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Estuve andando 50km durante 12 horas en la ciudad de Spa
11 de junio de 2025

Estuve andando 50km durante 12 horas en la ciudad de Spa

Aún no entiendo al cien por cien porqué hicimos la 50K. Cuando vi el evento en Facebook sabía que iba a ser duro pero pensé que sería manejable. El año pasado en Escocia ya habíamos hecho 50km en un día y, aunque habíamos acabado en el más extremo de los dolores, fue una experiencia increíble y queríamos repetir. En Escocia los paisajes fueron en muchos momentos preciosos, y lo que echamos en falta en aquella ocasión era naturaleza. En Spa, por lo que pude otear desde la página del evento, habría mucha naturaleza.

Spa es famosa por dos cosas: sus viejas y eternas termas (por las que llamamos a un Spa, Spa) y el circuito de Spa que se encuentra más al este a unos cuantos kilómetros. Es una ciudad en decadencia y que se nota que fue famosa hace mucho. Está llena de Spas aunque tiene dos que sobresalen sobre el resto, uno cerca del casino y otro en la cima de la colina que abraza el norte de la ciudad y al que se accede por teleférico.

El plan era el siguiente: la carrera empieza a las 7 de la mañana, por lo que nos toca hacer noche. Vamos el día de antes, dormimos, andamos los 50 kilómetros y nos volvemos a Bruselas. Un plan sin fisuras.

Cuando llegamos, dejamos las cosas en el hotel, nos damos una vuelta y decidimos comer patatas y croquetas en Chez Vinc'e. Las patatas están bien pero la croqueta de queso es la mejor croqueta de Bélgica. Es impresionante. Nos llueve mientras terminamos así que nos vamos corriendo al hotel a descansar. Dormimos en La Ville des Fleurs y nos encontramos con un hotel familiar, cercano, con una cama grande y cómoda, un baño completo y una sensación de comodidad y confort que nos acompañan toda la estancia. La persona que nos atiende en la entrada nos ha mostrado donde desayunar el día siguiente y como ir al polideportivo donde empieza nuestra ruta. Una señora entrañable.

A las 5:30 nos levantamos. A rastras vamos a la panadería que nos recomendó la señora con todas nuestras cosas. El café es meh pero el pain au chocolat y los cruasanes son espectaculares. Digno desayuno. Recogemos los bártulos y andamos los 1,7km hasta el polideportivo. Al llegar cogemos el dorsal, dejamos las cosas y nos preparamos para salir. Primero salen los corredores y a continuación lo hacemos los senderistas.

Mi research sobre el tema ha sido limitado en este punto. No había visto bien el mapa, sé que hay bastante desnivel y sé que la forma del mapa es de ocho pero tampoco había prestado mucha atención. Es andar, no puede ser tan difícil. Incluso me he traído una cámara para hacer fotos.

La ruta estaba dividida en creo 6 secciones. Entre cada sección había una parada para recargar agua, comer algo y descansar durante unos minutos o mear. Los primeros dos tramos los llevamos con mucha energía y mucho ánimo pero a partir del kilómetro 20 la cosa se pone compleja. Entre el kilómetro 20 y 30 la cosa se pone difícil. Mi cámara se rompe y un señor de un grupo que no para de pasarnos y luego pararse para que les pasemos nos toca las narices invadiendo nuestro espacio vital y entablamos un beef con ellos. También ha estado lloviendo intermitentemente aunque en estos kilómetros ha perdonado bastante.

La parada del kilómetro 30 la hacemos mientras hablamos de White Lotus. Las rutas de senderismo me gustan porque es una mezcla de meditaciones, hablar o debatir sobre cualquier cosa y contemplación a la naturaleza que nos rodea. Es una excusa perfecta para reconciliarse con la naturaleza y es buenísimo para la salud mental de cualquiera. En esta parada ya empezamos a reconocer a unas 10 personas con las que compartimos ritmo. Al fin y al cabo, nadie va especialmente rápido andando y con las paradas todos acabamos encontrándonos. Algunas personas se les nota cansadas. Nosotros también. 

Para entonces ya me he descargado el mapa y puedo ver que en el km 34-35 tenemos una subida bastante importante y preparo a Liv para ello. Cuando empezamos a subir, nos damos cuenta que el sonido de los bastones que llevan algunos nos molesta más que nada. El grupo con el que tenemos beef nos pasa y dejamos que más personas nos pasen. Buscamos urgentemente espacio entre los grupos para tener algo de paz mental. Empieza a llover. Mucho. La subida se complica con el barro para muchos y cuando caer un chaparrón significante y muchos se refugian nosotros seguimos porque mentalmente no podemos parar. El grupo con el que tenemos beef está parado de nuevo y les pasamos.

Cuando llegamos a la cima hay una parada en un refugio. En nuestra cabeza esta era la cuarta y última palabra. Consumimos mucha agua, comida, ositos de gominola y vamos al baño. Tenemos que aprovechar porque quedan 15km aun aunque ya hemos pasado lo peor. La lluvia amaina un poco y decidimos continuar después de la parada más larga con diferencia.

Este tramo es espectacular. Es un descenso de unos 3km bordeando un riachuelo mientras la lluvia cae y deja caer. Los colores beige, marrones, verdes y amarillos se entrelazan al borde del río. La humedad y la lluvia hacen que el descenso sea algo complejo pero quizás el cansancio también es un factor a tener en cuenta. Tenemos la suerte además de realizar el descenso totalmente a sola. Bajamos en silencio, como una procesión en honor a la naturaleza. Cuando llegamos al final hago una foto de la señal de la ruta para tenerla guardada. Volveremos.

Los siguientes kilómetros bordeamos un aeródromo cerca de Spa mientras nos damos cuenta de que el dolor y el cansancio han subido de intensidad muchísimo durante el descenso. Estamos doloridos. Las fuerzas escasean. Aun quedan 6km. Seguimos andando y dejamos la naturaleza para llegar al típico paisaje belga: caminos asfaltados a través de casas de campo.

Continuamos y acabamos en un camping de caravanas y bungalows en el que, por sorpresa, tenemos una última parada. Estamos tan cansados y el dolor se agudiza por momentos por lo que decidimos no parar más de dos minutos y continuar hasta el final. Dejamos el camping atrás y tenemos que subir una última colina. En ese momento las fuerzas vuelven y empezamos a pasar a gente. Tenemos unas última bala y la vamos a usar.

Cuando hemos pasado a unas 8 personas nos damos cuenta de que queda el último descenso hasta literalmente escasos cuatrocientos de metros de la meta. Este descenso es, de largo, el más complejo de toda la ruta. El desnivel es grande, el barro es abundante y las fuerzas vuelven a flaquear. Por momentos pienso que las rodillas me vencen y debo ir con mucho cuidado agarrándome a los árboles. Con cuidado, paso a paso, llegamos abajo y podemos volver a poner pies en polvorosa hasta el final.

El señor con el que tenemos beef nos pasa por última vez. Le dejamos pasar. Nosotros seguimos a lo nuestro. Mentalmente estamos cantando para ahuyentar el dolor. Bordeamos un lago, enfilamos los últimos metros y, de nuevo, encontramos al señor con el que tenemos beef parado, esperando a los suyos. Le pasamos por última vez. Enfilamos los últimos metros. Unas curvas, un último salto, cruzamos la meta.

Al final de la carrera hay una última parada con más sandwiches, bizcochos, agua, cocacola y demás. Primero vamos a cambiarnos y ponernos ropa seca. Luego comemos todo lo que podemos y, por último, nos hacemos una foto en la meta. Hemos estado casi doce horas andando casi sin parar y estamos agotados, con dolor, sucios pero muy satisfechos. Han sido cincuenta kilómetros muy sufridos pero muy bonitos. Hemos tenido momentos geniales y momentos extremos, pero hemos terminado.

Antes de dejar Spa, pasamos por la fritería a comer patatas fritas y las deliciosas croquetas de queso. Ahí, mientras a penas podemos hablar por el hambre, el cansancio y las ganas de volver a casa a pegarnos una ducha y sentirnos personas de nuevo nos damos cuenta de la hazaña y, porqué no, hacemos una tímida promesa de volver a Spa, tanto a andar como a descubrir algo más.

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La experiencia Döner kebab al borde del Rin
2 de junio de 2025

La experiencia Döner kebab al borde del Rin

Hemos pasado unos días en Bochum, Alemania. Al oeste para ser exactos. Entre Dortmund, Gelsenkirchen y Essen. Rodeados de fábricas, minas de carbón y los ríos Ruhr y Rin. La Alemania más working class. La Alemania donde creció mi chica. Escribo estas líneas en el viaje de vuelta, en el que posiblemente sea uno de los Flixbus más trashy de la historia.

Hemos pasado un fin de semana de semi relax, hablando con la familia de Liv, comiendo mucho pan terriblemente bueno y adictivo, dando paseos, visitando Bochum y a unos amigos en Düsseldorf. Y también se ha comido Kebab, en una cadena homenaje a “La casa de papel”. En serio. También hemos estado cantando mucho “Esa Diva” de Melody gracias a que Inés y otros amigos nos han mantenido al día del drama.

La cuenca del Ruhr es una cuenca minera en la que destacan varias poblaciones que conocerán por sus equipos de fútbol como Dortmund, Essen (Shalke 04) o la población de mi chica, Bochum. Cerca también queda Leverkusen aunque ya no es parte de este estado. 

Esta zona de Alemania es a la vez gris como el carbón y verde como la transformación en los tiempos post-extracción. Es increíble la cantidad de espacios verdes que componen y rodean estas ciudades que conforman una metrópolis en forma de banana. Muchas de las colinas que hay alrededor son artificiales, formadas a partir de todos los sedimentos extraídos de las minas y que han acabado formando parques, zonas de descanso, picnics y, en general, zonas verdes que inevitablemente transforman por completo lo que antiguamente eran simplemente ferrocarriles, canales, chimeneas, grúas y demás.

Bochum y las poblaciones cercanas tienen metro y trenes que las conectan. Bochum tiene parques llenos de árboles, lagos y un foco de alergias terrible. Tiene una universidad importante y un centro en el que la población india y árabe se hacen notar. Hay buenos cafés y tiendas multiculturales aunque el encanto yo lo encuentro más en los espacios verdes más alejados del centro. En cualquier caso es una ciudad europea y cuenta con todo lo que las ciudades europeas tienen: el río, el puente viejo que todos aman, el puente nuevo que a nadie gusta, el centro financiero, el barrio hipster, la zona universitaria… os hacéis una idea.

El jueves apenas salimos porque el plan era llegar, descansar y cenar. El viernes sí que fuimos a dar un paseo desde la casa de Liv al centro paseando por mucha zona verde, alguna colina artificial y el paisaje minero de fondo. En el centro visitamos varias tiendas -shoutout a Ideee y la tienda india del centro por que son visitas siempre necesarias además de hurgar en los descuentos de TKMax - y nos volvemos a descansar a casa. Aprovecho el paseo desde las afueras al centro para hacer muchas fotos y hasta se improvisó una sesión a Liv en unas esculturas que encontramos por el camino.

El sábado nos fuimos a Dusseldorf a ver a unos amigos y a que yo pueda seguir gastando dinero en los carretes de fotos. Obviamente, una visita a Alemania no estaría completa sin comerte unos retrasos en el tren de la muerte. Por suerte todos los trenes iban con retraso así que, realmente, no había retraso, simplemente esperas a coger el tren antes del tuyo. Llegamos y paseamos por el barrio asiático (bastante impresionante) y nos dirigimos al centro viejo. Recogemos a nuestros amigos, compramos prosecco y unos snacks y vamos al Rin a hacer un picnic.

El Rin es uno de los ríos más importantes de Europa. Es navegable a su paso por Dusseldorf y es alucinante. Estuvimos tomando algo entre los dos imponentes puentes que salvan a la ciudad de estar desconectada por el río. Hice fotos, vimos el barco discoteca, observamos la tormenta que se acercaba por el horizonte, nos fumamos un porro sin niños delante, nos terminamos la botella de prosecco y, cuando comenzó a llover, nos fuimos en busca de un sitio en el que cobijarnos.

Nuestros amigos nos llevaron a un garito en el centro desde donde vimos que la lluvia iba a parar en un rato. Cócteles, risas y nos fuimos de camino a terminarnos el prosecco donde habíamos estado antes cuando la lluvia decidió dar un respiro. Unos vasos más de prosecco, algunos snacks más y vemos que la tormenta es más grande de lo que pensábamos. Hay que refugiarse antes de que empeore mucho así que vamos a que el que escribe estas lineas pruebe la experiencia Döner de Dusseldorf. “Haus des Doners” es una cadena de kebabs con ambientación “La casa de papel”. Ambientación no tienen mucha, la verdad, aunque mantienen el logo y los colores. En cualquier caso tiene mejor pinta que la cadena de kebabs de Podolski, aquel jugador de fútbol.

El kebab está bueno. A ver, estaba medio borracho y fumado como un gorrino, pero el kebab llevaba medio kilo de cilantro y cebolla y me lo acabé, así que bueno tenía que estar a la fuerza. Después de la experiencia, nos fuimos a coger el metro para ir a la estación de tren y volver a Bochum.

Cuando llegamos a casa, la tormenta estaba en pleno apogeo. Litros y litros de lluvia, rayos, truenos, viento... fue como si la climatología la estuviera dirigiendo mi estómago después del durum. Llegamos a casa algo empapados y acompañé a los padres de Liv con una cerveza de sobremesa tardía, para el estándar Alemán (He de recordar que todo esto pasó super pronto,  aún no eran las 23:30). Terminarnos las cervezas y el crucigrama del New York Times juntos, así que decidimos irnos a la cama.

El domingo me levanté con una resaca 3/10. Leve dolor de cabeza que sabía iba a desaparecer en poco tiempo. Desayuno alemán, contundente, con mucho pan y mucha mantequilla. También queso y charcutería. Café, huevos... es que de todo. Es de las adopciones culturales que quiero en mi casa.

El día no dio mucho de si. Si, fuimos a ver el jardín urbano de los padres de Liv. Y sí, fuimos a comer tarta y beber café con la abuela. Y si, luego estuvimos una hora esperando el bus que venía con retraso. Y si, ha sido un fin de semana excelente. Mucho chill, mucha búsqueda de similitudes entre alemán y neerlandés y mucho pan de pretzel. Ojala encontrar pretzels en Bruselas.

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Se volvió de Creta con éxito
5 de octubre de 2024

Se volvió de Creta con éxito

Hace una semana que volví de Creta. Aun no he podido hacer una reflexión seria del viaje conmigo mismo. No me ha dado tiempo. Ni siquiera he podido analizar todo lo que pasó y todo lo que hice. Estuvo bien, pero tampoco genial. Me alegra haberlo hecho, pero no lo volvería a hacer. Aun no se muy bien todo lo que está pasando a mi alrededor después de las vacaciones. Volví y rápidamente había perdido todo el buen rollo mediterráneo que tenía encima.

Me quedé sin buen rollo, sin tranquilidad y con la ansiedad aun peor. Creo que tengo la peor época de crisis de ansiedad desde 2018. Literalmente me dan escalofríos de la ansiedad y me han recetado Xanax, pero pensaba que para entonces, con las vacaciones terminadas, estaría recuperado y mas chill. Pero no es así. Tampoco llegué a descansar y la verdad que aquí un poco de lo mismo. Ahora mismo he empezado a prepararme una carrera que tengo a finales de octubre (si, de correr) y también quiero empezar Crossfit otra vez. He empezado las clases de neerlandés de nuevo y también tenis. He dejado de pagar trasporte publico e iré en bici a todos los sitios aunque, eso si, he pedido el extra eléctrico por si acaso: cada vez que tengo que subir una cuesta y me pongo a sudar a pesar de estar a 9 grados me acuerdo de lo mucho que estaría sudando en Valencia de la misma manera, no porque haya cuestas también, sino porque siguen a 30 grados centígrados.

Por otro lado, el trabajo no me da un respiro y estoy cerca de matar a alguien. Me intento consolar pensando que ahora tengo por fin tres meses sin un viaje, sin planes y sin nada que me haga salir del país. Literalmente, desde Octubre del año pasado que no dejo de viajar. Noviembre París, diciembre España. En enero España de nuevo para fiestas de Moros y Cristianos de las que volví en febrero. Después en marzo volví para fallas y en abril fui a una boda a Valencia. En mayo fuimos a París, en junio me fui a Londres, en Julio volví a España, en Agosto fui a España y a Escocia, y en Septiembre he ido a Grecia. Un año sin parar. Un año sin estar más de 4 o 5 semanas en Bruselas. Solo espero poder descansar, quedar con gente aquí en Creta, no salir del país hasta navidad y poder comer el desayuno mensual que me he perdido tantas veces. Ojalá.

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He visto el mar a 1150m de altitud
1 de octubre de 2024

He visto el mar a 1150m de altitud

Llega un poco tarde esta entrada. Solo quería compartir esta foto de un buitre que encontré el otro día en la meseta de Katharo. Llagar allí es complicado pero divertido. Se tarda un rato, hay muchas cabras por el camino pero las fotos son espectaculares. Desde allí arriba se puede ver el mar y hasta hay alguna taberna para comer y beber. Fue un buen día.

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Tercera regional liga helénica: Vino cretense 1 - playa nudista 1
27 de septiembre de 2024

Tercera regional liga helénica: Vino cretense 1 - playa nudista 1

Cuando llegué a Dafnes no las tenía nada conmigo. El pequeño pueblo de no más de 1500 habitantes está en una colina entre valles de montañas repletos de olivos, almendros y viñedos. El paisaje era precioso cuando conseguí llegar al pueblo y aparcar. Google me había metido por una cuesta empinadísima para entrar al pueblo por la parte de detrás y al pasar por la bodega a la que se suponía que tenia que ir parecía más el garaje de mi tía en fiestas de Moros y Cristianos que una empresa dedicada a la venta de vino.

Hace un par de días mandé un email preguntando por una clase de cocina griega que había encontrado en internet, pero yo estoy viajando solo y la reserva es para mínimo 2 personas, por lo que pregunté si me podían hacer un hueco en algún otro lugar. Me ofrecieron una clase de maridaje con más personas y dije que si.

Aparqué lejos, y cuando miré el mapa no me cuadraba nada. Para empezar, todas las bodegas del pueblo eran iguales: "Dafnes winery", "Dafnes Doloufakis Winery", "Dafnes wines by DAF winery"... no entendía nada. Paseando por el pueblo de camino hacia el sospechoso garaje, al que ya llegaba tarde, vi un cartel que apuntaba a "Doloufakis Winery" o algo así, así que me metí a preguntar. Me mandaron a la recepción y había un grupo de unos 12 turistas (probablemente parejas todo) esperando. Me preguntaron por mi nombre y mi reserva.

-¿Cual es tu nombre? - mirando el iPad con desdén.
-Carlos, mandé un email el otro día y me ofrecisteis una clase de maridaje.
-¿Clase de maridaje? Aquí no hacemos clases de maridaje, ¿A que email has enviado esto? - deja el iPad y duda.
-Pues a "blabla@gmail.com".
-No no, eso no es aquí, mira en Google eso es un garaje más allá, lo siento.
-Ah, oh, gracias, muchas gracias - otro día más siendo un payaso a tiempo parcial.

Ya con la indicación de que soy idiota, me puse de camino y llamé para avisar de que llegaba cinco minutos tarde. La chica, amable como nadie, me dijo que me esperaban que no había problema "no te preocupes Carlo, te esperamos".

Llegué a la puerta del garaje, ésta, ya abierta, daba paso a una especia de patio trasero. En el edificio otra puerta trasera industrial abierta mostraba un montón de cajas de botellas y torvas enormes en las que imagino guardaban el vino. En el patio había 4 mesas debajo de dos sombrillas gigantes que junto a un limonero, una higuera y un naranjo proyectaban una sombra que hacía el calor soportable y hasta agradable. La verja que limitaba el patio estaba decorada con decenas de botellas de vino vacías y un desmirriado gato blanco y negro maullaba en una esquina entiendo que esperando poder llevarse algo a la boca.

Cuando llegué, una pareja sentada en una mesa debajo de una de las sombrillas con sendas copas de vino esperaba y otra chica les ponía agua (entendí que era Federiki, la dueña). Me preguntaron mi nombre, me preguntaron si quería sentarme en otra mesa, pero como buen mediterráneo dije que si no molestaba nos podíamos sentar todos en una mesa juntos, y me dijeron que si. La otra pareja (perdonadme pero no me acuerdo de sus nombres) eran un italiano y una italiana de unos cuarenta y poco años que vivían en Suiza y se dedicaban a viajar buscando el sol (un poco como cualquier persona que viva en las tierras hambrientas de Helios del centro y norte de europa). Antes de comenzar, Federiki dejaba en la mesa una tabla con queso, rosquilletas, olivas, aceite de oliva, uva y almendras y nos explicaba la historia de la bodega.

Ella había heredado la bodega de su abuelo, productor de vino del pueblo durante muchos años. Su padre se dedicaba al cultivo y producción de aceite de oliva (que teníamos en la mesa) y su hermano se dedicaba al cultivo y producción de aceitunas encurtidas (que también estábamos a punto de degustar), además en el pueblo se producía queso y almendra (que, lo habéis adivinado, teníamos en la mesa). Nos explicó también la historia del vino en Creta, las variedades, lo que se producía alrededor de Dafnes y en su opinión cuales eran los puntos interesantes de la isla.

Mientras iba a por una botella de vino, nos presentamos e hicimos introducciones. Un par de minutos después, Federiki nos servía la primera copa de vino, y tras brindar y exclamar "Yamas!" empezamos a beber y actuar como si supiésemos de vino, a pesar de que minutos antes, cuando Federiki no miraba, nos habíamos sincerado y admitido que ninguno teníamos ni idea de vino a pesar de ser mediterráneos todos.

Podría hablar de cada vino y. cada variedad de uva. Pero esto no es una crítica gastronómica. Los vinos estaban bien. Los blancos eran muy duros, alta graduación y bastante pesados, pero se notaba que eran su expertise. Había alguno cuyo aroma era dulce como un zumo de frutas pero luego era seco y duro en el paladar. Mi favorito es un blanco ya casi al final del cual nos advirtió que solo producen 600 botellas al año. De largo, el mejor. Un blanco madurado en barrica 12 meses y otros 12 meses en botella que tenía una gama de aromas y un sabor alucinante. Terminamos con los vinos rosados y con los vinos tintos.

Mientras todo esto ocurría, la pareja y yo hablábamos de viajes, lo duro que es vivir en el centro de europa, experiencias en Creta y en otras partes de Europa, y hasta les hablé de mi amiga Ludo y lo mal italiana que es haciendo su "Pasta alla Ludo" (que no es más que atún de bote con pasta). En un momento dado, Federiki nos pregunto que si, al ser todos culturalmente cercanos, podía tratarnos como sus amigos. Hablamos de la isla, de qué hacíamos allí, de qué tal viajar solo y, en definitiva, Creta, vinos, playas y la vida en general.

Cuando terminamos de degustar todos los vinos, y siendo ya cerca de las dos de la tarde, Federiki nos acompañó a otear, desde la lejanía, los viñedos de los que salía el vino. Nos comentó que el calor es asfixiante en verano, que la lluvia escasea y que cada ciertos años nieva. Nos contó que Dafnes es un pueblo tranquilo, todo el mundo se conoce y no conocen lo que es el robo o la delincuencia. Nos contó que tratan con respeto a los extraños y que si alguna vez tenemos un problema, allí nos ayudarían.

Momentos después volvimos a la bodega y al llegar descubrimos cubiertos, platos y una botella de agua. "¿Pero esto no se había acabado?" pienso para mis adentros. "Vale, coger sitio, estamos terminando de preparar la comida". En teoría en la web ponía explícitamente que el maridaje y los vinos no constituían una comida, pero cuando empezamos a ver platos salir, entendimos que era todo una mentira. Ensalada cretense, dolmadakias (unos 50 sin exagerar), dakos, tostadas de pepino y tortilla y musaka. Además, una copa de vino del que más nos haya gustado. Me quedo sin palabras.

Probé la ensalada con miedo (viviendo en Bruselas, no espero mucho de las verduras), pero descubro que los pepinos son alpicoces, que los tomates saben a tomate y que la cebolla está dulce y jugosa. Todo excede los apelativos de delicioso o increíble. Los dakos, con el tomate, deliciosos siendo algo increíblemente sencillo. Los dolmadakias, primera vez que los pruebo y me enamoran. Del tamaño de un bocado, me como entre 15 y 20 y pido perdón porque quedan algunos en el plato. La musaka me hace recordar tiempos mejores en los que vivía en un país con acceso a verduras que sabían a verduras y en el que no hacía falta echar una salsa o 15 especias para hacer sabroso un plato.

Al terminar de de comernos casi todo (lo de los 50 domaldakias no es broma) Federiki nos saca licor, rakomelo, que me recuerda inmediatamente a una mezcla entre mistela o moscatel y aguardiente de orujo. Es muy dulce pero muy duro también. Después de un par de comentarios sobre el calor y sobre buscar una playa para dormir la siesta, nos levantamos y pedimos la cuenta. La pareja de italianos se despiden de mi mientras Federiki nos presenta a su hija y nos habla de su familia. Me quedo con ganas de saber más sobre todos, pero los encuentros casuales son especiales porque son efímeros, y así como nos hemos conocido de manera fugaz hemos de dejarnos ir sin saber el impacto que tendremos entre nosotros.

Pagué y me fui hacia el coche. Sorprendentemente, mientras caminaba por el pueblo hasta el aparcamiento me di cuenta de que los vinos y los licores no habían tenido ningún efecto y estaba fresco, aunque por otra parte también pensé en la enorme comida que nos habíamos pegado y en que la cata había terminado casi 2h antes. Cogí el coche y puse dirección a Mátala. En la guía que estoy siguiendo para este viaje, comentan el pasado de colonia hippie del lugar, por lo que quería ir a ver como está y, si es posible, bañarme desnudo.

Llegé a los 40 minutos por una carretera repleta de dobles adelantamientos, coches en paralelo y, en general, un desprecio por la vida humana excepcional. Aparqué lejos, a unos 10 minutos andando de la linea de playa, y desde ese punto ya observé que era una zona mucho menos transitada que el resto de la isla. Mientras descendía, pasé por múltiples parcelas con vallas de no más de un metro y una caravana o trailer convertido en vivienda. Claramente, era un zona hippie.

Cuando llegué a la playa el sol estaba ya descendiendo. Al llegar me crucé con una pareja desnuda y en videollamada con Liv le expresé mi emoción al ver que efectivamente era una playa naturista. La entrada a la playa estaba flanqueada por árboles que brotaban de la tierra y unos treinta metros de dunas que protegían y aislaban la playa del ruido exterior. Bajo de los árboles, gente acampaba sin mucho problema, daba la sensación de que eran locales y llevaban tiempo viviendo allí ¿precariedad? ¿espíritu hippie? no me paré a preguntar, eran las cinco y media de la tarde, el sol descendía, pero seguíamos estando a unos veintiocho grados centígrados.

La playa era mucho más larga de lo que yo creía. Era larga y con arena gruesa y oscura. Podía ver gente haciendo snorkel, y vi rocas a ambos lados y en la orilla. No sabía como de poblado de peces y animales iba a estar esta parte de Creta, pero sabía que iba a ser interesante.

Localicé un trozo de playa agradable, en frente de un chiringuito. Desde fuera podía ver dos puertas con sus marcos y todo a través de las cuales se accedía al jardín. Puertas de casa en valla de jardín. Una señal de "not naked here" en una de las dos puertas advertía que el espacio naturista terminaba en esas puertas. Me senté entre dos parejas naturistas que llevaban una especie de paravientos/parasol/tienda de campaña. Decidí que era una falta de respeto usar bañador en esas condiciones así que me desnudé y me acerqué a la orilla para ver rocas, como estaba la entrada y demás.

Rocas lisas, agradables pero peligrosas porque normalmente resbalan. Encima estaban en la misma orilla. Me acordé en ese momento que me había dejado las aletas en el coche. Como un imbécil. En cualquier caso, cojo el tubo, las gafas y la funda acuática para el móvil y me lanzo al agua.

Empiezo a nadar. A pocos metros de la orilla un par de taludes de tamaño medio dan una profundidad de unos 2 metros y comienzas a otear pececillos sueltos y bancos de peces alrededor. No me dio mucho tiempo a mas pues la sensación de tener el culo fuera del agua y el resto del cuerpo dentro era algo a lo que no me terminaba de acostumbrar, aunque tampoco era desagradable.

Al rato, doy media vuelta y vuelvo a la orilla. Salí del agua y me puse a leer. El sol había caído mucho, y apenas quedaban unos minutos de día. También aproveché para mandar audios a amigos sobre el día, la cata de vinos y estar en Creta. Cuando el sol se puso, recogí y me fui dudando por un momento sobre meterme en la taverna que había allí porque estaban tocando música en directo pero decidí que había sido un día largo y volví al hotel.

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El tobillo y la barba
24 de septiembre de 2024

El tobillo y la barba

Todo iba bien. No demasiado bien, pero bien. Dos días completos en Creta y estaba acumulando un montón de cosas para hacer. Por eso, cuando me levanté esta mañana y vi que al andar mi tobillo hacía crack cada pocos pasos y me dolía más que la noche anterior, me preocupé.

Mi tobillo hace mucho ruido, de siempre. Yo lo he asociado siempre a ese líquido que engrasa las articulaciones, no a un problema de cavitación o artrosis. Pero ayer, cuando volvía de mi clase de tenis, entiendo que por cansancio o porque soy un puto torpe, me doblé el tobillo bajando unas escaleras que daban a la playa, lo suficiente para que perdiera el equilibrio y me tuviera que apoyar en un muro de piedra.

No me dolía en el momento, pero por un segundo, la sensación de que había algo mal estaba ahí. Me duché y después de enfriarme empecé a sentir ese dolor. Al dia siguiente, como un imbécil esperaba que el dolor hubiera desparecido pero, para mi suerte, seguía ahí. Después de una consulta rápida con mi hermana (la mejor médico no médico) visité a la médico del hotel y la respuesta era clara: no hay nada roto pero es mejor prevenir.

Tenis cancelado. Me he hecho 2500km para venir a descansar y jugar a tenis y me acababa de quedar sin lo segundo. Tampoco puedo hacer hikes o excursiones muy largas si el tobillo no mejora, y al cierre de la edición de hoy no ha mejorado. Entonces me pregunté "¿Y ahora que hago?" y la respuesta, mientras descansaba en la playa por orden de la doctora apareció delante de mi: snorkel.

Así, fui al mini market que hay en el resort (sin antes tener un brevísimo ataque de pánico) para comprar gafas, tubo y aletas. Volví a mi habitación, descansé y acto seguido tuve que hacer lo que llevaba 3 años sin hacer: me afeité por completo la barba.

Para el que no lo sepa, las gafas de buceo crean un espacio estanco en tu cara gracias a la goma que tienen pero si la goma no está completamente unida a la piel, el efecto no funciona y acaba entrando agua dentro, por ello las barbas no pueden ponerse gafas de buceo que cubran todo, porque los pelos impiden que haya un contacto correcto.

Así que, durante unas semanas, me he quedado sin tobillo y sin barba.

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Una cala
24 de septiembre de 2024

Una cala

Después de un trayecto marcado por la negativa de los griegos a obedecer las normas más básicas de circulación, llegué a Elounda, un pequeño pueblo de pescadores a través del cual se puede llegar a la península inhabitada de Kalydon. Allí se encuentra la cala Kolokitha, llamada así por los restos de una antigua capilla con el mismo nombre.

La playa del hotel no me termina. Está repleto de parejas y de familias, lo que ahonda en mi crisis existencial de este viaje que es: "¿Puedo de verdad ser tan guay como para viajar solo o es solo un anhelo de una facción de mi personalidad que nunca estará presente por mucha terapia y trabajo de autoconocimiento que haga?".

Dejé el coche a unos 4km de allí, antes incluso de cruzar el estrecho camino que une Kalydon con Elounda, decido a dar un saludable paseo a las 12 del mediodía con tan solo treinta agradables grados centígrados. El trayecto del pueblo hasta el estrecho paso está repleto de restaurantes y pool bars con más aura de trampa para turistas que de auténtica comida griega. También hay diminutas playas (casi improvisadas) en las que turistas se tuestan al sol durante casi todo el año y algún que otro hotel o edificio de apartamentos.

El estrecho paso en sí es interesante. Es como estar en las lagunas de Torrevieja. Dependiendo de dónde sople el viento encontrarás que las olas rompen y mojan la carretera a pesar de ser aguas con menos de 1m de profundidad. En cualquier caso, continuo mi camino coon la sensación en todo momento de estar visitando unas lagunas o algo así. Cuando llego al otro lado me doy cuenta de que hay un fantástico parking cerca de unas ruinas antiguas. También información sobre rutas de senderismo. Paso de todo, continuo con mi destino en mente: la playa de Kolokitha.

El sendero que lleva a la playa es sencillo, se puede hacer en coche. Me cruzo con varios de camino tanto a la playa como de vuelta y entre medias encuentro diferentes calas aun más escondidas y desiertas. Me acuerdo mucho de mis aletas, mis gafas, mi tubo y mis escarpines. Ojalá me los hubiera traído. En cualquier caso, continúo y cuando llego al punto más alto del recorrido, veo que también hay algunas plazas de parking en lo más alto para el turista vago y cansado. En cualquier caso, admiro la vista que tengo cuando llego allí. Lamentablemente, solo tomé fotos con mi cámara analógica, así que las veremos en un mes. Antes de empezar a descender, a la izquierda, veo una antigua y diminuta capilla, la capilla de San Lucas. Según Google y la Lonely Planet, es interesante. De hecho podría haberla visitado, pero el calor apretaba y necesitaba un baño.

Desciendo el camino hasta la playa. Veo un enorme barco a lo lejos. También escucho sonidos provenientes de la playa cercana. Es común alrededor de la península ir en barco hasta una playa o hasta simplemente estar a unos cien metros para pegarse un baño o hacer snorkel. No es mi estilo, pero no parece mal plan. En cualquier caso, termino de descender y me encuentro con una diminuta cala de no mas de 15m de largo, con no mas de 10 personas que hacen que no haya mucho sitio donde estar. Me coloco, me pongo el bañador y me lanzo al agua. Vuelvo a recordar mis escarpines, hay rocas, cómodas, pero rocas. Y, joder, gente haciendo snorkel. Debería haberme leído la guía hace mucho tiempo, habría venido mucho más preparado. En fin, qué le vamos a hacer.

El chapuzón me sentó entre muy bien y excesivamente bien. Desde el mar (literalmente 20m dentro de la playa porque al ser de rocas era sencillo que el agua cubriera) observo a la gente. No hay nadie que no esté en pareja. No es algo que me diera cuenta inmediatamente. Cuando digo que éramos 6 parejas y yo, no exagero, es que las conté. De ahí me puse a pensar en algo más. ¿Tan raro es ir de vacaciones uno solo? Sé que no es el plan que uno escoge normalmente (no se si yo me animaría otro año a hacer esto) pero era algo que quería hacer y, ahora que estoy aquí, creo que no tengo claro que sea lo más óptimo para mi. no digo que no fuera yo a un surf camp o a un tenis camp, pero la manera en que me he organizado esto no es la más óptima. El viernes creo que me iré a hacer un bautismo de buceo (si mi tobillo aguanta, otra historia) y en realidad una de las cosas que más quería hacer aquí era hacer fotos y disfrutar del paisaje. El resort también es algo que no termina de encajar con mi forma de hacer turismo.

Después de un rato la playa se vacía y el barco que estaba amarrado en la cala vecina sale y se va. Al rato, otro barco idéntico atraca y la playa se llena de nuevo. Como una marea, turistas van y turistas vienen. Todos alemanes salvo una pareja de americanos. En cualquier caso, para entonces ya son pasadas las dos de la tarde, por lo que tengo que recoger y volver.

El camino de vuelta se hace más corto. De camino al coche recuerdo que apenas no he comido nada así que paso por un supermercado local para comprar provisiones y algo más de cerveza. De camino al hotel una de las cervezas explota en el maletero poniendo el riesgo la fianza. En fin, no me quejo. Llegué a tiempo a la clase y el chapuzón estuvo de locos.

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Tenis y comida griega
23 de septiembre de 2024

Tenis y comida griega

Llegué a Heraclión tardísimo. Cogí mis maletas (pro tip si vas a jugar a tenis: utiliza una bolsa de 9 raquetas como tu maleta principal, caben 3 raquetas y un montón de ropa y cosas, a mi me ha servido), cogí mi Fiat 500 híbrido del sitio de alquiler de coches y me puse en dirección al resort en el que me quedo. No he ido nunca a un resort, primera vez en mi vida. Supongo que para todo hay una primera vez. Después de autovía y de meterme por carreteras secundarias y cruzar un pueblo llegué a mi destino. Una vez hecho el checkin y sabiendo que la primera clase la tenía al día siguiente a las 16:30, el botones me llevó a mi, mis maletas y mi sandwich de cortesía en un carrito de golf hasta mi casa-habitación-apartamento. El sitio es enorme y he de decir que ya me he perdido varias veces. Mi habitación tiene un balcón desde el que veo el mar que está a literalmente 40 metros de mi, aunque esa noche solo pude escuchar las olas y otear a duras penas la playa. En fin, cené, hice llamada rápida a familiares y me fui a dormir.

Amanecí a las 8. La playa está bien, no es genial, pero está bien. El día: ventoso. Bandera amarilla a primera hora de la mañana en la mitad de la playa que protegía el rompeolas y bandera roja directamente en la que está al otro lado. Después de una merecida ducha me dirigí a desayunar y me perdí. Terrible. Pero este sitio es laberíntico. Tras preguntar a una pareja a la que seguí durante unos largos y tensos 40m encontré el camino hacia el comedor. Buffet estándar, café de cafetera en la mesa, y a preparar un poco lo que va a ser este viaje.

Es domingo, sé que aunque no es temporada alta todo va a estar a tope y las playas no son accesibles hoy así que me dedico a descansar hasta la hora de la clase de tenis y planear la semana. Voy a la playa, paseo, me doy una vuelta. Me canso, me voy a la otra playa. Solo una pareja de alemanes, unas olas terribles, el mar está movidísimo. Leo un poco, descanso. El calor aprieta a mediodía así que a la 1 me voy a comer. Como en el restaurante que está al lado de la piscina. Dakos y ensalada de atún. Creo que nunca había comido tanto atún en una ensalada. Intento aprovechar para practicar las 4 cosas que se de griego "Yassu" "Efkharisto" etc etc.

Tras conocer a un gato y comprar una botella de agua me voy a descansar hasta la clase de tenis. No hace mucho calor, pero hace calor. Me embadurno en protector solar y parto a las 16 hacia las pistas de tenis. Me pierdo de nuevo. Es que no aprendo. Al final, acabo llegando a través de la playa, resulta que es la ruta más sencilla. Cuando llego descubro que soy el único, lo que no está mal pero tampoco bien ya que serán solo 3 clases de 90 minutos durante todo el viaje, aunque, bueno, tampoco están mal.

Josef es majo. Me habla de entrada en alemán (literalmente el 80% de los huéspedes tienen que ser alemanes) y su inglés no es muy allá, pero nos entendemos. Practicamos, hacemos un poco de todo y acabamos jugando un tie-break. ¿Estoy aun cogiendo el ritmo o este Griego me ha dejado destrozado en hora y media? Es la primera clase seria de la temporada y estoy roto. Quería acercarme a la piscina pero está cerrada cuando termino la clase así que me dirijo a la playa que pese a tener aun bandera roja tiene algún que otro bañista y está mucho más calmada. El agua está templada, ni caliente ni fría, lo justo para que sea refrescante pero no estés helado al terminar.

Durante el día he ido haciendo un mapa mental de las cosas que quiero hacer ya que voy a tener más tiempo libre del que creía. Hay muy buenos vinos en Creta por lo que he preguntado por unas catas cerca de heraklio. Tambien hay mucha historia y cultura así que es posible que un día me acerque a una meseta repleta de templos y mitología griega, minoica y veneciana. Además, quiero seguir haciendo deporte por lo que me gustaría hacer o un hike a una cueva cercana o un curso de iniciación en buceo. Aun no lo tengo claro. Pero ahí estamos. De momento, termino el día bebiendo cerveza Mythos y relajado en la cama.

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Heraklion
21 de septiembre de 2024

Heraklion

Me voy a Heraklion, capital de Creta, Grecia. Primera vez que viajo solo, sin amigos, sin pareja, sin familia… voy a un hotel/resort/pueblo de esos que odio a jugar a tenis, ir a la playa, hacer excursiones, visitar ruinas minoicas, una cata de vinos y, obviamente, hacer fotos. Una semana para disfrutar del suave tiempo del fin de verano. Quizás cae algún baño (el tiempo va a acompañar) y quizás hasta hago algún amigo. Espero poder poder desconectar, no enterarme de nada de lo que pasa en el mundo y no tener que echar mano del Xanax que, por supuesto, me he traído por si acaso. Tengo ganas aunque sinceramente este viaje me provoca bastante ansiedad. No se que va a pasar, tengo un coche alquilado y no se casi nada de griego. Prácticamente nada. Se decir “si”, “buenas noches” y algo más. Debería haberle echado horas al Duolingo en lugar de no hacer nada durante estos últimos meses. En fin, ahora poco más se puede hacer. Intentaré descargarme un par de cheatsheets y poco más. Durante el vuelo, de unas 3 horas y media, me dedicaré a escuchar música, escribir y poco más. Seguramente también para organizar fotos y demás tareas atrasadas. Me llevo el Mac. He aprendido que es súper importante viajar con tu ordenador personal. Nunca sabes lo que puede pasar y en este caso yo quiero poder descargar las fotos que haga con la cámara digital y tener algo para ver películas o cualquier cosa. También me tocará arreglar movidas. En fin, tengo que embarcar.

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La ruta de los cambios de planes
27 de agosto de 2023

La ruta de los cambios de planes

Hace tres meses escribía una entrada hablando de mi teoría sobre votantes de derecha que no llegan a final de mes y me callaba la boca para hacer lo que había que hacer: convertir mis redes sociales en un campo de batalla contra la extrema derecha y su auge en Españita. Vivir unas elecciones en la distancia no ha sido muy diferente de vivirlas en la madre patria pero ha tenido un extra de suspense que no se ha disipado hasta volver a terreno patrio.

Los siguientes dos meses, desde que el perro convocó elecciones generales hasta que pisamos de nuevo la capital europea los vivimos inmersos en un verano atípico por eso de vivir fuera de España y también por lo de cancelar nuestros planes y realizar cambios de última hora todo el rato sin saber muy bien qué iba a ser de nosotros. Puede parece que fue simplemente cambiar el viaje para coincidir con las elecciones en España, pero hay un árbol de decisión bastante grande detrás de eso.

Cuando se convocan elecciones, a mi me pillan con la identificación belga recién conseguida. No hacía ni una semana que había conseguido la residencia para poder quedarme en el país (el plazo terminaba a principios de Junio) y justo el día después de asistir a un festival en Oseghem parc, el CORE Festival. Estuvimos en shock viendo como Valencia caía en manos de los fascistas mientras de fondo sonaban los pertinentes melancólicos acordes de Alt-J.

Al día siguiente dispusimos todo para darnos de alta en el CERA y poder votar, sin embargo, el plazo para darnos de alta puede demorarse y haber problemas con el censo electoral. Es por ello que decidimos cambiar de estrategia, mover el viaje a España, coger unos días y presentarnos en Valencia para votar. Así, compramos billetes, avisamos a la familia y empezamos a planear el primer viaje a la madre patria.

Pedro nos debe dejar un clima en el que no se superan los 25 grados de máxima en verano más de 10 días al año para irnos a uno en el que la mínima durante el mes de Julio es esa misma temperatura. Así es. Íbamos a vivir en una ola de calor belga perpetua. En cualquier caso, estábamos dispuestos.

Por el camino, planeamos nuestros días allí o qué vamos a hacer mientras estamos en España: trabajar. No había mucho hueco para vacaciones, sin embargo, me hacen llegar una oferta para una empresa belga a finales de junio para la que necesitan incorporación inmediata. Muchas mejores condiciones, mejor sueldo, manteniendo el status de autónomo y con buena perspectiva de futuro. Hago la prueba técnica la semana antes de irnos a España, de hecho, la hago el día del cara a cara y el día después (con toda la bajona del esperpento del debate) me dicen que me han cogido.

Así, toca replanificar. Me incorporo entre el 27 y el 31 (al final sería 31 de Julio) y hablo con mi manager (ahora ex-manager) para ver cuando dejo de trabajar. De haber sido un poco listo, habría dicho de terminar el 14 de Julio, pero soy una persona decente y les digo de terminar el 21, 10 días de preaviso. Así, me queda una semana de vacaciones entre un trabajo y otro, que pasaré entre mi pueblo, valencia y las elecciones.

Viajamos a España y las siguientes dos semanas las pasamos entre visitar amigos, trabajar, ver a la familia, pasar calor, discutir de política, sudar, ver debates, compartir impresiones, jugar a tenis, sudar, ver como Alcaraz gana Wimbledon, que nos entre morriña, quedarnos con mucha gente por ver o saludar, sudar, comprar jamón serrano, ver el recuento de las elecciones mordiéndonos las uñas, comer en sitios conocidos, hacer compras en ZARA y volvernos a Bruselas.

Este ha sido el primer viaje que hemos hecho a la madre patria desde que estamos aquí (llevamos solo 6 meses así que tampoco nos ha dado tiempo a tener mucha morriña). Cosas que he aprendido de este primer viaje:

Vale más hacer pocos viajes largos que muchos cortos

Cuando vas de visita, quieres ver a mucha gente y hacer muchas cosas. Quiero ver a la familia, ver a amigos y también jugar una partida de tenis con mis ex-compañeros de clase. De ir fines de semana o puentes, sería imposible. Por eso, creo que es mucho mejor hacer viajes de 2 semanas o 1 mes que hacer viajes de un fin de semana, 4 o 5 días. Creo que lo voy a intentar planificar para que así sea.

Las maletas: facturadas y cuanto menos mejor

Ya sea yendo a casa de mi madre o a casa de amigos, la ropa que tengo que llevar es la justa. Realmente, cuando voy quiero llevar cerveza, chocolate, gofres y galletas, por lo que casi es mejor llevar una maleta grande con poca ropa y espacio para regalos que llevar mucha ropa para un clima mucho más suave. Es mejor llevar un jersey menos y una botella de cerveza más.

Aprovechar para ver amigos de Crossfit o tenis y hacer deporte con ellos

Este viaje quería volver a Crossfit y tenis. Iba a estar dos semanas sin hacer nada por lo que quería al menos hacer algo de deporte. Tampoco era plan de ponerme a hacer todos los días algo, pero quedar dos veces a jugar a tenis me ha permitido ver a amigos de tenis y además hacer deporte con ellos. Hasta he conseguido que un viejo y gran amigo se apunte de nuevo a clases de tenis. La próxima vez me llevaré mis raquetas facturadas.

Utilizar el calendario y planificar bien el tiempo

Una cosa que hice bien y que creo que debería haber usado más es planificar con antelación. Avisar a mucha gente por redes sociales e intentar planificar bien con quien quedar y eso es importante para ajustar tiempos y poder ver a mucha más gente. Esta vez lo hice solo unos días que tenía varias quedadas pero la próxima vez lo haré mejor. Mis días en Valencia estuvieron llenos de visitas de gente maravillosa así que espero poder hacer lo mismo en mi pueblo para poder ver a toda esa gente a la que me quedé sin ver.

Intentar quedar con mucha gente a la vez

Esto es importante, es como los cumpleaños.

Facturar la maleta más grande posible

Ya que vas a facturar una maleta para llevarte de vuelta 10kg de jamón y 5 kg de queso, lo mejor que puedes hacer es hacerlo en una maleta enorme. No la de cabina, ni la siguiente, sino la más grande posible que permiten la mayoría de aerolíneas. De esa manera te aseguras poder mover cerveza y cosas de un país a otro sin tener que preocuparte del espacio. Ya te digo yo que 25Kg no se llenan tan fácilmente hasta que compras jamón.

Este último mes me lo he pasado comenzando un nuevo trabajo, adaptándome a la vida laboral belga y saboreando lo que es terminar de trabajar a las cinco de la tarde. Las condiciones de trabajo son importantes. Ahora mismo estoy en Barcelona, a donde me he desplazado para asistir a un concierto y dar vueltas sudoroso con Javi, da real MVP. Vimos a KGLW en Poble Espanyol y esta tarde vuelvo a la capital. De nuevo viajes y de nuevo cambio de planes. Esta es la vida, supongo.

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