve a leer el primer párrafo.

Ah, después de la protesta hicimos Yoga en casa de Pablo. Pablo te quiero.

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Hikes, tertulias y migrañas
11 de junio de 2025

Hikes, tertulias y migrañas

Se ha hecho EL HIKE. Cincuenta kilómetros, lloviendo intermitentemente, más de kilómetro y medio de desnivel (lo que equivalen a quince kilómetros extra) y en el que acabamos con dolores, cansancio y una sensación de plenitud espectacular. Valió la pena, pero a qué precio. Hoy he tenido que ir al fisio a que me diga si tengo desgarros musculares en ambos cuádriceps del dolor que tengo estando a miércoles. Pero parece que no.

El sabado se hizo el hike, del que he hablado en una entrada hoy mismo. El domingo, con las agujetas, la imposibilidad de andar mucho y la acumulación de eventos deportivos para españoles heteros decidí descansar mientras Liv se iba a luchar contra el patriarcado. Conseguí arreglar la cámara desmontándola y gracias a gente de Reddit, videos de YouTube y manuales de instrucciones antiguos escaneados. Dios bendiga internet.

Estaba viendo el partido de Alcaraz (pintaba fatal en el segundo set) cuando Liv me dijo de ir a una tertulia filosófica a la que vamos alguna vez que se organiza los domingos. Me animé porque, de verdad, pensaba que Alcaraz palmaría en cuatro sets. En fin.

La tertulia estuvo debuti. Debatimos sobre la pregunta que planteó Liv ("¿Cual es la diferencia entre humanos y animales?). Fue ordenada, interesante, muchos puntos de vista acertados, alguno que otro pasado de vueltas o muy estanco, pero en general una experiencia muy positiva. Volveremos.

Nos quedamos a las cervezas de después y conocimos a otro español turbo capitalista, una estudiante de Yale que vive en Malinas durante un mes y un chico indio que le daba recomendaciones a la estudiante de Yale. La tertulia post-tertulia fue muy interesante. Estuvimos hablando de muchas cosas (yo discutí con el español en español obviamente) pero luego nos juntamos para debatir sobre "¿Es toda acción política?". Mientras Alcaraz había remontado y España estaba empatando. Llegamos a casa para ver cómo Morata fallaba (y yo avisé a Liv para que vea que es tradición saber que Morata va a fallar un penalti).

Al día siguiente tuve la migraña de mi vida. Me desperté con dolor de cabeza y no podía ni moverme. Deambulando por la casa me asenté en el sofá a cuarentaycinco grados y me quedé durmiendo un rato. Al despertar me encontraba mejor y me fui con Liv y un amigo al cine a ver la última de Wes Anderson. Demasiado Wes Anderson, demasiado larga y aburrida a ratos. No me gustó. Una lástima. Terminamos el día en Saint Catherine tomando cerveza y hablando. Se acadó el fin de semana largo. Y al día siguiente tocaba trabajar. Puta mierda.

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Estuve andando 50km durante 12 horas en la ciudad de Spa
11 de junio de 2025

Estuve andando 50km durante 12 horas en la ciudad de Spa

Aún no entiendo al cien por cien porqué hicimos la 50K. Cuando vi el evento en Facebook sabía que iba a ser duro pero pensé que sería manejable. El año pasado en Escocia ya habíamos hecho 50km en un día y, aunque habíamos acabado en el más extremo de los dolores, fue una experiencia increíble y queríamos repetir. En Escocia los paisajes fueron en muchos momentos preciosos, y lo que echamos en falta en aquella ocasión era naturaleza. En Spa, por lo que pude otear desde la página del evento, habría mucha naturaleza.

Spa es famosa por dos cosas: sus viejas y eternas termas (por las que llamamos a un Spa, Spa) y el circuito de Spa que se encuentra más al este a unos cuantos kilómetros. Es una ciudad en decadencia y que se nota que fue famosa hace mucho. Está llena de Spas aunque tiene dos que sobresalen sobre el resto, uno cerca del casino y otro en la cima de la colina que abraza el norte de la ciudad y al que se accede por teleférico.

El plan era el siguiente: la carrera empieza a las 7 de la mañana, por lo que nos toca hacer noche. Vamos el día de antes, dormimos, andamos los 50 kilómetros y nos volvemos a Bruselas. Un plan sin fisuras.

Cuando llegamos, dejamos las cosas en el hotel, nos damos una vuelta y decidimos comer patatas y croquetas en Chez Vinc'e. Las patatas están bien pero la croqueta de queso es la mejor croqueta de Bélgica. Es impresionante. Nos llueve mientras terminamos así que nos vamos corriendo al hotel a descansar. Dormimos en La Ville des Fleurs y nos encontramos con un hotel familiar, cercano, con una cama grande y cómoda, un baño completo y una sensación de comodidad y confort que nos acompañan toda la estancia. La persona que nos atiende en la entrada nos ha mostrado donde desayunar el día siguiente y como ir al polideportivo donde empieza nuestra ruta. Una señora entrañable.

A las 5:30 nos levantamos. A rastras vamos a la panadería que nos recomendó la señora con todas nuestras cosas. El café es meh pero el pain au chocolat y los cruasanes son espectaculares. Digno desayuno. Recogemos los bártulos y andamos los 1,7km hasta el polideportivo. Al llegar cogemos el dorsal, dejamos las cosas y nos preparamos para salir. Primero salen los corredores y a continuación lo hacemos los senderistas.

Mi research sobre el tema ha sido limitado en este punto. No había visto bien el mapa, sé que hay bastante desnivel y sé que la forma del mapa es de ocho pero tampoco había prestado mucha atención. Es andar, no puede ser tan difícil. Incluso me he traído una cámara para hacer fotos.

La ruta estaba dividida en creo 6 secciones. Entre cada sección había una parada para recargar agua, comer algo y descansar durante unos minutos o mear. Los primeros dos tramos los llevamos con mucha energía y mucho ánimo pero a partir del kilómetro 20 la cosa se pone compleja. Entre el kilómetro 20 y 30 la cosa se pone difícil. Mi cámara se rompe y un señor de un grupo que no para de pasarnos y luego pararse para que les pasemos nos toca las narices invadiendo nuestro espacio vital y entablamos un beef con ellos. También ha estado lloviendo intermitentemente aunque en estos kilómetros ha perdonado bastante.

La parada del kilómetro 30 la hacemos mientras hablamos de White Lotus. Las rutas de senderismo me gustan porque es una mezcla de meditaciones, hablar o debatir sobre cualquier cosa y contemplación a la naturaleza que nos rodea. Es una excusa perfecta para reconciliarse con la naturaleza y es buenísimo para la salud mental de cualquiera. En esta parada ya empezamos a reconocer a unas 10 personas con las que compartimos ritmo. Al fin y al cabo, nadie va especialmente rápido andando y con las paradas todos acabamos encontrándonos. Algunas personas se les nota cansadas. Nosotros también. 

Para entonces ya me he descargado el mapa y puedo ver que en el km 34-35 tenemos una subida bastante importante y preparo a Liv para ello. Cuando empezamos a subir, nos damos cuenta que el sonido de los bastones que llevan algunos nos molesta más que nada. El grupo con el que tenemos beef nos pasa y dejamos que más personas nos pasen. Buscamos urgentemente espacio entre los grupos para tener algo de paz mental. Empieza a llover. Mucho. La subida se complica con el barro para muchos y cuando caer un chaparrón significante y muchos se refugian nosotros seguimos porque mentalmente no podemos parar. El grupo con el que tenemos beef está parado de nuevo y les pasamos.

Cuando llegamos a la cima hay una parada en un refugio. En nuestra cabeza esta era la cuarta y última palabra. Consumimos mucha agua, comida, ositos de gominola y vamos al baño. Tenemos que aprovechar porque quedan 15km aun aunque ya hemos pasado lo peor. La lluvia amaina un poco y decidimos continuar después de la parada más larga con diferencia.

Este tramo es espectacular. Es un descenso de unos 3km bordeando un riachuelo mientras la lluvia cae y deja caer. Los colores beige, marrones, verdes y amarillos se entrelazan al borde del río. La humedad y la lluvia hacen que el descenso sea algo complejo pero quizás el cansancio también es un factor a tener en cuenta. Tenemos la suerte además de realizar el descenso totalmente a sola. Bajamos en silencio, como una procesión en honor a la naturaleza. Cuando llegamos al final hago una foto de la señal de la ruta para tenerla guardada. Volveremos.

Los siguientes kilómetros bordeamos un aeródromo cerca de Spa mientras nos damos cuenta de que el dolor y el cansancio han subido de intensidad muchísimo durante el descenso. Estamos doloridos. Las fuerzas escasean. Aun quedan 6km. Seguimos andando y dejamos la naturaleza para llegar al típico paisaje belga: caminos asfaltados a través de casas de campo.

Continuamos y acabamos en un camping de caravanas y bungalows en el que, por sorpresa, tenemos una última parada. Estamos tan cansados y el dolor se agudiza por momentos por lo que decidimos no parar más de dos minutos y continuar hasta el final. Dejamos el camping atrás y tenemos que subir una última colina. En ese momento las fuerzas vuelven y empezamos a pasar a gente. Tenemos unas última bala y la vamos a usar.

Cuando hemos pasado a unas 8 personas nos damos cuenta de que queda el último descenso hasta literalmente escasos cuatrocientos de metros de la meta. Este descenso es, de largo, el más complejo de toda la ruta. El desnivel es grande, el barro es abundante y las fuerzas vuelven a flaquear. Por momentos pienso que las rodillas me vencen y debo ir con mucho cuidado agarrándome a los árboles. Con cuidado, paso a paso, llegamos abajo y podemos volver a poner pies en polvorosa hasta el final.

El señor con el que tenemos beef nos pasa por última vez. Le dejamos pasar. Nosotros seguimos a lo nuestro. Mentalmente estamos cantando para ahuyentar el dolor. Bordeamos un lago, enfilamos los últimos metros y, de nuevo, encontramos al señor con el que tenemos beef parado, esperando a los suyos. Le pasamos por última vez. Enfilamos los últimos metros. Unas curvas, un último salto, cruzamos la meta.

Al final de la carrera hay una última parada con más sandwiches, bizcochos, agua, cocacola y demás. Primero vamos a cambiarnos y ponernos ropa seca. Luego comemos todo lo que podemos y, por último, nos hacemos una foto en la meta. Hemos estado casi doce horas andando casi sin parar y estamos agotados, con dolor, sucios pero muy satisfechos. Han sido cincuenta kilómetros muy sufridos pero muy bonitos. Hemos tenido momentos geniales y momentos extremos, pero hemos terminado.

Antes de dejar Spa, pasamos por la fritería a comer patatas fritas y las deliciosas croquetas de queso. Ahí, mientras a penas podemos hablar por el hambre, el cansancio y las ganas de volver a casa a pegarnos una ducha y sentirnos personas de nuevo nos damos cuenta de la hazaña y, porqué no, hacemos una tímida promesa de volver a Spa, tanto a andar como a descubrir algo más.

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El oficio, el propósito y el aburrimiento
5 de junio de 2025

El oficio, el propósito y el aburrimiento

Estoy inquieto. No consigo ver un futuro positivo en mi campo, aunque puede que solo sea la empresa para la que curro ahora mismo. Cuanto más trabajo y más veo trabajar a otros, menos me quiero seguir dedicando a esto. No estoy hablando de aquel sueño que todos tenemos una vez de mudarnos al campo a criar patos, gallinas y vacas. Me refiero a que tengo muchas dudas de que quiera seguir dedicándome a esto en unos años pero necesito seguir pagando facturas. 

Todo está cambiando. Lo que antes hacíamos con un proceso de research, investigación, estudio, planeamiento, implementación y mantenimiento ahora mismo está simplificando a través de una caja negra de otro equipo diferente al mío que se encarga en crear soluciones de quita y pon y cogiendo todo ese proceso que hace a un ingeniero se ingeniero e intentando estandarizarlo, plantillizarlo y convertir toda la creatividad en una suerte de puzzle plug and play a la carta. Ya no hay soluciones, solo piezas. Ya no hay ingenio, solo producción.

Supongo que es mejor para todos. La empresa para la que trabajo no es un festival de ingenieros brillantes y bien formados. Es tan solo un cúmulo de personas con más años que experiencia real con más ganas de no hacer nada y hacer que los demás trabajemos el doble que de abrir Google y buscar algo. No seré yo quien defienda el trabajo pero el jefe de un colega decía algo así como "A nadie le gusta venir a trabajar, intentemos que esto sea lo más llevadero posible". En mi caso, que esto sea entretenido e interesante es lo que hace que sea llevadero.

Tener un backlog con incontables tareas para atacar es lo que me da vida. Saber que mañana tendré una tarea nueva es lo que me ayuda a levantarme. Tener algo nuevo que aprender, resolver problemas y esa satisfacción de solucionar un problema que nadie más consigue ver o arreglar y ordenar el código o pensar frente a un pizarra con colegas qué hacer para resolver un problema. Me dan la vida esas cosas. Hacen que sienta que he gastado toda mi vida profesional en algo útil y que sirve para algo. Pero todo eso se desvanece. Cada vez todo es más estándar, más usar piezas y librerías y cajas negras estándar, más preguntar a ChatGPT y mucho más aburrido. Y, por el camino, mi propósito.

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La experiencia Döner kebab al borde del Rin
2 de junio de 2025

La experiencia Döner kebab al borde del Rin

Hemos pasado unos días en Bochum, Alemania. Al oeste para ser exactos. Entre Dortmund, Gelsenkirchen y Essen. Rodeados de fábricas, minas de carbón y los ríos Ruhr y Rin. La Alemania más working class. La Alemania donde creció mi chica. Escribo estas líneas en el viaje de vuelta, en el que posiblemente sea uno de los Flixbus más trashy de la historia.

Hemos pasado un fin de semana de semi relax, hablando con la familia de Liv, comiendo mucho pan terriblemente bueno y adictivo, dando paseos, visitando Bochum y a unos amigos en Düsseldorf. Y también se ha comido Kebab, en una cadena homenaje a “La casa de papel”. En serio. También hemos estado cantando mucho “Esa Diva” de Melody gracias a que Inés y otros amigos nos han mantenido al día del drama.

La cuenca del Ruhr es una cuenca minera en la que destacan varias poblaciones que conocerán por sus equipos de fútbol como Dortmund, Essen (Shalke 04) o la población de mi chica, Bochum. Cerca también queda Leverkusen aunque ya no es parte de este estado. 

Esta zona de Alemania es a la vez gris como el carbón y verde como la transformación en los tiempos post-extracción. Es increíble la cantidad de espacios verdes que componen y rodean estas ciudades que conforman una metrópolis en forma de banana. Muchas de las colinas que hay alrededor son artificiales, formadas a partir de todos los sedimentos extraídos de las minas y que han acabado formando parques, zonas de descanso, picnics y, en general, zonas verdes que inevitablemente transforman por completo lo que antiguamente eran simplemente ferrocarriles, canales, chimeneas, grúas y demás.

Bochum y las poblaciones cercanas tienen metro y trenes que las conectan. Bochum tiene parques llenos de árboles, lagos y un foco de alergias terrible. Tiene una universidad importante y un centro en el que la población india y árabe se hacen notar. Hay buenos cafés y tiendas multiculturales aunque el encanto yo lo encuentro más en los espacios verdes más alejados del centro. En cualquier caso es una ciudad europea y cuenta con todo lo que las ciudades europeas tienen: el río, el puente viejo que todos aman, el puente nuevo que a nadie gusta, el centro financiero, el barrio hipster, la zona universitaria… os hacéis una idea.

El jueves apenas salimos porque el plan era llegar, descansar y cenar. El viernes sí que fuimos a dar un paseo desde la casa de Liv al centro paseando por mucha zona verde, alguna colina artificial y el paisaje minero de fondo. En el centro visitamos varias tiendas -shoutout a Ideee y la tienda india del centro por que son visitas siempre necesarias además de hurgar en los descuentos de TKMax - y nos volvemos a descansar a casa. Aprovecho el paseo desde las afueras al centro para hacer muchas fotos y hasta se improvisó una sesión a Liv en unas esculturas que encontramos por el camino.

El sábado nos fuimos a Dusseldorf a ver a unos amigos y a que yo pueda seguir gastando dinero en los carretes de fotos. Obviamente, una visita a Alemania no estaría completa sin comerte unos retrasos en el tren de la muerte. Por suerte todos los trenes iban con retraso así que, realmente, no había retraso, simplemente esperas a coger el tren antes del tuyo. Llegamos y paseamos por el barrio asiático (bastante impresionante) y nos dirigimos al centro viejo. Recogemos a nuestros amigos, compramos prosecco y unos snacks y vamos al Rin a hacer un picnic.

El Rin es uno de los ríos más importantes de Europa. Es navegable a su paso por Dusseldorf y es alucinante. Estuvimos tomando algo entre los dos imponentes puentes que salvan a la ciudad de estar desconectada por el río. Hice fotos, vimos el barco discoteca, observamos la tormenta que se acercaba por el horizonte, nos fumamos un porro sin niños delante, nos terminamos la botella de prosecco y, cuando comenzó a llover, nos fuimos en busca de un sitio en el que cobijarnos.

Nuestros amigos nos llevaron a un garito en el centro desde donde vimos que la lluvia iba a parar en un rato. Cócteles, risas y nos fuimos de camino a terminarnos el prosecco donde habíamos estado antes cuando la lluvia decidió dar un respiro. Unos vasos más de prosecco, algunos snacks más y vemos que la tormenta es más grande de lo que pensábamos. Hay que refugiarse antes de que empeore mucho así que vamos a que el que escribe estas lineas pruebe la experiencia Döner de Dusseldorf. “Haus des Doners” es una cadena de kebabs con ambientación “La casa de papel”. Ambientación no tienen mucha, la verdad, aunque mantienen el logo y los colores. En cualquier caso tiene mejor pinta que la cadena de kebabs de Podolski, aquel jugador de fútbol.

El kebab está bueno. A ver, estaba medio borracho y fumado como un gorrino, pero el kebab llevaba medio kilo de cilantro y cebolla y me lo acabé, así que bueno tenía que estar a la fuerza. Después de la experiencia, nos fuimos a coger el metro para ir a la estación de tren y volver a Bochum.

Cuando llegamos a casa, la tormenta estaba en pleno apogeo. Litros y litros de lluvia, rayos, truenos, viento... fue como si la climatología la estuviera dirigiendo mi estómago después del durum. Llegamos a casa algo empapados y acompañé a los padres de Liv con una cerveza de sobremesa tardía, para el estándar Alemán (He de recordar que todo esto pasó super pronto,  aún no eran las 23:30). Terminarnos las cervezas y el crucigrama del New York Times juntos, así que decidimos irnos a la cama.

El domingo me levanté con una resaca 3/10. Leve dolor de cabeza que sabía iba a desaparecer en poco tiempo. Desayuno alemán, contundente, con mucho pan y mucha mantequilla. También queso y charcutería. Café, huevos... es que de todo. Es de las adopciones culturales que quiero en mi casa.

El día no dio mucho de si. Si, fuimos a ver el jardín urbano de los padres de Liv. Y sí, fuimos a comer tarta y beber café con la abuela. Y si, luego estuvimos una hora esperando el bus que venía con retraso. Y si, ha sido un fin de semana excelente. Mucho chill, mucha búsqueda de similitudes entre alemán y neerlandés y mucho pan de pretzel. Ojala encontrar pretzels en Bruselas.

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