Estábamos ayer de camino al cine cuando intenté recordar qué demonios habíamos hecho el fin de semana anterior. Le pregunté a Kalte y estuvimos un rato desgranando lo que habíamos hecho. El sábado lo tuvimos claro pero el domingo se nos hizo bola. Qué haríamos tan intrascendente o nimio que no recordábamos nada. Al final caímos, y llegó el recuerdo de las aventuras de la semana anterior. No fue ni siquiera ir a la Tagliatella, sino jugar a Horizon Forbidden West y salir a tomar una cerveza. Sin menospreciar a Horizon Forbidden West, porque tremendo juegazo, pero esperaba que pudiéramos haber hecho algo más trascendente y de mayor calado en nuestras vidas. En The Big Bang Theory, en las últimas temporadas, Leonard y Penny, ya asentados, tienen problemas al recordar y listar la cantidad de cosas que han hecho durante los últimos meses, como si un cúmulo no muy definido de actividades sin importancia rigieran sus vidas. En nuestro caso es pasarnos tardes y tardes jugando a HFW, porque la verdad que es un juego completo, con muchas campañas, historias secundarias y una historia principal apasionante, sin llegar a salir de la ciudad o ni siquiera de nuestra casa. Como ya he dicho, llevamos varias semanas dedicadas a HFW porque la historia es adictiva, los personajes son memorables y las misiones no son tan repetitivas como en el primer juego. De alguna manera, estamos en ese momento del HFW en el que estamos haciendo misiones secundarias, eso es ahora mismo el tiempo libre. Hacer deporte para ganar niveles (levear de toda la vida) y luego hacer misiones secundarias. Quizás haya que darle la vuelta. Convertir el trabajo en misión secundaria y el fin de semana en la historia principal. Pero bueno, primero nos terminamos la historia principal del HFW y luego vemos. Es que, de verdad, qué juegazo.