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La movida (de irnos a Bruselas) 2: Cajas, prioridades y listas
7 de enero de 2023

La movida (de irnos a Bruselas) 2: Cajas, prioridades y listas

La calle en la que vivía Kalte cuando nos conocimos y en la que viví con ella unos meses

Después de veinticinco cajas, varios días tirando cosas, transportando muebles y vendiendo objetos que nunca volveremos a usar, tenemos un problema de prioridades. Bueno, yo lo tengo. Cuando ya hemos casi vaciado todo y nos hemos deshecho de todo lo que hemos podido, estamos viendo la luz al final del túnel pero a la vez hemos dejado muchas cosas a punto de terminar pero sin finalizar lo que crea muchos frentes y mucha dificultad para enfocarse en algo.

El viernes pasado cargué el coche con bolsas de ropa, una televisión, cajas y muchas cosas para dejar en el pueblo y, cuando miré hacia el apartamento, parecía que no habíamos quitado nada. Ahora mismo solo hay un montón de cajas amontonadas en el salón, y un par de muebles que nos queremos llevar pero no tenemos la sensación de estar cerrando frentes, solo abriendo más.

¿La ropa? Casi terminada de recoger, dar y guardar. ¿El estudio? al 99%. ¿La cocina? queda solo lo que necesitamos para vivir. ¿El baño? con las bolsas de aseo y tres cosas más. ¿Los muebles? solo queda sofá, cama y una Kallax rota. Tenemos una sensación extraña, fruto de la combinación de una sensación de haber terminado casi todo y aun tener muchas cosas por delante que desconocemos, una sensación de falta de control que me consume un poco cada día.

Cuando miro el apartamento veo un montón de cosas que pueden estar terminadas pero que o no lo están al 100% o tengo miedo a que haya algún vicio oculto. Es una sensación horrible, el martes partimos a la búsqueda de un piso en Bruselas y parece que nos dejamos muchas cosas para hacer aun.

El otro día nos sentamos e hicimos una listas con las cosas que hay que hacer. Retiramos la cortinas, descolgamos los estores y vimos que había más agujeros que tapar. Recogimos ropa, los armarios y vimos que había que pedir una caja-armario para los abrigos. Encontré una caja que se me había olvidado y le llevé a mi madre un montón de tarros de cristal. Ahora mismo confío toda mi estabilidad mental a esa lista de cosas por hacer. Recogimos casi toda la terraza, hemos tirado un montón de cosas pero tenemos que empezar a tachar cosas de la lista y empezar a marcar prioridades, no solo cosas por hacer.

Quizás haya que empezar a priorizar habitaciones e ir cerrando, por ejemplo la terraza, la cocina, el salón o el estudio. Ir cerrando estancias hará la casa más pequeña y quizás la sensación de una mudanza a medias y una casa aun demasiado viva vaya desapareciendo. Quizás es que enterrar el sitio donde hemos pasado los últimos cuatro años con una pandemia de por medio sea bastante más duro de lo que creíamos. Quizás el no tener un sitio al que ir todavía no nos haga ver que hay luz al final del túnel y seguimos viéndolo todo como un pozo de tareas no finalizadas. Quizás tengamos un problema con dejar cosas a medias o con aceptar que hay cosas que no hemos terminado y vivir con ello.

Muchos quizás. La realidad es que estamos también atentos a las webs inmobiliarias de Bruselas, mandando emails, llamando y reservando y eso nos da un poco de ansiedad pero un poco de contexto. En unos días estaremos viendo apartamentos en los que instalarnos dos semanas después, quizás inmediatamente. Tenemos mirada una cama de IKEA a la que acudir cuando firmemos el contrato y ya tenemos los papeles de los gatos para que vuelen con nosotros. Ya comenté en otra entrada el plan que teníamos. Es posible que en Febrero pueda estar en las fiestas de mi pueblo y viajar a Bruselas definitivamente el día 6.

Pero todo está en el aire. Prioricemos lo más terrenal: terminar cajas, vender muebles, buscar casa. Mientras, he hecho una lista de Spotify para conseguir un plus de oxitocina cuando me quedo sin papel de burbujas o cuando descubro algo más que tengo que llevar al pueblo. Otra de esas listas a las que me agarro para mantener mi estabilidad mental a raya.

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La movida (de irnos a Bruselas) 1: El plan
2 de enero de 2023

La movida (de irnos a Bruselas) 1: El plan

Una foto sin procesar de un viaje a Berlín en 2017

Lo hemos explicado muchas veces ya. Primero a familia, luego a amigos y ya hemos acabado explicándoselo hasta a las cajeras de Mercadona o al electricista: nos mudamos a Bruselas, a finales de enero, con nuestros gatos y algunos muebles. No tenemos piso, nos quedamos en casa de mi prima y no vamos a echar de menos las fallas. En fin, que vengo hoy a contar la movida.

Noviembre estaba siendo un mes movido, mucho. A principio de mes nos escapamos a Paris durante 10 días para unas merecidas vacaciones que aun no habíamos disfrutado. Al volver a Valencia, estuvimos un par de días en nuestra casa y volvimos a coger un avión para aterrizar en Bruselas porque Kalte tenía que atender diferentes temas de trabajo. Solo estábamos unos días en la capi y aunque estuvimos trabajando pudimos ver cómo podría ser vivir y trabajar a diario allí. Porque sí, sabíamos que podía pasar desde hace meses aunque veíamos la posibilidad bastante remota.

Lo cierto es que Kalte lleva meses esperando que le comuniquen si finalmente la movían de trabajar en remoto absolutamente a trabajar allí presencialmente en formato híbrido. Ha pasado pruebas, entrevistas y burocracia pero, finalmente, y después de un proceso larguísimo y cuando acabábamos de volver de Bruselas, le comunicaron que en Febrero tenía que empezar a ir a oficina (yaaaaay).

En el momento que supimos la fecha, nos pusimos manos a la obra: empresas de mudanza, calendario, fechas, qué nos llevamos, qué dejamos, qué vendemos, se lo decimos a la familia, se lo decimos a amigos, hablamos con mi prima que vive allí, hablamos con la veterinaria para llevarnos a los gatos, vemos el papeleo necesario, hablamos con asesores...

Por mi parte, yo puedo seguir trabajando sin problema (al final sigo siendo un trabajador en remoto para una empresa en USA) facturando y tributando en Bélgica. He de conseguir la residencia y darme de alta allí, pero obviamente he contactado con un asesor para que se ocupe de todo el papeleo.

En aquellos primeros días tras conocer la noticia, Kalte y yo nos sentamos a diseñar un plan para mudarnos a Bélgica sin que fuese una puta locura (o al menos una tortura enorme). Después de darle vueltas y entender que teníamos que hacer una mudanza internacional, encontrar apartamento personalmente, seguir viviendo aquí casi dos meses, pasar navidades y continuar trabajando todo este tiempo, decidimos llevar a cabo nuestro plan en tres fases:

La primera fase del plan es la más agotadora pero la más sencilla: adelgazar y empaquetar la mudanza. En primer lugar seleccionamos lo que necesitamos para vivir y trabajar desde el primer día. Las cosas que pensábamos renovar en poco tiempo (en nuestro caso sofá, cama y colchón) las quitamos de ese grupo. Luego seleccionamos cosas que queríamos mantener (libros de consulta, videoconsolas, tocadiscos...). De todo lo demás, había muchas cosas que no nos podíamos llevar pero queríamos mantener y otras que simplemente eran de nuestra familia. Todas estas las metimos en una furgoneta y las llevamos de vuelta a sus respectivas casas para quedarse allí o esperar a que nos las pudieran enviar. El resto de cosas que nos quedaban las hemos ido vendiendo o tirando.

Ahora mismo, esta parte del plan está al 90% diría yo. Muebles que nos quedan por vender/dar/tirar son simplemente unos tableros, las sillas de escritorio, la cama, el colchón, el sofá y una estantería. Bueno, no son tan pocas, pero lo único que pensamos vender son las sillas, el sofá y la estantería, el resto se van al vertedero. Hemos tirado ingentes cantidades de cosas (y aun queda) y los viajes en furgoneta fueron increíblemente agotadores, sobretodo el hecho de transportar muebles antiguos, pero esa fue la tarea más compleja.

En el otro lado de la balanza están todas esas cosas que nos queremos quedar y llevar a Bruselas. Aquí hay de todo: ropa, electrónica, standing desks, peladores de verdura... Hay muchas cosas que nos vamos a llevar, más de las que esperábamos, pero es que la mudanza nos va a costar lo mismo por unas cajas más. Ahora mismo llevamos 22 hechas y nos han presupuestado 30. Estamos cerca, nos queda una caja de cocina (porque tenemos que seguir cocinando y comiendo) y algo de ropa y aseo (de nuevo, lo mismo). En cualquier caso, esta fase está casi finiquitada.

Mañana empieza la fase 2 del plan: encontrar un hogar aka BRUSEALISTA. La semana que viene volamos a Bruselas para dedicar 10 días a encontrar una casa o apartamento en el que vivir. Por suerte podremos quedarnos en casa de mi prima que es super guay y nos está ayudando una barbaridad a cambio de hacer de chóferes cuando estemos instalados allí y tengamos el coche en el país ya. Pero volvamos al plan.

Esta semana estaremos llamando y concertando visitas para la semana que viene (de miércoles a viernes) para llegar y ponernos a visitar casas como locos. Asimismo la semana que viene concertaremos citas para la siguiente. Durante el último mes hemos estado quemando las webs de inmobiliarias de Bruselas en búsqueda de buenas oportunidades y tenemos una lista de unos 50 pisos para visitar que estamos priorizando (disponibilidad, localización, precio...). Con el nuevo año han salido buenos pisos así que no es de extrañar que encontremos casa en esos días.

Cuando tengamos la casa, hayamos firmado el contrato de alquiler y hayamos depositado la fianza y el primer mes, tendremos que hacer una serie de trámites para que la fase esté casi completada: primero tenemos que conseguir la residencia (que es simplemente registrar el empadronamiento en la comuna local) y luego tendremos que abrir una cuenta bancaria en un banco belga. En mi caso, además tengo que contactar con mi asesor para iniciar los trámites para establecerme en Bélgica como trabajador autónomo.

En este punto, la fase estará completada al 90%, pero faltan un par de cosas. En la primera fase comentamos que había algún mueble que necesitamos para vivir pero que no nos llevamos porque los íbamos a renovar. Pues bien, en Bruselas casi todos los pisos están sin amueblar, lo que significa que tendremos que renovarlos a la fuerza. Tendremos que correr a un IKEA a comprar una cama y un colchón con su correspondiente ropa de cama para poder empezar a dormir cuando volvamos, porque, como bien he comentado, solo estaremos 10 días.

Cuando hayan pasado los 10 días y la fase esté completada, lo que haremos será volver a España para que comience la última fase del plan: pirarnos aka LEAVE. El 23 de Enero la compañía de mudanzas se lleva todas nuestras cosas. En principio, es posible que el 25 todas nuestras cosas estén ya en la puerta de nuestra nueva casa. Eso quiere decir que nosotros tendremos que volar de nuevo de Valencia a Bruselas el 24/25 de enero para poder recibir la mudanza en nuestra nueva casa o, en el peor de los caso, dejar las cosas en un guardamuebles durante dos semanas. Dejaremos el coche en España, volaremos a Bruselas, recibiremos la mudanza y nos instalaremos.

Esta última fase es aun difusa, porque dependemos del factor casa de la fase anterior. Si no conseguimos casa se complicará la cosa porque el 31 de Enero como tarde entregamos las llaves de nuestra casa actual. En cualquier caso, nos podemos quedar en un AirBnb unos días más en Bélgica y nuestras cosas en un guardamuebles a la espera de conseguir un apartamento en Febrero. También nos podríamos quedar más tiempo con mi prima y nuestros michis o arreglar alguna otra cosa. Hay planes B y C. Pero el plan A tiene buena pinta.

Es increíble lo complejo que es hacer una mudanza así. No por el hecho de la mudanza en sí, sino porque hemos tenido que estar planeando como vivir durante dos meses, planificando qué empaquetábamos cuando o qué era necesario y qué era simplemente un adorno que no importaba empaquetar ya. Aun así, después de un mes haciendo cajas y tirando cosas, creo que lo hemos hecho muy bien: solo quedan unas pocas cosas y en las próximas semanas apenas vamos a estar tiempo en Bruselas.

Ahora tengo una sensación constante de falta de control sobre lo que queda por hacer, empaquetar, tirar o gestionar que no me deja dormir muy bien (ni siquiera en el maravilloso fin de semana de fin de año que hemos pasado en la campiña valenciano-turolense) pero para ello hemos tirado de listas to-do en Notion para tener constancia de cualquier cosa que se nos pueda escapar. Al final lo peor que puede pasar es que tengamos que tirar muebles que queríamos vender. Y ya ves tu que drama, si ya hemos empaquetado los peladores de verdura.

@digitallybaffled Completing the plan #productivity #animation #productivityfail #brainnotworking ♬ original sound - digitallybaffled
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You only move thrice
31 de diciembre de 2022

You only move thrice

Como la ropa sucia que dejas que se amontone en una silla en una esquina de tu habitación, yo he dejado así un poco el blog este 2022. Pero reconocer los errores es de sabios (o algo así dicen) así que yo he venido a solventarlo con una última entrada sobre la bocina de 2022, ya prácticamente muerto y en descomposición.

Tenía una oportunidad perfecta para documentar todo el proceso y dejar constancia sobre el tema, pero en su lugar me he dedicado a bañarme en contemplación y movidas. En cualquier caso, el hecho es que en menos de un mes estaremos instalados en Bruselas. Con suerte.

Si el que lee esto me siguiese en Mastodon o Instagram, habrá leído que he estado hablando de vez en cuando de las incomodidades de mudarse o la cantidad de cosas que tenemos que vender para sacar un pico que tape alguno de los agujeros que nos está haciendo el proceso en si. Mudarse es difícil, hacerlo internacionalmente con navidades en medios está siendo un suplicio. Por suerte, vemos la luz a través del túnel (porque sino no sería un túnel, sería un pozo).

Hemos dedicado noviembre a hacer cajas y vender muebles y objetos que no tienen cabida en la que va a ser nuestra nueva vida en Bruselas. También ha pasado que llevamos tiempo queriendo cambiar algunas cosas y necesitamos renovarlas. En ese caso tampoco ha habido Merced y se ha ido todo a Wallapop o al portal a la espera de la recogida de muebles del 010.

Las primeras cajas que hicimos fueron las de nuestro estudio: libros, cámaras analógicas, algún cachivache que teníamos por encima de la mesa y demás artilugios que ya no usábamos pero nos negábamos a tirar. Después vinieron las cajas con electrónica, y empezamos a quedarnos sin comodidades sin importancia como videojuegos o alguna consola. Luego vino la ropa, con la que tuvimos que empezar a elegir qué queríamos dar, que queríamos mandar a Bélgica y qué considerábamos vital para seguir poniéndonos. Estábamos entrando en terreno pantanoso. 

Llegaron las navidades y ya habíamos vendido, guardado en casas de parientes o tirado una enorme cantidad de muebles desnudando nuestra casa durante 4 años. En este punto tuvimos que cerrar una fecha con la empresa de mudanzas. Y la ansiedad se intensificó. A falta de 10 días para irnos a Bruselas a buscar una casa y menos de un mes para que llegue el día M de mudanza, estamos continuamente evaluando riesgos, costes, beneficios, afrontando miedos, incertidumbre, despedidas y refrescándonos con ilusiones, esperanza y posibilidades.

Podría haber documentado todo el proceso y haber hecho un seguimiento exhaustivo de cómo iba todo, pero decidí abrazar el presente de la ansiedad positiva, esa que viene de un cambio inminente pero positivo. Es una sensación extraña y prácticamente olvidada debido a la cantidad de ansiedad que en los últimos años han inundado mi vida. Saber diferenciar la normal y coherente de la creada y sostenida sobre falsas creencias es de las mejores cosas que me quedo de los últimos años.

LMAO lo que he escrito. Acabo de volver a esto a las 9 de la noche del 31 y todo siendo demasiado intenso pero es demasiado tarde para rectificar. En fin, que sea lo que 2023 quiera. A la mierda.

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La Oreja de Van Gogh como refugio
3 de marzo de 2022

La Oreja de Van Gogh como refugio

Hablo de caballos y cuadra y se esperan un club de campo no un secarral

La verdad que llevo varias semanas escuchando mucho La Oreja de Van Gogh. Creo que el 20 de Enero vi un par de memes en Twitter y me lancé a escuchar una lista que tengo para estos momentos. Aunque no lo hago por el meme. Soy muy fan de LODVG, de la vieja, la de Amaia, la que acabó con Guapa (y Más Guapa, que siempre cae en el olvido) y tiene seguramente dos de los mejores discos del pop que han salido de Españita siempre.

Mis razones para escuchar La Oreja son simples. Me recuerda a los veranos que pasé en mi campo antes de que la vida se pusiera en modo adulto, me fuese a Valencia y mi padre muriese. Los veranos eran larguísimos, los pasábamos en el campo y durante esos 3 meses mi hermana y yo estábamos solos muchos días. Mientras mis padres trabajaban, nosotros arreglábamos la casa, hacíamos la comida y cuidábamos a los animales. Era en esos días de hacer recados que nos poníamos, en un viejo walkman conectado a un aun más viejo equipo de música, CDs sin parar. Desde Mecano - Ana Jose Nacho a Carácter Latino 2001. También Joaquín Sabina, Ella Baila Sola, Estopa o, por supuesto, La Oreja de Van Gogh.

Creo que en un momento en el que los picos de ansiedad están alcanzando tremendas cotas, es importante tener un refugio mental en el que meterse, encerrarse y descansar de todo. Supongo que habrá gente que se ponga sonidos de lluvia(a ratos a mi me funciona también) o una serie en bucle (culpable también). A mi me funciona ponerme esta música. Me ayuda a recordar que la vida no tiene que ser estresante, complicada, llena de obligaciones y muchas veces viviendo en tercera persona.

Puede que sea un medidor de ansiedad, estrés e incertidumbre, en cualquier caso, estas últimas semanas me encierro en mi refugio mucho y no es que esté la vida para no hacerlo. Guerras, crisis económica, cambio climático, el fascismo ascendente... y nosotros seguimos trabajando de 9 a 5, arreglando bugs y desarrollando features. Mientras el mundo se tambalea yo actualizo un ticket en Jira y le pido a mi PM donde pongo la prioridad. Luego juego a tenis, vamos al cine y cenamos con los amigos.

La vida fuera del refugio no tiene sentido. Aquí dentro tampoco, pero se está más a gusto.

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Trabajar en remoto casi me mata y acabó salvándome la vida
27 de febrero de 2022

Trabajar en remoto casi me mata y acabó salvándome la vida

Gante, una ciudad preciosa.

En octubre de 2017 comencé a trabajar en remoto. En un principio no teníamos oficina, y aquello de vernos a través del recién estrenado Microsoft Teams no parecía del todo serio. Hablábamos mucho de coworkings, oficinas o cómo convencer a dirección de ponernos un piso en el centro. Quedábamos de vez en cuando, nos tomábamos alguna cerveza, nos quejábamos... pero en seguida vimos que aquello eran todo ventajas.

Desde no tener que levantarte a las 7 menos algo hasta poder llevar a los niños al colegio como hacía un compañero, trabajar en remoto nos ofreció infinidad de posibilidades para tener más tiempo libre, conciliar más y, porqué no, aprender a hacer pan mientras trabajas. Me acostumbré en seguida y perfeccioné el manejo de la harina de fuerza.

Cuando llevaba ya unos meses en esa dinámica, empecé a estar cansado de estar en casa. Mi pareja llegaba tarde y, al contrario que a mi que me apetecía salir a la calle, desconectar, pasear, ver gente y entender que la vida seguía, ella prefería quedarse en casa tranquila después de un día de mierda viendo alguna serie o jugando al Tomb Raider. No era de extrañar, yo unos meses antes estaba en el mismo punto.

La falta de una sensación real de desconexión se apoderó de mi. La oficina era mi casa y mi casa era la oficina. Durante unos meses sufrimos un estrés bastante alto: jornadas largas, presión, desarrollos a medio terminar, integraciones con canales oficiales del estado... recuerdo parar en ciertos momentos para hacer pan y realmente no pensar en nada. Ni reuniones, ni code reviews ni programar... simplemente amasar y no pensar. Necesitaba salir.

Me apunté al gym, empecé a bajar a la calle a mediodía, me iba a trabajar a una cafetería, daba paseos por la mañana... intentaba hacer todo lo que fuera posible por salir de casa y mantener la dinámica laboral a la vez. Además se acercaba verano y las vacaciones nos ponían en un aprieto. Pasado lo peor, pude descansar y sentir un poco esa desconexión que la masa de pan no lograba darme.

Tras las vacaciones de verano volví mejor. La desconexión (esta vez de verdad) me hizo más resiliente a quedarme 12h en casa al día. El gym y demás eran la metadona que me mantenían encerrado todos los días negándome la necesidad de una oficina, de pedir algo más de vacaciones, o unos días libres. Todo parecía mantenerse con pinzas hasta que, simplemente, peté.

Puede que fuese una acumulación de varios factores. Teníamos un estrés terrible, tuve problemas con mi familia, problemas con personas cercanas y por aquella época por desgracia también falleció un conocido. Comencé a no dormir bien. Si a estar en casa más de 8 horas le sumas estar hecho una mierda por no haber descansado ni tres horas, aquello era una tortura. Al poco tiempo empecé a tener ataques de pánico por las noches. Dejaba de trabajar y mi organismo explotaba como si no hubiese salida posible. Me imaginaba todo tipo de escenarios que acaban con mi inevitable, rápida y repentina muerte.

Recuerdo que llegó el punto en el que solo podía dormirme cuando, literalmente, me daba igual estar sufriendo un ataque al corazón con tal de descansar de una vez.

Acudí al médico y me recetó antidepresivos y un tranquilizante. Empecé a tomarlos regularmente y dejé de sentir nada. Simultáneamente me fui a trabajar a la oficina de mi pareja: me hicieron un hueco en su oficina y pude salir de casa. Aquello me liberó un poco. Conocer gente, intercambiar un "hola" y un café después de comer fue un soplo de aire fresco. Comencé a ir a terapia, me apunté a tenis y encontré un coworking.

Meses después dejé de tomar medicación. Comencé el duro, arduo y no siempre bonito camino del autodescubrimiento. Entendí que hay muchos factores que pueden provocar ansiedad y que no puedes controlarlos, solo identificarlos y saber que están ahí, acechándote. No puedes controlar la ansiedad, pero puedes aprender a detectarla y saber que es ansiedad. Hablé con un amigo de la diferencia entre el estrés real y la ansiedad. Connoisseur de la ansiedad.

Llegó un momento en el que estar en casa trabajando en remoto durante ocho horas solo era insostenible. La ansiedad que me provocaba estar solo allí pensando que me podía estar dando un ataque al corazón me impedía vivir con sosiego y tranquilidad, vivir en términos generales. El pensamiento cíclico que genera me impedía ver todas las cuestiones subyacentes que lo provocaban.

Trabajar en remoto, solo, durante meses, sin casi tener contacto con nadie, me provocó una cascada de crisis de ansiedad que cambiaron muchos aspectos de mi vida y muchos aspectos de mi. Puede que sin esa cascada ahora mismo no estaría aquí hablando abiertamente de ello. A día de hoy sigo yendo a terapia, sigo teniendo ansiedad, sigo con ese trabajo personal que empecé hace ya más de tres años al llamar a la que aun hoy es mi terapeuta, pero la diferencia es que puedo trabajar en remoto, solo y puedo dormir por las noches. Tengo mecanismos para tener una calidad de vida mejor. Sin todo este trabajo, no sé que habría sido de mi durante la cuarentena sin este proceso.

Trabajar en remoto casi me mata pero, en cierto modo, me salvó la vida.

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