Tenemos un dilema: Wimbledon, BBK o escapada con colegas.
Hoy me ha llegado un mail con la noticia de que me dejan comprar entradas para Wimbledon, y tengo las entradas pre-asignadas y la compra esperando hasta el 12 de Marzo. Entradas para un Slam, EL Slam. Pero pensábamos escaparnos a Bilbao al BBK por segundo año consecutivo porque este año va literalmente todo el mundo y encima no para de confirmar a grupos que nos gustan. Por si fuera poco, estábamos pensando en irnos con unos amigos de escapada de fin de semana en esas fechas así que teníamos que cerrar todo un poco por esas fechas y tampoco tenemos días libres eternos o dinero infinito: hay lo que hay y hay que elegir. Y se me da muy mal elegir.
Quiero ir a Wimbledon muy fuerte, es un Slam, van los mejores, partidos de 5h, vestir de blanco, recibir un smash en la cara, comer fresas con nata... pero no quiero arrastrar a Kalte por segunda vez en menos de un año a un campeonato de tenis, más cuando en este caso son 3 partidos a 5 sets (o 2 sets o dobles, nunca se sabe). Pero es Wimbledon. Es muy jodido conseguir entradas, cada una para 1 día vale 80 libras y no sabes ni a quien vas a ver ni siquiera si vas a ver a alguien porque puede ponerse a llover y joderte todo. Risky business.
Por otro lado al BBK van Arctic Monkeys, Florence+The machine y Phoenix entre otros. El año pasado estuvo bien, el cartel no terminó acompañando todo lo que nos tenía que acompañar, Kalte estaba aun con la patachula que no podía estar muchas horas de pie y descubrimos que no estábamos tan jóvenes como creíamos pero vimos a The Killers, Phoebe Bridges o Placebo UGH.
Por otro lado, un colega está preparando un más que posible viaje para esas fechas y nos dijo que si íbamos movía las fechas para cuadrarlas con el finde en el que estuviéramos en España, pero que iba a ser por fechas parecidas.
Pongamos que el dinero no es problema: iríamos a Wimbledon o el BBK y luego acudiríamos al viaje con los colegas. Pero no vivimos en la realidad en la que somos ricos y tenemos infinitas vacaciones. Vivimos en la realidad en la que Elon Musk ha comprado Twitter y yo sigo siendo autónomo.
Hace una semana que llegamos a Bruselas. Y no hemos parado. De hecho, el miércoles pasado, día 25, empezó lo más duro de la mudanza: movernos a otro país, traer a nuestros gatos y establecernos en el piso. Solo llevamos una semana, aún faltan dos días para que lleguen nuestras cosas, vivimos con lo mínimo… por no tener ni siquiera tengo batidora de mano para hacer cremas. En fin.
Llevo días queriendo escribir y publicar esta entrada… pero es que no ha habido un hueco. La estoy escribiendo en la aplicación Notas del iPhone. El miércoles pasado, después de tirar la cama y trabajar en el suelo empezó la odisea de venir a Bruselas con dos gatos y la ropa justa para sobrevivir.
Dormimos en casa de nuestro amigo Shafik y al día siguiente bien temprano fuimos a dar las llaves y recoger a nuestros gatos. Después de casi 1h para darles la medicación para que no se murieran de miedo en el vuelo, nos dimos cuenta de que aún había muchas cosas que recoger y tirar. Fuimos deprisa y corriendo llenando bolsas y bajándolas al contenedor y de camino nos encontramos a la casera que contra todo pronóstico era puntual.
Nos dijo que la casa estaba allá por que había alguna mota de polvo por ahí y obviamente le paramos los pies. Hemos aguantado goteras, obras, ascensor de mierda y su condescendencia de señora votante del PP durante 4 años y siempre hemos pagado así que no puede quejarse. La administradora que también vino a la entrega de llaves nos dijo “no os rayéis, el piso está perfecto y recibiréis la fianza entera”. Así lo esperamos, sobretodo cuando ha subido el precio de ese piso ruinoso un 40%. En fin, es el mercado supongo. Tener goteras y pagar 1400€ es lo normal.
Se fueron, cogimos a los gatos, vaciamos las maletas un poco dejando cosas en el coche (qué allí sigue aparcado) y nos subimos a un taxi. Quedaban 2 horas para que despegara el avión. A la llegada al aeropuerto, los gatos no estaban demasiado nerviosos. La medicación había hecho efecto.
Al pasar el control de seguridad pedimos que no nos los hicieran sacar y vino la guardia civil a pasarlos dentro del trasportin personalmente por el arco y más tarde hacerles las pruebas antidrogas. Dos guardias civiles y tres guardias de seguridad verificando que no estábamos pasando cocaína y descifrando si Unagi era un Maine coon o no. “No es Maine coon señora, solo está gordo”
Ok, hora de subir al avión. Cola para entrar, todo ok. Autobús que nos lleva al avión. Ok. Los asientos que hemos comprado nos los han cambiado por un error en la web. Not ok. Nos habían puesto en asientos sin el extra que habíamos contratado y, es un first world problem, pero cada uno eran 25€, llevar a cada gato son 50€ y además hay que sumar el precio del billete… no eran baratos y encima literalmente no cabían los pobres debajo del asiento de delante. El espacio extra era necesario. Cuando comentamos que habíamos contratado por la web asientos asignados con el extra de espacio, la controladora de Vueling, dos asistentes de vuelo y el capitán hicieron un corrillo alrededor de mi móvil viendo qué hacían con nosotros. Se dieron que cuenta que los asientos originales estaban vacíos. No había nadie sentados en ellos así que movieron a un par de personas y nos sentaron a los dos en la ventanilla.
Todo este lío es porque la web te deja seleccionar asiento cuando llevas mascotas y en teoría el check-in lo haces en el aeropuerto y son asientos asignados que solo pueden ser ventanillas y con una distancia de 6 filas con otra mascota. Esto nos lo comentaron varias veces asistentes de vuelo haciendo hincapié en la buena fe de la compañía. Señor, ya le he gritado a mi ex casera porque no quería darnos la fianza después de todas las mierdas que nos hemos comido en su piso, llevo a mis gatos histéricos y estoy en medio de una mudanza a otro país. Déjeme en paz ya.
Llegamos a Bruselas. Taxi y al hotel. Dejé a Kalte con los michis y me fui corriendo a recoger las llaves. Eran las 16:40 y había quedado con la casera a las 17. Tram y para allá.
La verdad que es muy maja. Saluda siempre que la veo. Aunque no la he vuelto a ver.
Me volvió a invitar a te y chocolate belga, me explicó todo del barrio, los contadores, el gas, las llaves, la entrada… me dio consejos, me recomendó tiendas y me avisó para cuando pidiéramos la lavadora. Todo muy guay.
Esa noche dormimos del tirón y sin cenar. Al día siguiente teníamos que levantarnos pronto porque venía IKEA a las 10 de la mañana. Nos pasamos el viernes entero montando la cama, dos sillas y la mesa. Lo mínimo para sobrevivir y poder comer/dormir/trabajar.
Los siguientes días fueron por suerte más tranquilos. El sábado fuimos a comprar utensilios para poder comer en casa y el domingo fuimos a comer casa de mi prima y a recoger las maletas que dejamos en enero en el viaje para buscar piso.
Esta semana ha sido tranquila. Hemos estado viviendo con lo que teníamos, trabajando, dando de comer a los michis y dándonos de comer a nosotros. Hemos estado probando todo lo de la casa, desde calefacción a cómo se abren las ventanas y de momento salvo tonterías todo muy bien. No hemos tenido mucho tiempo para descansar y hemos estado abrazando el horario europeo de dormir a las 22:30.
Ahora tenemos que bajar el nivel de estrés. Hemos estado dos meses al 100% y ahora se nos hace raro tranquilizarnos y no hacer nada. Se nos hace complicado concentrarnos en nada o pensar en algo cíclicamente para ver qué sale bien. Escribo esto de camino a IKEA a comprar un sofá y una cama para invitados. En mi pueblo hoy celebran el día 4 de las fiestas patronales y es el cumpleaños de Javi. El lunes traen todas nuestras cosas y ya nos han advertido varios que o vamos de policías de la calle con el vado temporal o los coches ni se mueven porque son todos unos gilipollas y la policía no hace absolutamente nada. En fin. Esperemos que no. Necesito mi batidora de mano.
Escribo esto sentado sobre la última pieza de lo que eran nuestros muebles. Ahora mismo están en un lugar mejor: un guardamuebles esperando ir hasta Bélgica. Tenemos casa, mañana volamos hasta Bruselas y estos últimos tres días hemos vivido con lo mínimo. Ni siquiera almohadas.
Es el último empujón. No voy a hablar del alivio que supuso que la empresa de mudanzas se llevara todas nuestras cosas o de haber desmontado y bajado la cama, ni siquiera de lo bien que se están portando los gatos ahora que los estamos medicando para no morir de estrés. No quiero pensar en todo lo que hemos hecho porque entonces recuerdo el cansancio, el dolor de cuello y que se me ha dormido el culo y la pierna por estar trabajando 4h en el suelo.
Nos queda nada: tirar bolsas de basura enormes, pasar por el ecoparque, devolver la escalera de 6m (gracias Vicente) dormir en casa de un amigo (gracias Shafik, you da man) y mañana entregar las llaves y llevarnos los michis y nuestras maletas a Bélgica.
Esta semana hemos trabajado un par de días en Tiovivo creativo con unos sitios prestados en el que fue nuestra casa profesional hace un tiempo y en el que dimos forma a la idea del nuevo Dunkelheit & Draper cuando la pandemia empezaba a devolvernos la esperanza. Llevamos toda la semana comiendo y cenando fuera o sobras, cosas fáciles de preparar o que venga en forma de sobres.
El sábado pasado nos juntamos con algunas de las personas más especiales que hemos encontrado en la capital del Turia aunque llevamos dos meses despidiéndonos de mucha gente. Ni siquiera pude ir el jueves pasado o el martes a despedirme de los compañeros de la escuela de tenis, auténticos maquinarias.
Quizás el cansancio se base en que llevamos casi dos meses preparando toda esta movida y en una película ya no hay mucho sitio para que los protagonistas aprendan nada. Ya hemos llegado a la parte de la película donde todo acelera y pasa muy rápido y donde el ritmo se vuelve frenético y no hay diálogos, solo los protagonistas yendo de un lado a otro como si lo que quedase fuese fácil y el final estuviese ahí a la vuelta de la esquina. La realidad no es así.
Tenemos apartamento, al menos virtualmente. Contrato firmado, papeleo a medias, dueña contenta, nosotros contentos. Quedamos ayer con ella y con el agente de la inmobiliaria y todo fue todo lo correcto que podía ir. Tiene una casa de rica increíblemente rica, nos invitó a té y chocolate y firmamos juntos el contrato. Nos dio las normas de la casa y enterró las esperanzas de mudarnos la semana que viene como teníamos pensado. Shit.
Parece una tontería, pero tener que entrar en la casa el día 1 de Febrero ha roto un poco gran parte del plan (el plan, un plan muy bien hecho y pensado) que habíamos garabateado hace ya dos meses. La mudanza viene a por nuestras cosas el día 23, el lunes que viene (eso sigue siendo parte del plan) pero todo lo demás ya está regular.
En primer lugar, llevarnos a los michis ya no es tan fácil como pensábamos, no hay vuelos que permitan mascotas porque hay un cupo muy limitado (2 o 3 animales por avión según compañía) por lo que el único vuelo antes del 31 de Enero (fecha final de nuestro contrato actual) es el 26 de Enero. No hay más vuelos y no podemos cambiar la fecha fin de contrato porque nuestra casera básicamente no nos deja. Así que el 26 volamos a Bruselas con nuestros michis para quedarnos ya allí.
Ese mismo 26, claro, tenemos que cerrar la casa, rescindir el contrato y entregar las llaves a nuestra actual casera y eso es otro movidote. Tiene que venir bien pronto para que nos de tiempo a ir al aeropuerto y eso de madrugar para que Dios te preste algo de ayuda no le va demasiado. Le dije a las ocho y media de la mañana y, claro, ella no va a madrugar, es consciente de "que todos tenemos nuestros problemas" pero es inviable levantarse tan pronto. Tengo claro que los rentistas no son de esa clase de personas que madrugan o trabajan, así que la convencí para hacer acto de aparición a las 10 y le dejé bien claro que a las 11 como muy tarde tenemos que salir para el aeropuerto. Mi madre dice que le dé las llaves a la administradora y ya está y casi que si, la verdad. Con suerte los michis estarán sanos y salvos y llegaremos a tiempo al avión y todo irá bien y aterrizaremos en Bruselas ese día tranquilamente.
Pero... todavía hay más.
Cuando lleguemos a Bruselas no tenemos sitio donde quedarnos. A casa de mi prima no podemos ir, una semana mezclando michis llevándose regular y con ansiedad hasta los topes con sus michis y estando todos nerviosos y molestos no se puede, por lo que ayer tuvimos que buscar y reservar un hotel pet friendly que no sea excesivamente caro. Por suerte, el NH Louise del centro de Bruselas admite mascotas y no cuesta un ojo de la cara.
En la reunión que tuvimos con la casera, intentamos que nos dejaran entrar antes, pero ella está empeñada en que el día 1 de Febrero a las 7 es cuando entramos en el piso. Todo porque, claro, tiene que venir el señor de l'etat de lieu (comprobación del estado de habitabilidad del apartamento) y no sabía el de la inmobiliaria si iba a poder venir mucho antes del 1 de Febrero. Al final viene el 24. Me mato.
En cualquier caso ya está todo firmado, así que no hay vuelta atrás. Ayer nos estábamos empezando a encerrar en un torbellino de "quizás", lamentos, y "deberíamos haber hecho" que no nos lleva a ningún sitio. Hay intentar una suerte de soluciones medio buenas que a la larga no nos cueste la salud o el bolsillo, hacer un poco de medios arreglos que hagan una mudanza entera.
Por lo pronto, hemos hecho todo el papeleo en esta mañana fría de Bruselas y con ello vamos presionar a la dueña para que nos deje entrar antes. Es posible que lo haga, nos ha dicho el de la inmobiliaria que es posible que nos deje entrar antes, pero quien sabe. Encima vamos a tener que ir con cuidado porque "évidemment" no podemos hacer la mudanza por la escalera aunque sea el segundo y es obligatorio alquilar un ascensor externo cuando el día 3 lleguen nuestras cosas. Sin la cama, claro, que tenemos que comprar y apalabrar para que la traigan el día 1 o 2 de Febrero. Muchas cosas en el aire. Joder, normal que me haya desvelado a las 5.
Estamos en Bruselas. Hemos aterrizado en Charleroi, recogido el equipaje, cogido un bus, un metro y otro bus y estamos descansando antes de comenzar mañana nuestra operación Brusealistas: encontrar una casa en los próximos 10 días.
No es una casa cualquiera porque no es un país conocido. El miedo a que nos estén engañando o nos cuelen algo que no queremos o podemos permitirnos es alto, generando mucha ansiedad colateral, además que no conocemos mucho la ciudad y nos tenemos que defender en otro idioma.
En cualquier caso el proceso ya lo empezamos la semana pasada. Empezamos a llamar y contactar con diferentes anuncios y mañana ya tenemos varias visitas en varios pisos. El jueves también tenemos varias agenciadas y el sábado tenemos otra. No vamos a andarnos con rodeos: el primero que nos cuadre será el elegido porque ya hemos hecho una selección de posibles. No son pisos que nos enamoren, pero son pisos posibles: no se van demasiado de precio, están cerca de la comisión y no nos horrorizan. Las tres condiciones que hemos puesto como indispensables. No nos hemos flipado.
Si hace un año me lo dicen… pues a ver, no me habría sido muy extraño porque ya estaba haciéndome mis movidas en mi cabeza, llenando Google Maps de cositas para ver si veníamos, viendo qué escuelas de tenis hay en la ciudad y demás comodidades que disfrutamos en Valencia. Pero estar realmente aquí, preparados para salir a buscar casa, me ha dado algo de paz y ha rebajado mucho los niveles de stress que hasta ayer cuando terminé de empaquetar ropa no había empezado a notar. La mudanza no perdona a traidores.
Ayer estuvimos empaquetando y moviendo cosas, recordando qué hay que hacer, qué hay que tirar y qué nivel de ansiedad tenemos. Estamos en plena transición de una ansiedad sana pero sepultadora a una más ilusionante. La ilusión de un nuevo hogar nos activa pero a su vez nos hace más desconfiados y temerosos. Es la ansiedad ante lo desconocido, más bien un miedo o preocupación a la que está unida de forma inseparable.
En fin, cero dramas: mañana visitar pisos, practicar francés e inglés, negociar contrato, precio, ver si todo tiene su calentador, su calefacción y su lavadora y si estamos a menos de 10km de la oficina de Kalte. Empezamos Brusealistas.
Como la ropa sucia que dejas que se amontone en una silla en una esquina de tu habitación, yo he dejado así un poco el blog este 2022. Pero reconocer los errores es de sabios (o algo así dicen) así que yo he venido a solventarlo con una última entrada sobre la bocina de 2022, ya prácticamente muerto y en descomposición.
Tenía una oportunidad perfecta para documentar todo el proceso y dejar constancia sobre el tema, pero en su lugar me he dedicado a bañarme en contemplación y movidas. En cualquier caso, el hecho es que en menos de un mes estaremos instalados en Bruselas. Con suerte.
Si el que lee esto me siguiese en Mastodon o Instagram, habrá leído que he estado hablando de vez en cuando de las incomodidades de mudarse o la cantidad de cosas que tenemos que vender para sacar un pico que tape alguno de los agujeros que nos está haciendo el proceso en si. Mudarse es difícil, hacerlo internacionalmente con navidades en medios está siendo un suplicio. Por suerte, vemos la luz a través del túnel (porque sino no sería un túnel, sería un pozo).
Hemos dedicado noviembre a hacer cajas y vender muebles y objetos que no tienen cabida en la que va a ser nuestra nueva vida en Bruselas. También ha pasado que llevamos tiempo queriendo cambiar algunas cosas y necesitamos renovarlas. En ese caso tampoco ha habido Merced y se ha ido todo a Wallapop o al portal a la espera de la recogida de muebles del 010.
Las primeras cajas que hicimos fueron las de nuestro estudio: libros, cámaras analógicas, algún cachivache que teníamos por encima de la mesa y demás artilugios que ya no usábamos pero nos negábamos a tirar. Después vinieron las cajas con electrónica, y empezamos a quedarnos sin comodidades sin importancia como videojuegos o alguna consola. Luego vino la ropa, con la que tuvimos que empezar a elegir qué queríamos dar, que queríamos mandar a Bélgica y qué considerábamos vital para seguir poniéndonos. Estábamos entrando en terreno pantanoso.
Llegaron las navidades y ya habíamos vendido, guardado en casas de parientes o tirado una enorme cantidad de muebles desnudando nuestra casa durante 4 años. En este punto tuvimos que cerrar una fecha con la empresa de mudanzas. Y la ansiedad se intensificó. A falta de 10 días para irnos a Bruselas a buscar una casa y menos de un mes para que llegue el día M de mudanza, estamos continuamente evaluando riesgos, costes, beneficios, afrontando miedos, incertidumbre, despedidas y refrescándonos con ilusiones, esperanza y posibilidades.
Podría haber documentado todo el proceso y haber hecho un seguimiento exhaustivo de cómo iba todo, pero decidí abrazar el presente de la ansiedad positiva, esa que viene de un cambio inminente pero positivo. Es una sensación extraña y prácticamente olvidada debido a la cantidad de ansiedad que en los últimos años han inundado mi vida. Saber diferenciar la normal y coherente de la creada y sostenida sobre falsas creencias es de las mejores cosas que me quedo de los últimos años.
LMAO lo que he escrito. Acabo de volver a esto a las 9 de la noche del 31 y todo siendo demasiado intenso pero es demasiado tarde para rectificar. En fin, que sea lo que 2023 quiera. A la mierda.
A principios de noviembre decidimos tomarnos unas merecidas vacaciones y que han resultado ser el punto de partido de una cantidad enorme de cambios durante los próximos meses. En cualquier caso, para estos 9 días que pasamos en París quisimos ser menos selectivos y más dispersos, visitando lugares, barrios y calles poco concretos, con más andar y menos agenda. Dejarnos llevar y ver qué encontrábamos.
Donde nos hemos quedado
Estuvimos mirando hoteles, pero, por alguna razón, cualquier hotel de 2 o 3 estrellas tiene un precio ya casi prohibitivo, por lo que optamos por el clásico AirBnB. Decir que nos alojamos en el piso particular de Jean, un ingeniero de software que nos alquiló su casa entre el barrio de Bastille y Place de la Nation y donde nos encontramos como en casa en todo momento. Decir que fue el mejor AirBnB hasta la fecha se queda corto. Un piso con todo lo que necesitas, con mucho espacio para ser París y con una decoración bohemia. Lo importante estaba cubierto: un termo de agua caliente grande, ascensor, cama cómoda y poco ruido.
La localización era perfecta. En una calle con supermercados, sitios para comer y cenar, cafeterías, con varias paradas de metro cerca y con mucha vida local. Era un barrio barrio. Cuando eres un turista que busca huir de la mayoría de plazas turísticas y te encuentras en una de las ciudades con muchos monumentos en la lista de los más visitados del mundo es complicado escapar de esa escena, pero, en nuestro caso, pudimos huir un poco de todo ese bullicio.
Estaba cerca de Bastille andando y a un paseo del Marais, por lo que estaba muy bien situado para salir a tomar algo, a cenar o ir de vintages.
Masters 1000 de Paris
Podría decir que estas vacaciones las hemos planeado con meses de antelación, pero fue en una compra estúpida de unas entradas para el Masters 1000 de París donde empezamos a planearlo. Estábamos pensando en cogernos unos días en Noviembre y cuando fui tan estúpido de comprar dos entradas para la final del torneo ya vimos que no había vuelta atrás y casi que era ahora o nunca. Las finales estuvieron bien, para Kalte fue más peñazo que otra cosa, pero para mi fue super entretenido.
A Kalte se le hizo bola el tercer set del segundo partido pero por suerte no había más tenis ni hay más tenis en el horizonte. Fue una experiencia buena, se veía bien a pesar de tener las entradas más baratas y estar en el segundo anfiteatro. Estuvimos rodeados de Serbios y fans de Novak así que en muchos momentos del tercer set echamos de menos los tapones. Vimos ganar su primer Masters 1000 a Holger Rune y el final de partido (un juego de más de 10 min que se hizo eterno) fue muy emocionante.
En cualquier caso, las entradas nos costaron 50€ cada una, tuvimos acceso a las finales de dobles e individual, los precios de la comida y la bebida no eran excesivos y, en general, está bastante bien como primer acercamiento a un torneo de tenis profesional. La relación calidad/precio es mucho mejor que en Masters de Madrid por ejemplo. A tener en cuenta para otros años.
Catacumbas
Fue... interesante. El hecho de visitar un osario público a 20m por debajo del suelo nos llamaba la atención y era una de las pocas atracciones turísticas que nos programamos en toda la semana. No creo que la relación calidad/precio sea buena (bastante caro con la audio-guía) pero es impactante verte en un túnel de menos de 2m rodeado por un montón de calaveras, fémures y tibias decorando las salas.
La audio-guía es casi necesaria. No hay mucha información, y el hecho de no tener casi iluminación ni la posibilidad de sacar el flash hace que los carteles no se puedan leer y sin la audio-guía es complicado saber qué, cómo, cuando o porqué se llevó a cabo la tarea de crear un osario así de macabro. Recomendable, pero intentaría acudir cuando haya poca gente. La peñita haciéndose stories de Instagram y grabando TikToks con un montón de restos humanos fue la segunda cosa más macabra aquella mañana.
Versailles
Estuvimos horas, nos habríamos quedado más. Es increíblemente bonito y majestuoso. Te das cuenta de que Luis XVI y Maria Antonieta no tenían perdón. Teníamos el turno de las 11 y media y salimos del palacio a las 14 con aun mucho por ver. Salas y salas y salas... la visita con audioguía es: pesada. Queríamos historia y nos dieron historia del arte. Queríamos chamullo y nos explicaron el porqué de la decoración de cada sala. Aun así, la información era justa pero necesaria. No recomendable pero nos gustó.
Cuando salimos a ver los jardines y vimos un canal en el que se disputarán pruebas de piragüismo en los JJOO de Paris 2024, te das cuenta de que son canales anormalmente grandes para una casa de recreo. Y es que tuvimos que alquilar unas bicis para poder dar una vuelta completa a todo el complejo y aun así nos llevó más de una hora pedaleando dar una vuelta y volver a dejar la bici. Innecesariamente grande. Guillotina.
Gasté un carrete y medio en Versailles. No se merecía menos. Alquilar la bici es recomendable, no es demasiado caro (la opción más barata) y así te da tiempo a recorrerlo todo en un tiempo prudencial y puedes perderte por los caminos de detrás (rodeando los canales) y ver la otra cara del complejo. Seal of approval.
De vintages por Paris
Una de las cosas que más ilusión nos hacía. Estuve investigando y acabé seleccionando una docena de vintages para visitar durante la semana. Al final hubo 3 que sobresalieron.
Kilo shop Kawaii - Hay uno en el Marais y otro al lado del Canal de Saint Martin. Buenos precios pero muy buena calidad. El del Marais es un poco angosto, con la ropa de hombre en el sótano, y tiene menos cantidad, pero el de al lado del Canal de Saint Martin tiene muchísimas cosas y es más abierto y menos transitado. En uno me pillé unos pantalones de lana y en el otro un abrigo tremendo. 20€ y 50€. Hay artículos que no van por precio al kilo, estad atentos.
FREE'P'STAR - Muchas tiendas pequeñas, mucha cantidad de cosas, muy poco ordenado, pero hay auténticas gangas. Hay como 7 u 8 locales en la misma calle, espectacular.
Adöm - Seguramente el que mejor calidad de ropa tenía. Bien de precio, dos locales enfrente uno del otro. Muy recomendable también.
Paseando por el sena
El sena a su paso por París
En una de esas cosas que nos pasan cuando visitamos París, nos encontramos con un rodaje en Île de France y no podíamos cruzar, así que lo que hicimos fue bajar al lecho del río y caminar durante un buen rato. Es bonito y por la tarde mientras se acerca de noche está todo muy bonito. Hace un poco de fresco así que hay que ir preparado. Hicimos fotos, nos comimos un sandwich y andamos bastante. Recomendable siempre. En Berlin hicimos lo mismo, debe ser costumbre por lo de vivir en Valencia con el antiguo cauce del río Turia.
Musee de L'Orangerie
Los nenúfares
Cuando llegamos al museo teníamos bastantes expectativas. Nos gustan mucho los impresionistas, y en L'Orangerie hay dos salas dedicadas a la serie de los nenúfares que hizo Monet: cuadros de 10m de largo por 2 de alto que en principio están pensados como un lugar para meditar y relajarse. Si no fuera porque claramente está saturado de gente hablando, haciéndose fotos y demás. Propuesta interesante, ejecución terrible.
El sótano, por otro lado, tiene una colección mucho más interesante. Desde Derain a Sezanne, una colección repleta de cuadros de autores impresionistas y post-impresionistas que realmente hacen que la visita al museo merezca la pena. Es la colección de Guillaume y Walter, marchantes de arte durante gran parte del siglo XX, y es una auténtica pasada.
Canal de Saint Martin
El canal de Saint Martin
Una cosa que vimos en muchos TikToks y reels de parisinos fue el canal de Saint Martin, un canal en el que puedes acudir, hacer un picnic o comer algo en los restaurantes que lo bordean. Es una presa navegable que vale la pena visitar. Un par de fotos, comer algo en el borde y darte una vuelta por el barrio. Muy chulo, recomendable.
Comer / beber
¿Una sena de picgoteo?
Como estábamos cerca de Bastille, decidimos no salirnos demasiado de nuestro arrondissement y explorar lugares cercanos. El primer día nos acercamos a un bistró típico, Les Funambules que estaba bastante bueno. Muy petado de gente, sin casi sitio para estirar los brazos, pero con buenos precios y buenos platos. Nos gustó tanto que repetimos y me equivoqué al pedir los platos en francés las dos veces. Aun así no me arrepiento de lo que pedí en ambas ocasiones. Probado los tartar y la ensalada Funambule.
Como Kalte se lleva mal con el gluten (historia de una alergia) nos acercamos a Noglu una pastelería/cafetería que también hacen almuerzos un par de veces, a desayunar y a comer. La verdad que no es nada barato (lo habitual en cualquier cosa gluten-free) pero, no por la repostería en si, sino por los cafés. Nos dimos cuenta que el café con leche era más caro que las porciones de tarta o de bizcocho. El bizcocho con avellana si vais a desayunar y el menú del día son recomendables. La Quiche... tremendamente buena.
Bizcocho de avellanas y banana bread... espectaculares los dos.
Cuando estábamos buscando sitios para tomar algo después de recorrernos el Marais buscanco vintages, nos acercamos a Bastille al Café Divan. Empezamos por un par de copas de vimo y acabamos cenando con dos raciones de patatas y un par te tablas variadas aprovechando la happy hour. Gente majísimo, vino bueno, buen ambiente, buenos precios... es que no sé qué más podemos pedir, la verdad.
El anfitrión del AirBnB nos dejó varias recomendaciones y mi francés volvió a hacer de las suyas. Nos acercamos en nuestro arrondisement (11é) a Trois Fois Plus de Piment (tres veces más picante) en el que encontrarás noodles chinos exquisitos y picantes. Demasiado para Kalte y en ocasiones para mi. Pedimos 2/5 de picante pero fue too much para unos noodles, al menos para nosotros. No es raro ver gente secándose el sudor o sonándose del picante. Lo recomiendo pero cuidado con cómo pedimos las cosas. Tienen locales por todo París así que seguro que hay alguno cerca.
Como las pastelerías en París abundan pero son complicadas de manejar (muy complicadas) y el café es carísimo, la única que nos llamó la atención (a parte de las cosas en los locales de Cédric Grolet) fue la Boulangerie du Musee, cerca del museo Rodin. Café ok (Nespresso professional) pero muy buenos croissants. Recomendable antes o después de visitar el museo o el Grand Palais.
En este blog hablo de fotografía, tenis, cultura pop, ansiedad, vieojuegos, música o cine.
Mi nombre es Carlos, aunque mi madre me quería llamar Isidro. Nací en Sax, creé mi primer blog en 2007
y tuiteé peligrosamente durante muchos años. Estudié ingeniería informática en Valencia y trabajo como
ingeniero desde 2015. En 2023 me mudé a Bruselas y cuento la experiencia desde este blog.
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