Soy el alquimista impaciente. Tengo mis químicos, estudio las mezclas, preparo los productos y experimento con el resultado. Todo gracias a un curso para aprender a revelar en blanco y negro.
Fue hace unas semanas. Se abría un hueco y me apunté de manera apresurada el día de antes. Me presenté allí sudando por haber acudido en bici desde Molenbeek aunque en parte también era porque estaba algo nervioso. El curso fue súper interesante y me lo pasé genial. Descubrí que no sé casi nada sobre fotografía, film o cámaras en realidad. Hicimos fotos, revelamos nuestros propios carrete e intenté tomar nota de cosas aunque lo que quería de verdad era revelar esa misma tarde en mi casa. Obviamente, no podía ser. Revelar requiere de muchos productos que no tenía y debía prepararme.
Durante las siguientes semanas hice pedidos para los químicos, botes, jarras, cilindro paterson y demás. También me empapé de vídeos para recordar lo aprendido y descubrí que necesitaba más cosas. Así, compré también guantes, embudos, termómetro y otros accesorios. En paralelo preparé los carretes para revelar (sacar el principio del carrete para poder extraer el film del interior), y hoy, por fin, he preparado los químicos con suma paciencia, teniendo claro todo el proceso, orden, cantidades, temperaturas y almacenaje.
Todo esta preparación porque este sábado será el sábado que revele 4 carretes en blanco y negro. Tenía dos desde el verano pasado y enero sin revelar, luego tiré uno más el otro día en Hallerbos y hoy, mientras arreglaba una cámara que me dio mi abuela, conseguí sacar un cuarto carrete. Se viene sábado de vinilos, químicos, agua y temporizadores.
No puedo evitar sentir cierta ilusión sabiendo que estoy haciendo todo desde el principio. Es aún más excitante si cabe hacer todo el proceso uno solo, desde tirar fotos hasta escanearlas, aunque aún no tengo el escáner. Hay mucho de orgullo propio pero también mucho sentimiento de estar haciendo algo primitivo, básico, cercano a la hechicería. Al fin y al cabo, estoy convirtiendo momentos captados en una placa de polvo de plata en imágenes digitales. Quién sabe si un día me lanzo a crear el film mismamente.
Toda esta ceremonia de juntar químicos, preparar, investigar, buscar tiempo para revelar… es un proceso muy muy divertido. Puede que con el tiempo sea repetitivo y como la ilusión por volar desaparezca para dejar paso a la impaciencia por terminar el proceso. Que la eficiencia sea más imperiosa que el deseo por el camino recorrido, el orgullo con uno mismo o el aprendizaje de un arte. Pero, mientras dure, haremos alquimia.