Se hizo la risotada. Se comieron frites. Se jugó al tenis. Se fue de despedida. Se fue de cumpleaños a Leuven. Se jugó a tenis otra vez. Se fue al cine. Se disfrutó con "The life of Chuck".
Un fin de semana de esos de estar en todos sitios. El viernes vimos a Pantomima Full, en Bruselas, en directo. Encima, super cerca, apenas en la cuarta fila. Y nos gustó y nos prometimos que volveríamos a reir con ellos. Muchos bloques, muchos muy buenos. Me quedo con el sketch pregrabado de "kinder bueno" y el podcast para divorciers. Aunque en general fue una pasada. La próxima cita con la diosa shiva de la comedia es el cuatro de julio con Taylor Tomlinson. Después de la cita con Pantomima Full, unas frites en Frit Flagey, las mejores frites de Bruselas, y un paseo hasta casa.
El sábado fue intenso. A las 10:30 estaba en las pistas de tenis de Anderlecht para jugar el segundo torneo de la temporada. Quería seguir manteniendo una racha del 50%, por lo que me obligo al menos a ganar el primer partido de todos los campeonatos que juego. Y la primera ronda fue: dura. Tanto por el chaval que me tocó como por el calor asfixiante del sábado. Pero se ganó. Después de una ducha rápida y un descanso aun más rápido nos fuimos a Parc Royale o Parc de Bruselas a pasar la tarde leyendo, haciendo fotos y demás. El tiempo acompañaba y estábamos cerca de nuestro siguiente destino.
Una fiesta de despedida. La gente de Royale, la casa donde viví año y medio y Liv dos años, es cada vez menos nuestra casa. La gente que conocemos se ha mudado muy rápido y los pocos que quedan se irán este verano o próximamente. Es triste. Pero nos dio la excusa para ver a algunos de ellos además de despedir a personas que dejan Bruselas de manera definitiva. La eterna historia de esta ciudad. Nadie está más de seis meses. Es una ciudad de paso, un punto de inflexión en tu carrera, un bache en tu vida o una aventura muy poco planificada. Pero muy pocas veces se convierte en tu hogar. Hay mucha literatura al respecto, pero es así.
En cualquier caso, después de cenar nos fuimos a Leuven. Teníamos un cunmpleaños al que acudir. Se dieron regalos, se bebió cerveza, se rio mucho, se contaron más chistes y cuando ya el cansancio se hizo de notar (yo llevaba un partido de tenis encima) se cogió el coche alquilado de vuelta y nos fuimos a dormir. Un sábado movido. Como el domingo.
Me desperté para descansar. He de decir. No hice nada hasta las dos y media cuando tuve que prepararme para jugar la segunda ronda del campeonato de Anderlecht. A las cuatro de la tarde empecé el partido y después de muchas dudas en el primer set y mucha comodidad en el segundo me aseguré seguir vivo hasta el miércoles.
Ducha en casa, cogí la cámara de nuevo porque aun quedaban unas exposiciones libres y me fui a dar una vuelta. Había quedado con Liv en el cine a las 9 así que me dediqué a tirar las fotos que quedaban, comprar comida para llevar y pasear hasta el cince Aventure. Hace un par de semanas decidí sacarme la tarjeta CineVille que me permite ver películas en varios cines independientes de Bruselas. Recomendadísima esta tarjeta. Casi tanto como "Life of chuck".
Una película preciosa. La disfruté muchísimo, me hizo rozar la lágrima en muchos momentos y era el tipo de película que necesitaba. Nada grandilocuente, nada pretenciosa, tan solo una película que se deja ver, tiene un mensaje sencillo y potente y es de esas películas que me las podría ver cada navidad. Voy al cine por películas como esta.
Un fin de semana intenso. El siguiente será de descanso. En cualquier caso: "Gracias por todo Chuck, por 39 maravillosos años".
No creo que haya lucha más justa que la lucha palestina. No conozco a nadie con humanidad que defienda a Israel. Ni siquiera a mi amigos Shafik, Israelí. Creo que es una lucha justa, necesaria y digna. Y, pase lo que pase con Gaza, el West Bank y, en general, con la causa palestina, nunca dejaré de estar a su lado. Cualquier concesión a Israel es una concesión al mal más perverso e inhumano. Y, ahora, hablemos del fin de semana.
Llevaba tiempo sin salir de fiesta y este fin de semana lo hice dos veces. El viernes fuimos a casa de mi amigo Ajay, daba una fiesta de esas de las que se ponen a cantar canciones y montan básicamente una Jam session. Estuvo guay, el ambiente era un poco... no era lo nuestro. Por lo que a las 2 estabamos en la cama recogidos. No fue nuestra noche, pero nos lo pasamos bien igual.
El sábado por la mañana se descansó. Liv se levantó regular, un catarro de esos, y yo me levanté con energía pero con una tarea: comprarme, después de un año planeándolo, dos raquetas nuevas. Con la de ansiedad que me provoca hacer estas cosas, me armé de valor, fui a la tienda en bus (estaba lejísimos) y compré las raquetas. Para llegar tuve que esperar casi treinta minutos para cuadrar los buses y demás. Para volver otros tantos. Pero para comprar dos raquetas nuevas tardé unos 3 minutos. Y dio tiempo para crearme una ficha de cliente.
Por la tarde teníamos open air en Congress, muy cerca de donde vivíamos. Liv se retiró por precaución. Yo me lancé a la piscina con compañeros de Royale y Juliette, una amiga que conocí en el primer año de neerlandés. Tras una cola de cuarenta minutos para entrar en los que se bebió, se fumó y se meó, entramos y se nos hizo de día. Uno de los open air más guapos e interesantes en los que he estado. La energía era espectacular, los DJs estaban poniendo temazos y Miss Kittin estaba haciendo un B2B con un pavo que no conocía pero con el que se pasaban el micro para poner vocales en directo. Un live o semi live o lo que sea tremebundo. Se pasó de locos, mis dieces a la organización, los numerosos baños y a todo el mundo. Que bueno, joder.
Después del buen rato (la cosa acabó a eso de las 10) nos fuimos a cenar a Royale donde cenamos Keufté para reponenernos aunque yo me fui a dormir directamente. Al dia siguiente tenía una cita con la fotografía analógica.
El gear que se mostró el domingo en la Brocante de Mori Film Lab fue guapa. Llegé poco más allá de las 11, tan solo una hora después de que abrieran y ya sabía por los stories de Instagram que la gente estaba a tope. Se llevaron las dos cámaras que había visto en los sneak peak días antes así que me lancé a por las ópticas y las rarezas. Compré dos Polaroid Land Cameras (la 103 y la EE44) que sé que no voy a usar en mi vida (son carretes peel off y ya casi no se producen y los que se producen cuestan 100€ las 8 exposiciones), dos ópticas 50mm M42, una point and shoot Mondicolor AF, una funda, un disparador y un tanque para un carrete. Buena compra.
De la brocante me fui corriendo hasta Royale porque esa tarde nos uníamos a una protesa pro-palestina. Hice muchas fotos (obviamente) que hoy mismo he revelado pero que, lamentablemente, aun no puedo enseñar o hacer nada porque no tengo los medios para ello. En otro momento. Y si quieres saber como me siento sobre este conflicto, vuelve a leer el primer párrafo.
Ah, después de la protesta hicimos Yoga en casa de Pablo. Pablo te quiero.
Hemos pasado unos días en Bochum, Alemania. Al oeste para ser exactos. Entre Dortmund, Gelsenkirchen y Essen. Rodeados de fábricas, minas de carbón y los ríos Ruhr y Rin. La Alemania más working class. La Alemania donde creció mi chica. Escribo estas líneas en el viaje de vuelta, en el que posiblemente sea uno de los Flixbus más trashy de la historia.
Hemos pasado un fin de semana de semi relax, hablando con la familia de Liv, comiendo mucho pan terriblemente bueno y adictivo, dando paseos, visitando Bochum y a unos amigos en Düsseldorf. Y también se ha comido Kebab, en una cadena homenaje a “La casa de papel”. En serio. También hemos estado cantando mucho “Esa Diva” de Melody gracias a que Inés y otros amigos nos han mantenido al día del drama.
La cuenca del Ruhr es una cuenca minera en la que destacan varias poblaciones que conocerán por sus equipos de fútbol como Dortmund, Essen (Shalke 04) o la población de mi chica, Bochum. Cerca también queda Leverkusen aunque ya no es parte de este estado.
Esta zona de Alemania es a la vez gris como el carbón y verde como la transformación en los tiempos post-extracción. Es increíble la cantidad de espacios verdes que componen y rodean estas ciudades que conforman una metrópolis en forma de banana. Muchas de las colinas que hay alrededor son artificiales, formadas a partir de todos los sedimentos extraídos de las minas y que han acabado formando parques, zonas de descanso, picnics y, en general, zonas verdes que inevitablemente transforman por completo lo que antiguamente eran simplemente ferrocarriles, canales, chimeneas, grúas y demás.
Bochum y las poblaciones cercanas tienen metro y trenes que las conectan. Bochum tiene parques llenos de árboles, lagos y un foco de alergias terrible. Tiene una universidad importante y un centro en el que la población india y árabe se hacen notar. Hay buenos cafés y tiendas multiculturales aunque el encanto yo lo encuentro más en los espacios verdes más alejados del centro. En cualquier caso es una ciudad europea y cuenta con todo lo que las ciudades europeas tienen: el río, el puente viejo que todos aman, el puente nuevo que a nadie gusta, el centro financiero, el barrio hipster, la zona universitaria… os hacéis una idea.
El jueves apenas salimos porque el plan era llegar, descansar y cenar. El viernes sí que fuimos a dar un paseo desde la casa de Liv al centro paseando por mucha zona verde, alguna colina artificial y el paisaje minero de fondo. En el centro visitamos varias tiendas -shoutout a Ideee y la tienda india del centro por que son visitas siempre necesarias además de hurgar en los descuentos de TKMax - y nos volvemos a descansar a casa. Aprovecho el paseo desde las afueras al centro para hacer muchas fotos y hasta se improvisó una sesión a Liv en unas esculturas que encontramos por el camino.
El sábado nos fuimos a Dusseldorf a ver a unos amigos y a que yo pueda seguir gastando dinero en los carretes de fotos. Obviamente, una visita a Alemania no estaría completa sin comerte unos retrasos en el tren de la muerte. Por suerte todos los trenes iban con retraso así que, realmente, no había retraso, simplemente esperas a coger el tren antes del tuyo. Llegamos y paseamos por el barrio asiático (bastante impresionante) y nos dirigimos al centro viejo. Recogemos a nuestros amigos, compramos prosecco y unos snacks y vamos al Rin a hacer un picnic.
El Rin es uno de los ríos más importantes de Europa. Es navegable a su paso por Dusseldorf y es alucinante. Estuvimos tomando algo entre los dos imponentes puentes que salvan a la ciudad de estar desconectada por el río. Hice fotos, vimos el barco discoteca, observamos la tormenta que se acercaba por el horizonte, nos fumamos un porro sin niños delante, nos terminamos la botella de prosecco y, cuando comenzó a llover, nos fuimos en busca de un sitio en el que cobijarnos.
Nuestros amigos nos llevaron a un garito en el centro desde donde vimos que la lluvia iba a parar en un rato. Cócteles, risas y nos fuimos de camino a terminarnos el prosecco donde habíamos estado antes cuando la lluvia decidió dar un respiro. Unos vasos más de prosecco, algunos snacks más y vemos que la tormenta es más grande de lo que pensábamos. Hay que refugiarse antes de que empeore mucho así que vamos a que el que escribe estas lineas pruebe la experiencia Döner de Dusseldorf. “Haus des Doners” es una cadena de kebabs con ambientación “La casa de papel”. Ambientación no tienen mucha, la verdad, aunque mantienen el logo y los colores. En cualquier caso tiene mejor pinta que la cadena de kebabs de Podolski, aquel jugador de fútbol.
El kebab está bueno. A ver, estaba medio borracho y fumado como un gorrino, pero el kebab llevaba medio kilo de cilantro y cebolla y me lo acabé, así que bueno tenía que estar a la fuerza. Después de la experiencia, nos fuimos a coger el metro para ir a la estación de tren y volver a Bochum.
Cuando llegamos a casa, la tormenta estaba en pleno apogeo. Litros y litros de lluvia, rayos, truenos, viento... fue como si la climatología la estuviera dirigiendo mi estómago después del durum. Llegamos a casa algo empapados y acompañé a los padres de Liv con una cerveza de sobremesa tardía, para el estándar Alemán (He de recordar que todo esto pasó super pronto, aún no eran las 23:30). Terminarnos las cervezas y el crucigrama del New York Times juntos, así que decidimos irnos a la cama.
El domingo me levanté con una resaca 3/10. Leve dolor de cabeza que sabía iba a desaparecer en poco tiempo. Desayuno alemán, contundente, con mucho pan y mucha mantequilla. También queso y charcutería. Café, huevos... es que de todo. Es de las adopciones culturales que quiero en mi casa.
El día no dio mucho de si. Si, fuimos a ver el jardín urbano de los padres de Liv. Y sí, fuimos a comer tarta y beber café con la abuela. Y si, luego estuvimos una hora esperando el bus que venía con retraso. Y si, ha sido un fin de semana excelente. Mucho chill, mucha búsqueda de similitudes entre alemán y neerlandés y mucho pan de pretzel. Ojala encontrar pretzels en Bruselas.
Me voy a Heraklion, capital de Creta, Grecia. Primera vez que viajo solo, sin amigos, sin pareja, sin familia… voy a un hotel/resort/pueblo de esos que odio a jugar a tenis, ir a la playa, hacer excursiones, visitar ruinas minoicas, una cata de vinos y, obviamente, hacer fotos. Una semana para disfrutar del suave tiempo del fin de verano. Quizás cae algún baño (el tiempo va a acompañar) y quizás hasta hago algún amigo. Espero poder poder desconectar, no enterarme de nada de lo que pasa en el mundo y no tener que echar mano del Xanax que, por supuesto, me he traído por si acaso. Tengo ganas aunque sinceramente este viaje me provoca bastante ansiedad. No se que va a pasar, tengo un coche alquilado y no se casi nada de griego. Prácticamente nada. Se decir “si”, “buenas noches” y algo más. Debería haberle echado horas al Duolingo en lugar de no hacer nada durante estos últimos meses. En fin, ahora poco más se puede hacer. Intentaré descargarme un par de cheatsheets y poco más. Durante el vuelo, de unas 3 horas y media, me dedicaré a escuchar música, escribir y poco más. Seguramente también para organizar fotos y demás tareas atrasadas. Me llevo el Mac. He aprendido que es súper importante viajar con tu ordenador personal. Nunca sabes lo que puede pasar y en este caso yo quiero poder descargar las fotos que haga con la cámara digital y tener algo para ver películas o cualquier cosa. También me tocará arreglar movidas. En fin, tengo que embarcar.
Soy una persona compleja. Tengo tantas aficiones activas y abandonadas que no puedo enumerarlas. He probado a hacer de todo: ciclismo, fútbol sala, tocar la guitarra, edición de fotos, jugador de FIFA profesional, cinéfilo, crítico musical, foodie, juerguista a tiempo parcial… muchas aficiones.
Con el tiempo, muchas han quedado solo como un trial and error, como cuando intenté aprender a desarrollar juegos, o básicamente cualquier proyecto secundario. No creo que haya sido tiempo perdido: pruebo, no me termina, lo mando a la mierda y he aprendido algo nuevo. Podría entender que todo lo que pruebo y abandono es tiempo perdido, pero prefiero relativizar ese sentimiento y entender que, en lugar de perder el tiempo, lo he invertido en descubrirlo y determinar si es para mi o no. Así, con el tiempo, he descubierto aficiones que practico regularmente, de forma esporádica o de manera muy casual.
Tenis por ejemplo es algo que hago regularmente, al igual que CrossFit. Hacer deporte se mantiene bien alto en las cosas que me gusta hacer de manera muy recurrente, semanalmente, y que forman parte de mi rutina y mi manera de pasar el tiempo. Ver series, películas o videojuegos serían también aficiones regulares si tengo el setup adecuado.
Fotografía analógica, por ejemplo, es algo que colocaría en algo más esporádico pero regular. Llevar la cámara a cuestas e invertir tiempo en hacer fotos y editar es algo que disfruto pero no vivo para ello. Salir de fiesta, ir a clubs y demás también es algo que hago de manera esporádica pero cada cierto tiempo.
Finalmente, de manera muy casual estaría hiking, proyectos DIY y trastear con cacharros. Es algo que de vez en cuando me gusta hacer pero que ni siquiera me acuerdo que me gusta hacer. También hacer puzzles, pintar, escuchar vinilos, programar por afición, ir de compras…
Es en este último apartado donde se encuentran todas las aficiones olvidadas o probadas, que nos gustaron pero que no continuamos por falta de tiempo o porque simplemente no tenemos el tiempo después de los previos escalones. Si encontramos tiempo muerto podremos dedicarlo pero sino, iremos a una afición más establecida en nuestro menú de aficiones.
¿Es malo tener tantas aficiones en tiempo muerto o abandonadas parcial o totalmente? antes entendía que si: “ay dios, otra afición muerta en el cajón” pero con el tiempo no creo que esté mal probar de todo. Ojalá hubiera podido probar más deportes, más hobbies o más trabajos manuales para encontrar aquello que me llena ahora como la fotografía o el CrossFit, pero no pudo ser antes. Gracias a probar 30 cosas antes llegue a aquello que me llenaba tarde o temprano. A veces, abandonar aficiones no está mal, somos mucho más complejos de lo que creemos y la vida a menudo no se llena con solo una afición.
Justo cuando pasó lo peor de la pandemia, allá por septiembre 2021, me gasté 140€ en unas botas Salomon que compré para salir de excursión con Kalte, amigos y lo que sea, también para llevármelas de viaje y usarlas en festivales. Por supuesto, las usé lo antes posible, salimos de excursión a las pocas semanas y volvieron a quedar aparcadas para ser usadas una vez más a los pocos meses. Desde entonces quedaron aparcadas y con la mudanza mi prima nos prometió emociones fuertes en esta parte de europa, por lo que se ha estado trabajando el hiking de una manera más o menos intensa, quizás no todo lo que nuestro cuerpo y tiempo nos permite, pero si lo suficiente para usarlas una vez cada dos semanas.
En cualquier caso, he descubierto que el hiking no es solo bueno para amortizar la inversión en unas botas Salomon. Se hace deporte, se desconecta de la ciudad y se ven parajes espectaculares además de hacer unas fotos bastante locas. Para mi 30 cumpleaños, Kalte me ha regalado un curso para aprender a revelar en blanco y negro así que se viene turra fotográfica. En cualquier caso, estamos cerca del bosque (bosque bosque) y en 15-20 min en tren puedes plantarte en medio de la naturaleza, donde ponerte a andar casi sin pensarlo y hacerte unos 20-30km en un día.
Rodeado de naturaleza, lagos, ríos, campos de trigo, paisajes preciosos... es una buena experiencia. No tienes que estar todo el día por ahí, puedes simplemente acercarte a La Cambre, el parque que da inicio al bosque al sur de Bruselas, y ponerte a andar un par de horas hasta que te canses o encuentres un kiosko o una brasería donde tomarte una cerveza, un café o lo que te apetezca. Lo bueno de Bélgica es que está bien comunicada por tren, por lo que no tienes que tener un coche para salir de la ciudad como nos pasaba en Valencia. Allí el hiking es distinto: es más montañoso, está lejos de la ciudad y solo se puede hacer en otoño o invierno por el calor.
Bruselas está muy bien adaptada al hiking. Creo que hay chistes con lo que les gusta a los alemanes salir un día libre a hacer un hike de 22Km y lo entiendo. Es que creo que me estoy convirtiendo en centro-europeo porque se le coge gusto rápido. Como alguien que disfruta de la nada, de estar perdido (en ocasiones no saber donde se está en el mundo) y de la naturaleza sin que el calor veraniego te empape de un sudor pegajoso que no te deja respirar, está siendo una confirmación de lo que ya sabía: el hiking es lo mío y voy a amortizar las botas Solomon seguro.
Las notas graciosas de los hikes que hemos hecho: la geografía de Bélgica. Como salir de la ciudad convierte el paisaje en una interminable urbanización donde no hay casas de más de dos alturas, hay asesorías en chalés y gente con mucho, mucho dinero. Es increíble. También ver como aquí lo normal es vivir en pedanías o en lugares que solo había visto en las películas alemanas de la tarde de la 1. Debe ser algo de los centro-europeos. También que si te pierdes lo pagas: un hike de 22km fueron 30km. O que los días libres son días libres para todos. O que a veces hay que dar rodeos porque el viento ha tirado árboles en tu ruta. En fin: experiencias.
Últimamente mi yo amante de todo lo retro y antiguo está pegando fuerte, muy fuerte, demasiado y tengo que controlarme para dejar de comprar vinilos, reproductores de música antiguos. En cualquier caso, echo de menos mi iPod y no se si es porque cuando dejó de funcionar tenía cerca de 40GB de música y me gustaba el sonido de 'click' o simplemente, yo que sé, echo todo lo que le rodeaba: tener 20 años, que las resacas no durasen 3 días o no estar preocupado por si puedes aplazar la trimestral de hacienda.
También me he dado cuenta de que llevo un par de semanas haciendo updates semanales, y me va gustando el update semanal porque me ayuda a concentrar todo lo que he hecho en unos párrafos y no parece que sea una semana perdida. Esta pasada no lo ha sido y no esta que entra parece que vaya a serlo.
La semana pasada empezamos yendo a una charla de Ai Weiwei. También tuvimos la oportunidad de conocerle un poco mejor, algo así como un coloquio terriblemente dirigido (porque había 0 feeling entre el entrevistador y Ai Weiwei) pero fue interesante escuchar porqué se dedica a hacer documentales o porqué tiene 0 interés en enseñar su trabajo a la gente.
El documental que vimos: una movida. Iba sobre un campo de refugiados del pueblo Rohyngia y la verdad que fue jodido de ver, no porque fuera un contenido gráfico o demasiado dramático sino porque era un documental de 2h sin voz en off, sin subtítulos y sin casi banda sonora. Es complicado, más cercano a documentar de manera cruda y sencilla o al poema visual que un documental al uso. Se preguntaba porqué no lo aceptaban en festivales de documentales y bueno, es discutible el porqué, pero se explica fácilmente.
El mensaje o contenido del documental era también difícil, Ai Weiwei no quiere meterse en realizar juicios de valor, ni dar voz a los sin voz ni nada que no fuera mostrar la realidad del campo de refugiados aunque en ocasiones si que parecía hacer contraposiciones en, por ejemplo, cómo de asimilado está el dolor físico de un ser humano versus el dolor visceral de un animal para descolocar al espectador. Me imagino que diciendo "No te gusta que mueran vacas, pero llevas hora y pico viendo niños malviviendo y no has dicho nada". También creo que intenta desmontar de manera sutil la romantización que existe alrededor de la vida en el tercer mundo. Empezando con momentos muy entrañables y acabando con casi retratos de una vida al borde del sumidero. Triste y pesimista. A pesar de los momentos felices que pueda haber, sigue siendo un campo de refugiados.
Siguiendo con historias que no acaban bien, el sábado fuimos a un evento hosteado por VinoKilo Vintage, una empresa de retailing de segunda mano, ropa al kilo, vamos. A pesar de la lluvia y de tener que coger dos trams y andar un rato, acudimos antes del mediodía para probar. Yo buscaba unos pantalones, unos vaqueros, pero era imposible. No estoy acostumbrado y tener un cuerpo no heteronormativo hace que sea imposible encontrar una talla adecuada. Al final me llevé varias camisas a buen precio y un suéter bastante top y al final me llevé más de lo que debía. Me controlé, pero no lo suficiente. En cualquier caso, es todo monísimo.
Otra cosa que hicimos el sábado después de ir al evento de Vinokilo fue descansar mucho porque por la noche nos íbamos de fiesta por primera vez desde que estamos en Bruselas. Este fin de semana era el Listen Festival, un festival de música electrónica en el que en varios clubs y sitios de la ciudad traían a gente bastante guay. Estaba todo bastante agotado, pero encontramos entradas para ir a C12, un club en la zona de Bruxelles Midi y la verdad que bastante guapo. Fuimos muy pronto (poco después de que abrieran las puertas) y aguantamos unas 3h. No estamos acostumbrados, pero nos lo pasamos genial. Vimos a Catalina, Shlagga y no llegamos a Objekt, pero fue refrescante volver a salir de noche y volver a escuchar techno en directo. Para la próxima pillamos tapones. Ya estamos planeando cuando ir a Fuse.
Y este fin de semana, y muy de rebote, volvimos a desempolvar Disco Elysium. Después de dejarlo hace meses tras caerme del sofá de la risa, empezamos una nueva partida y lo estamos roleando más serios. Qué decir que en unos días le hemos hecho unas 12h. De momento solo llevamos 1 día, estamos en los primeros compases pero la atmósfera es espectacular, la historia es asfixiante, tétrica, esotérica y deprimente. Una revolución que no funciona, una amnesia que nos deja al borde del abismo y unos personajes bastante anárquicos. Mucho más de lo que me esperaba. Seguiremos roleando.
Y bueno, se vienen cositas: es posible que Javi y yo saquemos un podcast un día de estos, si dejamos de embarrar, y me ha llegado el último carrete revelado de Mori Film Lab y estoy llorando porque los sellos de luz de la Fujica están pasados y tendré que arreglarlos. Mañana firmo la constitución de Dunkelheit & Draper BV y lo comentaré por aquí. En cualquier caso, hemos sacado una newsletter de la que hablamos en nuestro Instagram.
A principios de noviembre decidimos tomarnos unas merecidas vacaciones y que han resultado ser el punto de partido de una cantidad enorme de cambios durante los próximos meses. En cualquier caso, para estos 9 días que pasamos en París quisimos ser menos selectivos y más dispersos, visitando lugares, barrios y calles poco concretos, con más andar y menos agenda. Dejarnos llevar y ver qué encontrábamos.
Donde nos hemos quedado
Estuvimos mirando hoteles, pero, por alguna razón, cualquier hotel de 2 o 3 estrellas tiene un precio ya casi prohibitivo, por lo que optamos por el clásico AirBnB. Decir que nos alojamos en el piso particular de Jean, un ingeniero de software que nos alquiló su casa entre el barrio de Bastille y Place de la Nation y donde nos encontramos como en casa en todo momento. Decir que fue el mejor AirBnB hasta la fecha se queda corto. Un piso con todo lo que necesitas, con mucho espacio para ser París y con una decoración bohemia. Lo importante estaba cubierto: un termo de agua caliente grande, ascensor, cama cómoda y poco ruido.
La localización era perfecta. En una calle con supermercados, sitios para comer y cenar, cafeterías, con varias paradas de metro cerca y con mucha vida local. Era un barrio barrio. Cuando eres un turista que busca huir de la mayoría de plazas turísticas y te encuentras en una de las ciudades con muchos monumentos en la lista de los más visitados del mundo es complicado escapar de esa escena, pero, en nuestro caso, pudimos huir un poco de todo ese bullicio.
Estaba cerca de Bastille andando y a un paseo del Marais, por lo que estaba muy bien situado para salir a tomar algo, a cenar o ir de vintages.
Masters 1000 de Paris
Podría decir que estas vacaciones las hemos planeado con meses de antelación, pero fue en una compra estúpida de unas entradas para el Masters 1000 de París donde empezamos a planearlo. Estábamos pensando en cogernos unos días en Noviembre y cuando fui tan estúpido de comprar dos entradas para la final del torneo ya vimos que no había vuelta atrás y casi que era ahora o nunca. Las finales estuvieron bien, para Kalte fue más peñazo que otra cosa, pero para mi fue super entretenido.
A Kalte se le hizo bola el tercer set del segundo partido pero por suerte no había más tenis ni hay más tenis en el horizonte. Fue una experiencia buena, se veía bien a pesar de tener las entradas más baratas y estar en el segundo anfiteatro. Estuvimos rodeados de Serbios y fans de Novak así que en muchos momentos del tercer set echamos de menos los tapones. Vimos ganar su primer Masters 1000 a Holger Rune y el final de partido (un juego de más de 10 min que se hizo eterno) fue muy emocionante.
En cualquier caso, las entradas nos costaron 50€ cada una, tuvimos acceso a las finales de dobles e individual, los precios de la comida y la bebida no eran excesivos y, en general, está bastante bien como primer acercamiento a un torneo de tenis profesional. La relación calidad/precio es mucho mejor que en Masters de Madrid por ejemplo. A tener en cuenta para otros años.
Catacumbas
Fue... interesante. El hecho de visitar un osario público a 20m por debajo del suelo nos llamaba la atención y era una de las pocas atracciones turísticas que nos programamos en toda la semana. No creo que la relación calidad/precio sea buena (bastante caro con la audio-guía) pero es impactante verte en un túnel de menos de 2m rodeado por un montón de calaveras, fémures y tibias decorando las salas.
La audio-guía es casi necesaria. No hay mucha información, y el hecho de no tener casi iluminación ni la posibilidad de sacar el flash hace que los carteles no se puedan leer y sin la audio-guía es complicado saber qué, cómo, cuando o porqué se llevó a cabo la tarea de crear un osario así de macabro. Recomendable, pero intentaría acudir cuando haya poca gente. La peñita haciéndose stories de Instagram y grabando TikToks con un montón de restos humanos fue la segunda cosa más macabra aquella mañana.
Versailles
Estuvimos horas, nos habríamos quedado más. Es increíblemente bonito y majestuoso. Te das cuenta de que Luis XVI y Maria Antonieta no tenían perdón. Teníamos el turno de las 11 y media y salimos del palacio a las 14 con aun mucho por ver. Salas y salas y salas... la visita con audioguía es: pesada. Queríamos historia y nos dieron historia del arte. Queríamos chamullo y nos explicaron el porqué de la decoración de cada sala. Aun así, la información era justa pero necesaria. No recomendable pero nos gustó.
Cuando salimos a ver los jardines y vimos un canal en el que se disputarán pruebas de piragüismo en los JJOO de Paris 2024, te das cuenta de que son canales anormalmente grandes para una casa de recreo. Y es que tuvimos que alquilar unas bicis para poder dar una vuelta completa a todo el complejo y aun así nos llevó más de una hora pedaleando dar una vuelta y volver a dejar la bici. Innecesariamente grande. Guillotina.
Gasté un carrete y medio en Versailles. No se merecía menos. Alquilar la bici es recomendable, no es demasiado caro (la opción más barata) y así te da tiempo a recorrerlo todo en un tiempo prudencial y puedes perderte por los caminos de detrás (rodeando los canales) y ver la otra cara del complejo. Seal of approval.
De vintages por Paris
Una de las cosas que más ilusión nos hacía. Estuve investigando y acabé seleccionando una docena de vintages para visitar durante la semana. Al final hubo 3 que sobresalieron.
Kilo shop Kawaii - Hay uno en el Marais y otro al lado del Canal de Saint Martin. Buenos precios pero muy buena calidad. El del Marais es un poco angosto, con la ropa de hombre en el sótano, y tiene menos cantidad, pero el de al lado del Canal de Saint Martin tiene muchísimas cosas y es más abierto y menos transitado. En uno me pillé unos pantalones de lana y en el otro un abrigo tremendo. 20€ y 50€. Hay artículos que no van por precio al kilo, estad atentos.
FREE'P'STAR - Muchas tiendas pequeñas, mucha cantidad de cosas, muy poco ordenado, pero hay auténticas gangas. Hay como 7 u 8 locales en la misma calle, espectacular.
Adöm - Seguramente el que mejor calidad de ropa tenía. Bien de precio, dos locales enfrente uno del otro. Muy recomendable también.
Paseando por el sena
El sena a su paso por París
En una de esas cosas que nos pasan cuando visitamos París, nos encontramos con un rodaje en Île de France y no podíamos cruzar, así que lo que hicimos fue bajar al lecho del río y caminar durante un buen rato. Es bonito y por la tarde mientras se acerca de noche está todo muy bonito. Hace un poco de fresco así que hay que ir preparado. Hicimos fotos, nos comimos un sandwich y andamos bastante. Recomendable siempre. En Berlin hicimos lo mismo, debe ser costumbre por lo de vivir en Valencia con el antiguo cauce del río Turia.
Musee de L'Orangerie
Los nenúfares
Cuando llegamos al museo teníamos bastantes expectativas. Nos gustan mucho los impresionistas, y en L'Orangerie hay dos salas dedicadas a la serie de los nenúfares que hizo Monet: cuadros de 10m de largo por 2 de alto que en principio están pensados como un lugar para meditar y relajarse. Si no fuera porque claramente está saturado de gente hablando, haciéndose fotos y demás. Propuesta interesante, ejecución terrible.
El sótano, por otro lado, tiene una colección mucho más interesante. Desde Derain a Sezanne, una colección repleta de cuadros de autores impresionistas y post-impresionistas que realmente hacen que la visita al museo merezca la pena. Es la colección de Guillaume y Walter, marchantes de arte durante gran parte del siglo XX, y es una auténtica pasada.
Canal de Saint Martin
El canal de Saint Martin
Una cosa que vimos en muchos TikToks y reels de parisinos fue el canal de Saint Martin, un canal en el que puedes acudir, hacer un picnic o comer algo en los restaurantes que lo bordean. Es una presa navegable que vale la pena visitar. Un par de fotos, comer algo en el borde y darte una vuelta por el barrio. Muy chulo, recomendable.
Comer / beber
¿Una sena de picgoteo?
Como estábamos cerca de Bastille, decidimos no salirnos demasiado de nuestro arrondissement y explorar lugares cercanos. El primer día nos acercamos a un bistró típico, Les Funambules que estaba bastante bueno. Muy petado de gente, sin casi sitio para estirar los brazos, pero con buenos precios y buenos platos. Nos gustó tanto que repetimos y me equivoqué al pedir los platos en francés las dos veces. Aun así no me arrepiento de lo que pedí en ambas ocasiones. Probado los tartar y la ensalada Funambule.
Como Kalte se lleva mal con el gluten (historia de una alergia) nos acercamos a Noglu una pastelería/cafetería que también hacen almuerzos un par de veces, a desayunar y a comer. La verdad que no es nada barato (lo habitual en cualquier cosa gluten-free) pero, no por la repostería en si, sino por los cafés. Nos dimos cuenta que el café con leche era más caro que las porciones de tarta o de bizcocho. El bizcocho con avellana si vais a desayunar y el menú del día son recomendables. La Quiche... tremendamente buena.
Bizcocho de avellanas y banana bread... espectaculares los dos.
Cuando estábamos buscando sitios para tomar algo después de recorrernos el Marais buscanco vintages, nos acercamos a Bastille al Café Divan. Empezamos por un par de copas de vimo y acabamos cenando con dos raciones de patatas y un par te tablas variadas aprovechando la happy hour. Gente majísimo, vino bueno, buen ambiente, buenos precios... es que no sé qué más podemos pedir, la verdad.
El anfitrión del AirBnB nos dejó varias recomendaciones y mi francés volvió a hacer de las suyas. Nos acercamos en nuestro arrondisement (11é) a Trois Fois Plus de Piment (tres veces más picante) en el que encontrarás noodles chinos exquisitos y picantes. Demasiado para Kalte y en ocasiones para mi. Pedimos 2/5 de picante pero fue too much para unos noodles, al menos para nosotros. No es raro ver gente secándose el sudor o sonándose del picante. Lo recomiendo pero cuidado con cómo pedimos las cosas. Tienen locales por todo París así que seguro que hay alguno cerca.
Como las pastelerías en París abundan pero son complicadas de manejar (muy complicadas) y el café es carísimo, la única que nos llamó la atención (a parte de las cosas en los locales de Cédric Grolet) fue la Boulangerie du Musee, cerca del museo Rodin. Café ok (Nespresso professional) pero muy buenos croissants. Recomendable antes o después de visitar el museo o el Grand Palais.
En este blog hablo de fotografía, tenis, cultura pop, ansiedad, vieojuegos, música o cine.
Mi nombre es Carlos, aunque mi madre me quería llamar Isidro. Nací en Sax, creé mi primer blog en 2007
y tuiteé peligrosamente durante muchos años. Estudié ingeniería informática en Valencia y trabajo como
ingeniero desde 2015. En 2023 me mudé a Bruselas y cuento la experiencia desde este blog.
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