drapergiggs.com

make software great again

El automático
16 de septiembre de 2024

El automático

Ha saltado el automático, no tenemos luz, y estamos pasando la noche a la luz de las velas. Debería estar haciendo research sobre Creta, me voy este sábado y aun no se muy bien qué hacer, pero de momento me he pasado una hora enseñándole música en Castellano a Liv. Antes, he preparado una sopa de un libro de cocina mediterránea vegetariana que ha salido ultra deliciosa y luego hemos paseado a Jack a la luz de la luna. La luna estaba llena, o sino casi llena, un resplandor blanco imparable iluminaba el cielo, y casi era una premonición de lo que nos venía encima esta noche. Tampoco lo estamos pasando tan mal. Tenemos velas, batería suficiente por suerte y aun tenemos imaginación. Mañana veremos. Por WhatsApp Pablo me comenta que están intentando arreglarlo sin éxito.

Hoy ha sido un buen día. Por primera vez en una seman no he tenido ningún ataque de ansiedad, aunque mis sentidos siguen al 100%. Ahora mismo, estaba lavándome los dientes y he tenido un poco de vértigo. Pensaba que si alguna vez lo tenía sería como los que tiene Lucille 2 en Arrested Development, pero lo que hacen es provocarme una crisis de ansiedad porque pienso que me está dando un ataque al corazón. Menuda mierda de ansiedad. Por lo menos el viernes me voy a Creta y puedo olvidarme del curro unos días. El otro día tuve update de por donde andan mis compañeros de la universidad. Muchos con hijos. Yo venía de coger mi prescripción de Xanax de la farmacia. Lo que son las cosas.

Mañana hago Crossfit y voy a la oficina. Me llevaré el Xanax por si tengo un ataque de ansiedad. Este puto proyecto va a matarme. ¿Debería hacer hikes en Creta si ya voy a jugar a tenis? Yo diría que si. También tengo un lío con los vinilos y digitalizarlos. Aunque es mucho más satisfactorio. En fin, es tarde. Solo quería escribir un poco porque ha saltado el automático y yo creo que nos hemos cargado la conexión eléctrica. Cada vez más díficil que renovemos en la casa. Ojalá Liv consiga trabajo y nos podamos mudar. Aunque de momento, que vuelva la luz y funcione el automático.

Leave a comment
Los treinta y la significancia
14 de mayo de 2023

Los treinta y la significancia

Cumplo treinta años. Supongo que nada cambiará y que todo seguirá igual en los 30 que en los 29, porque en nuestra insignificancia el universo y la naturaleza no tienen preparados un pastel o un festival para cada individuo. En cualquier caso, en lo local, en mi personal rincón del mundo, esto es bastante importante. Veía esta cifra como algo muy lejano, como una época a la que seguramente nunca llegaría o llegaría viejo y cansado. La realidad es que sigo activo, nada ha cambiado demasiado y no creo que físicamente haya estado mejor lo que hace que me de bastante miedo lo que viene a continuación.

¿El declive? ¿Empezar a morir? Cuando tenía 17 años empecé a tener los primeros tiernos signos de que algo me pasaba en la cabeza que me hacía mirar al vacío en la noche con un terror pavoroso a la muerte. Autoexploración, ansiedad, noches de insomnio... siempre he pensado que iba a morir muy pronto, cerca, ya, mañana... de una enfermedad, en un accidente, de una hernia aórtica no detectada... en fin, es algo con lo que he convivido estos años y que supongo me acompañará. Allá donde vaya estará a mi lado para recordarme que ya sean 30 o 40 la ansiedad va a ser algo de lo que no pueda escapar sino reconocer y controlar.

Entonces, ¿qué es lo que haga que la cifra de 30 sea importante? supongo que está muy atado a la cultura popular de autoexigencia y capitalismo interiorizado. Si a los 30 no tienes la vida más o menos planeada es que algo estás haciendo mal. "Has vivido lo mejor de la película, prepárate para la parte aburrida" Supongo que es como llevar más de 3 meses en un trabajo, que la excitación desaparece, sabes como funciona todo y donde se guardan los azucarillos y solo queda aburrirse hasta estar quemado y buscar otra cosa. ¿Empieza entonces la vida a hacerse aburrida? La verdad que siendo una persona con un más que probable déficit de atención o algo así no me preocupa aburrirme porque va a ser complicado pero si que me preocupa que pase muy rápido.

Cuando tenía 4 años, un carro de caballos pasó por encima mío seccionando el hígado, partiéndolo en 2 y provocando una hemorragia interna que me llevaba a la muerte de manera inevitable. Estábamos en el campo, era 22 de Julio y no teníamos coche porque estaba en el taller. En medio del campo, con unos vecinos ausentes, unos padres sollozando y una familia viendo el drama en directo y seguramente preguntándose "¿Qué demonios está ocurriendo?". Mi primo estaba cerca, tenía un golpe en la cabeza, mis padres nos cogieron y nos llevaron en brazos gritando y pidiendo ayuda por el camino de piedras que va hacia mi pueblo a unos 4km. Por suerte, unos vecinos de unas casas más allá oyeron los gritos y cogieron el coche para llevarnos al hospital. Estar gordo me salvó ya que pesando más de 25kg pudieron operarme en lugar de mandarme a Alicante (lo que me habría matado) y 5h después salí de quirófano portando una cicatriz de unos 25cm en dos secciones angulares que me ha acompañado hasta ahora.

A partir de ese momento empecé a obsesionarme con la idea de la muerte, el vacío, la nada, lo desconocido... empecé a tener insomnio y a decirle a mi madre que no quería dormirme por si no volvía a despertar. Esto lo conocí hace poco, no me acordaba de nada de esto, pero no me sorprende. En 2018 con los peores episodios de ansiedad que he tenido tuve el mismo comportamiento. Estoy acostumbrado a lidiar con el sentimiento de que la muerte es inminente, fría e implacable. Cumplir 30 es un recordatorio de que está ahí. Pero ¿tan malos van a ser los treinta? ¿es esto un simple miedo ante algo totalmente inevitable?

Me gustaría ahondar en porqué siento que es importante. Creo que los cumpleaños he empezado a echarlos de más en cierto sentido. Puede que sea miedo a la muerte o puede que sea una sensación de no haber conseguido nada en la vida. Un recordatorio más de que somos insignificantes. Tengo varias carencias de reconocimiento, no se de donde vienen aunque seguramente se remonten a la infancia y adolescencia, sobre las que he construido ilusiones de poder demostrar que soy bueno, que he conseguido algo importante de manera tan vaga y superficial que me da vergüenza admitirlo. Quiero utilizar éxitos superficiales como armas arrojadizas ante todos aquellos que un día de alguna manera dijeron "no es suficiente todo esto que estás haciendo". Reconocimiento puro y duro.

Creo que en los últimos 5 años han pasado tantas cosas que he vivido 3 vidas. Es imposible enumerar todo lo que he hecho, dicho, conseguido o vivido y creo que necesito tiempo para plantearme qué quiero hacer a partir de ahora. No quiero que mi meta sea una lista de deseos en IKEA, en Idealista o en Amazon. Quiero una meta vital personal. No es ser padre, no es viajar a todas las partes del mundo o trabajar en esta u otra empresa. Tiene que haber algo más. Quizá escriba una carta a mi yo de 35 años para ver como van las cosas (y ojalá recibirla).

Pero, ¿Y si no estoy contento? ¿Y si todo sirve para absolutamente nada? Quiero hacer muchas cosas pero también quiero tener un tiempo de meditación, reflejar todo lo que ha cambiado durante los últimos 10 años. Llegaba a la veintena como una especie de incel abocado a ser un eterno weirdo y sintiéndome incomprendido, solo e insatisfecho. Por suerte, por el camino he encontrado seguramente a algunas de las mejores personas que he podido pedir. Amigos, familia y una compañera de vida. Literalmente de las mejores cosas que me han pasado. Son todas esas personas las que enriquecieron la manera en la que entiendo, observo y respondo al día a día. Durante este tiempo comencé terapia, sufrí episodios de mierda, frustración, miedo, rabia y tristeza bastante hardcore.

Han sido años bastante completos. A pesar de la sensación de haber perdido preciados meses en la cuarentena, con decisiones no-muy-acertadas, hay que reflejar también las cosas buenas y hacer un llamamiento a las cosas que están por llegar, las buenas, digo.

Aún no se que meta o propósito o fin puede haber. De momento lo desconozco y no se si algún día encontraré realmente aquello que quite de un plumazo la sensación de no estar viviendo lo suficiente. Como decía más arriba, puede que nunca llegue, así que tengo que aprender a que eso sea también normal. Por el camino, puedo ir haciendo cosas que sí quiero hacer y que puede que me ayuden a encontrarlo.

Por eso quiero hacer una lista de cosas que quiero hacer en los próximos años. No quiero ser grandilocuente ni soñar superficial, simplemente es una serie de cosas sencillas y que sé que quiero hacer o llevo tiempo hacer. No son todas y seguramente me salte muchas pero es una lista. Cosas con las que he soñado, fantaseado o he pensado “esto podría conseguirlo con un vaciador de melones”. Bueno, ya me entendéis. Quizás pueda empezar por ello y luego… bueno, luego ya veremos. Lo importante es ir haciéndola, pensar que llegará la meta y descubriré que era tan importante que no pudiera esperar a cumplir 30 para empezar.

  • Aprender a montar en monopatin
  • Aprender a montar en patines en linea
  • Hacer proyectos DIY de carpintería
  • Volver a pintar / dibujar / hacer manualidades o cosas así
  • Aprender diseño gráfico y carteleria
  • Viajar, así en general, pero volver a las islas canarias y visitar Svalvard estaría bastante guapo además de ir de camping o pasar una temporada de digital nomad
  • Volver a ir de camping en algún momento
  • Respecto al tenis, quiero ir a ver algún Grand Slam y pasar una semana en la academia de Rafa Nadal
  • Hacer surf
  • Buceo
  • Un voluntariado (no sé ni cómo ni cuando ni donde la verdad)
  • En Crossfit me gustaría aprender a subir a la cuerda, conseguir hacer un muscle up y una dominada
  • Conseguir que Dunkelheit and Draper sea una agencia de verdad
  • Hacer un curso se standup comedy
Leave a comment
La movida (de irnos a Bruselas) 3 - Brusealistas
10 de enero de 2023

La movida (de irnos a Bruselas) 3 - Brusealistas

Estamos en Bruselas. Hemos aterrizado en Charleroi, recogido el equipaje, cogido un bus, un metro y otro bus y estamos descansando antes de comenzar mañana nuestra operación Brusealistas: encontrar una casa en los próximos 10 días.

No es una casa cualquiera porque no es un país conocido. El miedo a que nos estén engañando o nos cuelen algo que no queremos o podemos permitirnos es alto, generando mucha ansiedad colateral, además que no conocemos mucho la ciudad y nos tenemos que defender en otro idioma.

En cualquier caso el proceso ya lo empezamos la semana pasada. Empezamos a llamar y contactar con diferentes anuncios y mañana ya tenemos varias visitas en varios pisos. El jueves también tenemos varias agenciadas y el sábado tenemos otra. No vamos a andarnos con rodeos: el primero que nos cuadre será el elegido porque ya hemos hecho una selección de posibles. No son pisos que nos enamoren, pero son pisos posibles: no se van demasiado de precio, están cerca de la comisión y no nos horrorizan. Las tres condiciones que hemos puesto como indispensables. No nos hemos flipado.

Si hace un año me lo dicen… pues a ver, no me habría sido muy extraño porque ya estaba haciéndome mis movidas en mi cabeza, llenando Google Maps de cositas para ver si veníamos, viendo qué escuelas de tenis hay en la ciudad y demás comodidades que disfrutamos en Valencia. Pero estar realmente aquí, preparados para salir a buscar casa, me ha dado algo de paz y ha rebajado mucho los niveles de stress que hasta ayer cuando terminé de empaquetar ropa no había empezado a notar. La mudanza no perdona a traidores.

Ayer estuvimos empaquetando y moviendo cosas, recordando qué hay que hacer, qué hay que tirar y qué nivel de ansiedad tenemos. Estamos en plena transición de una ansiedad sana pero sepultadora a una más ilusionante. La ilusión de un nuevo hogar nos activa pero a su vez nos hace más desconfiados y temerosos. Es la ansiedad ante lo desconocido, más bien un miedo o preocupación a la que está unida de forma inseparable.

En fin, cero dramas: mañana visitar pisos, practicar francés e inglés, negociar contrato, precio, ver si todo tiene su calentador, su calefacción y su lavadora y si estamos a menos de 10km de la oficina de Kalte. Empezamos Brusealistas.

Leave a comment
You only move thrice
31 de diciembre de 2022

You only move thrice

Como la ropa sucia que dejas que se amontone en una silla en una esquina de tu habitación, yo he dejado así un poco el blog este 2022. Pero reconocer los errores es de sabios (o algo así dicen) así que yo he venido a solventarlo con una última entrada sobre la bocina de 2022, ya prácticamente muerto y en descomposición.

Tenía una oportunidad perfecta para documentar todo el proceso y dejar constancia sobre el tema, pero en su lugar me he dedicado a bañarme en contemplación y movidas. En cualquier caso, el hecho es que en menos de un mes estaremos instalados en Bruselas. Con suerte.

Si el que lee esto me siguiese en Mastodon o Instagram, habrá leído que he estado hablando de vez en cuando de las incomodidades de mudarse o la cantidad de cosas que tenemos que vender para sacar un pico que tape alguno de los agujeros que nos está haciendo el proceso en si. Mudarse es difícil, hacerlo internacionalmente con navidades en medios está siendo un suplicio. Por suerte, vemos la luz a través del túnel (porque sino no sería un túnel, sería un pozo).

Hemos dedicado noviembre a hacer cajas y vender muebles y objetos que no tienen cabida en la que va a ser nuestra nueva vida en Bruselas. También ha pasado que llevamos tiempo queriendo cambiar algunas cosas y necesitamos renovarlas. En ese caso tampoco ha habido Merced y se ha ido todo a Wallapop o al portal a la espera de la recogida de muebles del 010.

Las primeras cajas que hicimos fueron las de nuestro estudio: libros, cámaras analógicas, algún cachivache que teníamos por encima de la mesa y demás artilugios que ya no usábamos pero nos negábamos a tirar. Después vinieron las cajas con electrónica, y empezamos a quedarnos sin comodidades sin importancia como videojuegos o alguna consola. Luego vino la ropa, con la que tuvimos que empezar a elegir qué queríamos dar, que queríamos mandar a Bélgica y qué considerábamos vital para seguir poniéndonos. Estábamos entrando en terreno pantanoso. 

Llegaron las navidades y ya habíamos vendido, guardado en casas de parientes o tirado una enorme cantidad de muebles desnudando nuestra casa durante 4 años. En este punto tuvimos que cerrar una fecha con la empresa de mudanzas. Y la ansiedad se intensificó. A falta de 10 días para irnos a Bruselas a buscar una casa y menos de un mes para que llegue el día M de mudanza, estamos continuamente evaluando riesgos, costes, beneficios, afrontando miedos, incertidumbre, despedidas y refrescándonos con ilusiones, esperanza y posibilidades.

Podría haber documentado todo el proceso y haber hecho un seguimiento exhaustivo de cómo iba todo, pero decidí abrazar el presente de la ansiedad positiva, esa que viene de un cambio inminente pero positivo. Es una sensación extraña y prácticamente olvidada debido a la cantidad de ansiedad que en los últimos años han inundado mi vida. Saber diferenciar la normal y coherente de la creada y sostenida sobre falsas creencias es de las mejores cosas que me quedo de los últimos años.

LMAO lo que he escrito. Acabo de volver a esto a las 9 de la noche del 31 y todo siendo demasiado intenso pero es demasiado tarde para rectificar. En fin, que sea lo que 2023 quiera. A la mierda.

Leave a comment
La Oreja de Van Gogh como refugio
3 de marzo de 2022

La Oreja de Van Gogh como refugio

Hablo de caballos y cuadra y se esperan un club de campo no un secarral

La verdad que llevo varias semanas escuchando mucho La Oreja de Van Gogh. Creo que el 20 de Enero vi un par de memes en Twitter y me lancé a escuchar una lista que tengo para estos momentos. Aunque no lo hago por el meme. Soy muy fan de LODVG, de la vieja, la de Amaia, la que acabó con Guapa (y Más Guapa, que siempre cae en el olvido) y tiene seguramente dos de los mejores discos del pop que han salido de Españita siempre.

Mis razones para escuchar La Oreja son simples. Me recuerda a los veranos que pasé en mi campo antes de que la vida se pusiera en modo adulto, me fuese a Valencia y mi padre muriese. Los veranos eran larguísimos, los pasábamos en el campo y durante esos 3 meses mi hermana y yo estábamos solos muchos días. Mientras mis padres trabajaban, nosotros arreglábamos la casa, hacíamos la comida y cuidábamos a los animales. Era en esos días de hacer recados que nos poníamos, en un viejo walkman conectado a un aun más viejo equipo de música, CDs sin parar. Desde Mecano - Ana Jose Nacho a Carácter Latino 2001. También Joaquín Sabina, Ella Baila Sola, Estopa o, por supuesto, La Oreja de Van Gogh.

Creo que en un momento en el que los picos de ansiedad están alcanzando tremendas cotas, es importante tener un refugio mental en el que meterse, encerrarse y descansar de todo. Supongo que habrá gente que se ponga sonidos de lluvia(a ratos a mi me funciona también) o una serie en bucle (culpable también). A mi me funciona ponerme esta música. Me ayuda a recordar que la vida no tiene que ser estresante, complicada, llena de obligaciones y muchas veces viviendo en tercera persona.

Puede que sea un medidor de ansiedad, estrés e incertidumbre, en cualquier caso, estas últimas semanas me encierro en mi refugio mucho y no es que esté la vida para no hacerlo. Guerras, crisis económica, cambio climático, el fascismo ascendente... y nosotros seguimos trabajando de 9 a 5, arreglando bugs y desarrollando features. Mientras el mundo se tambalea yo actualizo un ticket en Jira y le pido a mi PM donde pongo la prioridad. Luego juego a tenis, vamos al cine y cenamos con los amigos.

La vida fuera del refugio no tiene sentido. Aquí dentro tampoco, pero se está más a gusto.

Leave a comment
Trabajar en remoto casi me mata y acabó salvándome la vida
27 de febrero de 2022

Trabajar en remoto casi me mata y acabó salvándome la vida

Gante, una ciudad preciosa.

En octubre de 2017 comencé a trabajar en remoto. En un principio no teníamos oficina, y aquello de vernos a través del recién estrenado Microsoft Teams no parecía del todo serio. Hablábamos mucho de coworkings, oficinas o cómo convencer a dirección de ponernos un piso en el centro. Quedábamos de vez en cuando, nos tomábamos alguna cerveza, nos quejábamos... pero en seguida vimos que aquello eran todo ventajas.

Desde no tener que levantarte a las 7 menos algo hasta poder llevar a los niños al colegio como hacía un compañero, trabajar en remoto nos ofreció infinidad de posibilidades para tener más tiempo libre, conciliar más y, porqué no, aprender a hacer pan mientras trabajas. Me acostumbré en seguida y perfeccioné el manejo de la harina de fuerza.

Cuando llevaba ya unos meses en esa dinámica, empecé a estar cansado de estar en casa. Mi pareja llegaba tarde y, al contrario que a mi que me apetecía salir a la calle, desconectar, pasear, ver gente y entender que la vida seguía, ella prefería quedarse en casa tranquila después de un día de mierda viendo alguna serie o jugando al Tomb Raider. No era de extrañar, yo unos meses antes estaba en el mismo punto.

La falta de una sensación real de desconexión se apoderó de mi. La oficina era mi casa y mi casa era la oficina. Durante unos meses sufrimos un estrés bastante alto: jornadas largas, presión, desarrollos a medio terminar, integraciones con canales oficiales del estado... recuerdo parar en ciertos momentos para hacer pan y realmente no pensar en nada. Ni reuniones, ni code reviews ni programar... simplemente amasar y no pensar. Necesitaba salir.

Me apunté al gym, empecé a bajar a la calle a mediodía, me iba a trabajar a una cafetería, daba paseos por la mañana... intentaba hacer todo lo que fuera posible por salir de casa y mantener la dinámica laboral a la vez. Además se acercaba verano y las vacaciones nos ponían en un aprieto. Pasado lo peor, pude descansar y sentir un poco esa desconexión que la masa de pan no lograba darme.

Tras las vacaciones de verano volví mejor. La desconexión (esta vez de verdad) me hizo más resiliente a quedarme 12h en casa al día. El gym y demás eran la metadona que me mantenían encerrado todos los días negándome la necesidad de una oficina, de pedir algo más de vacaciones, o unos días libres. Todo parecía mantenerse con pinzas hasta que, simplemente, peté.

Puede que fuese una acumulación de varios factores. Teníamos un estrés terrible, tuve problemas con mi familia, problemas con personas cercanas y por aquella época por desgracia también falleció un conocido. Comencé a no dormir bien. Si a estar en casa más de 8 horas le sumas estar hecho una mierda por no haber descansado ni tres horas, aquello era una tortura. Al poco tiempo empecé a tener ataques de pánico por las noches. Dejaba de trabajar y mi organismo explotaba como si no hubiese salida posible. Me imaginaba todo tipo de escenarios que acaban con mi inevitable, rápida y repentina muerte.

Recuerdo que llegó el punto en el que solo podía dormirme cuando, literalmente, me daba igual estar sufriendo un ataque al corazón con tal de descansar de una vez.

Acudí al médico y me recetó antidepresivos y un tranquilizante. Empecé a tomarlos regularmente y dejé de sentir nada. Simultáneamente me fui a trabajar a la oficina de mi pareja: me hicieron un hueco en su oficina y pude salir de casa. Aquello me liberó un poco. Conocer gente, intercambiar un "hola" y un café después de comer fue un soplo de aire fresco. Comencé a ir a terapia, me apunté a tenis y encontré un coworking.

Meses después dejé de tomar medicación. Comencé el duro, arduo y no siempre bonito camino del autodescubrimiento. Entendí que hay muchos factores que pueden provocar ansiedad y que no puedes controlarlos, solo identificarlos y saber que están ahí, acechándote. No puedes controlar la ansiedad, pero puedes aprender a detectarla y saber que es ansiedad. Hablé con un amigo de la diferencia entre el estrés real y la ansiedad. Connoisseur de la ansiedad.

Llegó un momento en el que estar en casa trabajando en remoto durante ocho horas solo era insostenible. La ansiedad que me provocaba estar solo allí pensando que me podía estar dando un ataque al corazón me impedía vivir con sosiego y tranquilidad, vivir en términos generales. El pensamiento cíclico que genera me impedía ver todas las cuestiones subyacentes que lo provocaban.

Trabajar en remoto, solo, durante meses, sin casi tener contacto con nadie, me provocó una cascada de crisis de ansiedad que cambiaron muchos aspectos de mi vida y muchos aspectos de mi. Puede que sin esa cascada ahora mismo no estaría aquí hablando abiertamente de ello. A día de hoy sigo yendo a terapia, sigo teniendo ansiedad, sigo con ese trabajo personal que empecé hace ya más de tres años al llamar a la que aun hoy es mi terapeuta, pero la diferencia es que puedo trabajar en remoto, solo y puedo dormir por las noches. Tengo mecanismos para tener una calidad de vida mejor. Sin todo este trabajo, no sé que habría sido de mi durante la cuarentena sin este proceso.

Trabajar en remoto casi me mata pero, en cierto modo, me salvó la vida.

Leave a comment