drapergiggs.com

make software great again

Estuve andando 50km durante 12 horas en la ciudad de Spa
11 de junio de 2025

Estuve andando 50km durante 12 horas en la ciudad de Spa

Aún no entiendo al cien por cien porqué hicimos la 50K. Cuando vi el evento en Facebook sabía que iba a ser duro pero pensé que sería manejable. El año pasado en Escocia ya habíamos hecho 50km en un día y, aunque habíamos acabado en el más extremo de los dolores, fue una experiencia increíble y queríamos repetir. En Escocia los paisajes fueron en muchos momentos preciosos, y lo que echamos en falta en aquella ocasión era naturaleza. En Spa, por lo que pude otear desde la página del evento, habría mucha naturaleza.

Spa es famosa por dos cosas: sus viejas y eternas termas (por las que llamamos a un Spa, Spa) y el circuito de Spa que se encuentra más al este a unos cuantos kilómetros. Es una ciudad en decadencia y que se nota que fue famosa hace mucho. Está llena de Spas aunque tiene dos que sobresalen sobre el resto, uno cerca del casino y otro en la cima de la colina que abraza el norte de la ciudad y al que se accede por teleférico.

El plan era el siguiente: la carrera empieza a las 7 de la mañana, por lo que nos toca hacer noche. Vamos el día de antes, dormimos, andamos los 50 kilómetros y nos volvemos a Bruselas. Un plan sin fisuras.

Cuando llegamos, dejamos las cosas en el hotel, nos damos una vuelta y decidimos comer patatas y croquetas en Chez Vinc'e. Las patatas están bien pero la croqueta de queso es la mejor croqueta de Bélgica. Es impresionante. Nos llueve mientras terminamos así que nos vamos corriendo al hotel a descansar. Dormimos en La Ville des Fleurs y nos encontramos con un hotel familiar, cercano, con una cama grande y cómoda, un baño completo y una sensación de comodidad y confort que nos acompañan toda la estancia. La persona que nos atiende en la entrada nos ha mostrado donde desayunar el día siguiente y como ir al polideportivo donde empieza nuestra ruta. Una señora entrañable.

A las 5:30 nos levantamos. A rastras vamos a la panadería que nos recomendó la señora con todas nuestras cosas. El café es meh pero el pain au chocolat y los cruasanes son espectaculares. Digno desayuno. Recogemos los bártulos y andamos los 1,7km hasta el polideportivo. Al llegar cogemos el dorsal, dejamos las cosas y nos preparamos para salir. Primero salen los corredores y a continuación lo hacemos los senderistas.

Mi research sobre el tema ha sido limitado en este punto. No había visto bien el mapa, sé que hay bastante desnivel y sé que la forma del mapa es de ocho pero tampoco había prestado mucha atención. Es andar, no puede ser tan difícil. Incluso me he traído una cámara para hacer fotos.

La ruta estaba dividida en creo 6 secciones. Entre cada sección había una parada para recargar agua, comer algo y descansar durante unos minutos o mear. Los primeros dos tramos los llevamos con mucha energía y mucho ánimo pero a partir del kilómetro 20 la cosa se pone compleja. Entre el kilómetro 20 y 30 la cosa se pone difícil. Mi cámara se rompe y un señor de un grupo que no para de pasarnos y luego pararse para que les pasemos nos toca las narices invadiendo nuestro espacio vital y entablamos un beef con ellos. También ha estado lloviendo intermitentemente aunque en estos kilómetros ha perdonado bastante.

La parada del kilómetro 30 la hacemos mientras hablamos de White Lotus. Las rutas de senderismo me gustan porque es una mezcla de meditaciones, hablar o debatir sobre cualquier cosa y contemplación a la naturaleza que nos rodea. Es una excusa perfecta para reconciliarse con la naturaleza y es buenísimo para la salud mental de cualquiera. En esta parada ya empezamos a reconocer a unas 10 personas con las que compartimos ritmo. Al fin y al cabo, nadie va especialmente rápido andando y con las paradas todos acabamos encontrándonos. Algunas personas se les nota cansadas. Nosotros también. 

Para entonces ya me he descargado el mapa y puedo ver que en el km 34-35 tenemos una subida bastante importante y preparo a Liv para ello. Cuando empezamos a subir, nos damos cuenta que el sonido de los bastones que llevan algunos nos molesta más que nada. El grupo con el que tenemos beef nos pasa y dejamos que más personas nos pasen. Buscamos urgentemente espacio entre los grupos para tener algo de paz mental. Empieza a llover. Mucho. La subida se complica con el barro para muchos y cuando caer un chaparrón significante y muchos se refugian nosotros seguimos porque mentalmente no podemos parar. El grupo con el que tenemos beef está parado de nuevo y les pasamos.

Cuando llegamos a la cima hay una parada en un refugio. En nuestra cabeza esta era la cuarta y última palabra. Consumimos mucha agua, comida, ositos de gominola y vamos al baño. Tenemos que aprovechar porque quedan 15km aun aunque ya hemos pasado lo peor. La lluvia amaina un poco y decidimos continuar después de la parada más larga con diferencia.

Este tramo es espectacular. Es un descenso de unos 3km bordeando un riachuelo mientras la lluvia cae y deja caer. Los colores beige, marrones, verdes y amarillos se entrelazan al borde del río. La humedad y la lluvia hacen que el descenso sea algo complejo pero quizás el cansancio también es un factor a tener en cuenta. Tenemos la suerte además de realizar el descenso totalmente a sola. Bajamos en silencio, como una procesión en honor a la naturaleza. Cuando llegamos al final hago una foto de la señal de la ruta para tenerla guardada. Volveremos.

Los siguientes kilómetros bordeamos un aeródromo cerca de Spa mientras nos damos cuenta de que el dolor y el cansancio han subido de intensidad muchísimo durante el descenso. Estamos doloridos. Las fuerzas escasean. Aun quedan 6km. Seguimos andando y dejamos la naturaleza para llegar al típico paisaje belga: caminos asfaltados a través de casas de campo.

Continuamos y acabamos en un camping de caravanas y bungalows en el que, por sorpresa, tenemos una última parada. Estamos tan cansados y el dolor se agudiza por momentos por lo que decidimos no parar más de dos minutos y continuar hasta el final. Dejamos el camping atrás y tenemos que subir una última colina. En ese momento las fuerzas vuelven y empezamos a pasar a gente. Tenemos unas última bala y la vamos a usar.

Cuando hemos pasado a unas 8 personas nos damos cuenta de que queda el último descenso hasta literalmente escasos cuatrocientos de metros de la meta. Este descenso es, de largo, el más complejo de toda la ruta. El desnivel es grande, el barro es abundante y las fuerzas vuelven a flaquear. Por momentos pienso que las rodillas me vencen y debo ir con mucho cuidado agarrándome a los árboles. Con cuidado, paso a paso, llegamos abajo y podemos volver a poner pies en polvorosa hasta el final.

El señor con el que tenemos beef nos pasa por última vez. Le dejamos pasar. Nosotros seguimos a lo nuestro. Mentalmente estamos cantando para ahuyentar el dolor. Bordeamos un lago, enfilamos los últimos metros y, de nuevo, encontramos al señor con el que tenemos beef parado, esperando a los suyos. Le pasamos por última vez. Enfilamos los últimos metros. Unas curvas, un último salto, cruzamos la meta.

Al final de la carrera hay una última parada con más sandwiches, bizcochos, agua, cocacola y demás. Primero vamos a cambiarnos y ponernos ropa seca. Luego comemos todo lo que podemos y, por último, nos hacemos una foto en la meta. Hemos estado casi doce horas andando casi sin parar y estamos agotados, con dolor, sucios pero muy satisfechos. Han sido cincuenta kilómetros muy sufridos pero muy bonitos. Hemos tenido momentos geniales y momentos extremos, pero hemos terminado.

Antes de dejar Spa, pasamos por la fritería a comer patatas fritas y las deliciosas croquetas de queso. Ahí, mientras a penas podemos hablar por el hambre, el cansancio y las ganas de volver a casa a pegarnos una ducha y sentirnos personas de nuevo nos damos cuenta de la hazaña y, porqué no, hacemos una tímida promesa de volver a Spa, tanto a andar como a descubrir algo más.

Leave a comment
El oficio, el propósito y el aburrimiento
5 de junio de 2025

El oficio, el propósito y el aburrimiento

Estoy inquieto. No consigo ver un futuro positivo en mi campo, aunque puede que solo sea la empresa para la que curro ahora mismo. Cuanto más trabajo y más veo trabajar a otros, menos me quiero seguir dedicando a esto. No estoy hablando de aquel sueño que todos tenemos una vez de mudarnos al campo a criar patos, gallinas y vacas. Me refiero a que tengo muchas dudas de que quiera seguir dedicándome a esto en unos años pero necesito seguir pagando facturas. 

Todo está cambiando. Lo que antes hacíamos con un proceso de research, investigación, estudio, planeamiento, implementación y mantenimiento ahora mismo está simplificando a través de una caja negra de otro equipo diferente al mío que se encarga en crear soluciones de quita y pon y cogiendo todo ese proceso que hace a un ingeniero se ingeniero e intentando estandarizarlo, plantillizarlo y convertir toda la creatividad en una suerte de puzzle plug and play a la carta. Ya no hay soluciones, solo piezas. Ya no hay ingenio, solo producción.

Supongo que es mejor para todos. La empresa para la que trabajo no es un festival de ingenieros brillantes y bien formados. Es tan solo un cúmulo de personas con más años que experiencia real con más ganas de no hacer nada y hacer que los demás trabajemos el doble que de abrir Google y buscar algo. No seré yo quien defienda el trabajo pero el jefe de un colega decía algo así como "A nadie le gusta venir a trabajar, intentemos que esto sea lo más llevadero posible". En mi caso, que esto sea entretenido e interesante es lo que hace que sea llevadero.

Tener un backlog con incontables tareas para atacar es lo que me da vida. Saber que mañana tendré una tarea nueva es lo que me ayuda a levantarme. Tener algo nuevo que aprender, resolver problemas y esa satisfacción de solucionar un problema que nadie más consigue ver o arreglar y ordenar el código o pensar frente a un pizarra con colegas qué hacer para resolver un problema. Me dan la vida esas cosas. Hacen que sienta que he gastado toda mi vida profesional en algo útil y que sirve para algo. Pero todo eso se desvanece. Cada vez todo es más estándar, más usar piezas y librerías y cajas negras estándar, más preguntar a ChatGPT y mucho más aburrido. Y, por el camino, mi propósito.

Leave a comment
Revisitando el vision board
21 de mayo de 2025

Revisitando el vision board


Hoy he visto de nuevo el vision board que hice a principio de año y en el que intentaba poner un poco de orden en todas las cosas que quería focalizarme este 2025, desde jugar más a tenis o CrossFit hasta leer más o hacer más hikes que el año pasado. Hacía mucho tiempo que no lo veía y me he dado cuenta de que ya no se corresponde del todo con las cosas que pensaba iban a ser importantes para mí este año.

La mudanza por ejemplo ha hecho que una de las cosas que más importancia le di, el viaje a Brasil, sea imposible y tenga que posponerlo para el año que viene. Lo de leer más lo estoy consiguiendo pero honestamente no lo consideraría un foco del todo. Este año la fotografía está siendo uno de mis mayores focos y, porque estoy tonto, soy un despistado o tengo TDAH, ni siquiera la puse en las cosas en las que quería centrarme este 2025. Tampoco puse estudiar Neerlandés, jugar más a videojuegos o trastear con cacharros como mi iPod. Para sorpresa de mi TDAH, hay algunos focos cumplidos ya, como buscar un nuevo hogar con mi chica o dedicar más tiempo a seguir una dieta mediterránea.

Es decir: se ha seguido pero no se ha seguido. Hay cosas que faltan y cosas que sobran... es un poco caótico aunque yo soy caótico, de ahí viene el hacer este vision board a principios de año. Creo que lo más sano es revisitarlo a mitad de año. Ahora que aun tengo la mitad del año y todo el verano por delante, creo que tengo que coger este vision board inicial y darle el toque de experiencia de esta primera mitad del año y ver en qué me quiero centrar de ahora en adelante. Quizás algún proyecto de programación por delante. Quizás más fotografía. Ya veremos. A lo mejor escribir un journal me simplifique también esta sensación que tengo no estar haciendo nada ningún día.

Leave a comment
Un año más
19 de mayo de 2025

Un año más

Debería dejar mi trabajo. Debería buscar algo que me llene y me haga feliz, que no me ponga a meterme Xanax como un loco, pero es complicado. El año que viene puedo sacar todo el dinero de la empresa. No lo haré, supongo que sacaré poco a poco o lo que mi contable me diga, pero tengo Abril de 2026 marcado en el calendario como el día en el que la empresa dejará de ser un baby y será algo adulto que, llegado el momento, pueda matar. Seré libre.

Pero pretendo quedarme en Bélgica, por ello cuando pienso en seguir trabajando para la empresa que trabajo, siempre pensaba en extender mi contrato inicial de dos años por uno más hasta el verano de 2026 y ya veríamos. Sin embargo, cuando se acercaba la fecha de tener que empezar a negociar todo esto, la idea de dejar de trabajar y buscar algo nuevo después de un descanso merecido de dos meses empezaba a coger forma.
Estoy en burnout desde hace tiempo. Yo lo sé, mi chica lo sabe, mis amigos lo saben y hasta compañeros de trabajo lo saben. No rindo, me cabreo, dejo cosas a mitad y tengo la ansiedad por las nubes. Necesito resetear. Y sin embargo, me quedaré probablemente un año más para cerrar el círculo y ser libre. 
Voy a seguir empujando un poco más porque no puedo dejar de trabajar ahora mismo. No porque me falte el dinero sino porque ahora estoy en un impass en el que estoy llenando una hucha que disfrutaré luego y es demasiado dulce pensar en cuán llena estará en abril del año que viene. También porque me han prometido cosas como proyectos que empiezan ya y son bastante atractivos. Y también por instinto de supervivencia. No tengo unas vacaciones de más de 10 días desde que terminé la universidad y empecé a trabajar, hace ya 10 años. Mi vida ha sido seguir empujando, seguir trabajando y no parara hasta petar.
Mi trabajo es un poco meh. Los proyectos están bien pero me siento infravalorado e infrautilizado. Soy de naturaleza inquieta, me gusta tocar todo y ahora mismo estoy en una habitación con una libreta y la mitad de los lápices para colorear. Sé que puedo pintar usando todo el arcoíris pero simplemente no me dejan. La verdad que como metáfora es una mierda. Pero lo importante es que quiero hacer más. Quiero startups. Quiero correr riesgos. Trabajar para una empresa de dudosa financiación. Que me echen porque no hay dinero. Quiero estar de repente 3 meses sin trabajar. Y disfrutarlo. Pero primero necesito que esta empresa tenga liquidez y tres años de antigüedad.
¿Tengo burnout?: si. ¿Debería dejarlo?: también. ¿Voy a hacerlo?1: llevo diez años así, 1 año más no va a matarme… espero.
Un año más. Un año más y podré volver a mi sueño de 2020 y ser uno de esos modernos freelancers que van de cliente en cliente viviendo o viajando por el mundo. O no. Pero a lo mejor simplemente no trabajando para el enemigo ya es suficiente.
Seguiremos informando
Leave a comment
Un carrete en blanco, una colonoscopia y un cumpleaños
14 de mayo de 2025

Un carrete en blanco, una colonoscopia y un cumpleaños

Bueno, qué cosas.
Cumplo 32 años. Puta mierda. Odio cumplir años porque me recuerdan que me acerco a la muerte y me hacen pensar en todo lo que no he conseguido y que pensaba que habría conseguido para ahora. En mis 10-12 años me imaginaba que ya habría conseguido ganar todos los Grand Slams de tenis y sería rico, famoso y retirado. Luego vi que era imposible y pensé que sería ya un escritor consagrado, pero tampoco pasó. Finalmente cuando ya estudiaba informática, pensaba que sería alguien rompedor, innovador, que conseguiría cambiar el mundo… y me he quedado lejísimos. He tenido tantos sueños e ilusiones que no se han conseguido… El otro día me hicieron una colonoscopia. Cero estrellas, no recomendaría a un amigo.
Una semana sin comer fibra, un día entero cagando y ahora tengo mi sistema digestivo destrozado. Me tendré que hinchar a probióticos. Encima el otro día revelé el carrete que pensaba contenían las fotos de Creta y estaba completamente vacío. Revelé un carrete sin usar. En fin. Por suerte hoy he ido a comer “frietjes en bier” con Marie, Elda y Liv y se me ha pasado un poco toda la mala vibra de esta semana pasada. Este finde tenemos housewarming y pride. Viene una amiga de Liv a quedarse en casa.
Dios aprieta pero no ahoga. Ojalá me enviara el carrete que revelé vacío.
Leave a comment
Qué difícil es divertirse sin consumir
5 de mayo de 2025

Qué difícil es divertirse sin consumir

Ojalá encontrara una forma de divertirme sin consumir absolutamente. Lo estoy intentando, pero salvo hacer hikes -como el que hicimos el otro día 1-, dar paseos o ir a la biblioteca no hay muchos planes. Ir al parque y leer libros que ya tenemos en casa. Hacerse un petate e irte con la bici. Escribir en algún rincón de la ciudad si no llueve.
Salir de casa es abrir una puerta a tener que consumir para poder disfrutar del ocio y cada día es más complicado. Un día en el que no hay ningún cargo en mi tarjeta es un día que puedo respirar y saborear ese hack al sistema. Pero muchas veces no funciona. Muchas veces tengo que tragarme mis palabras y comprar algo.
Todos los proyectos DIY necesitan de inversión. La fotografía es un pozo sin fondo de dinero. La música también. El tenis, conocer gente, incluso el hiking necesita que cojamos el tren o cualquier otro medio de transporte.
Es complicado. Pero no pierdo la esperanza.
Si quitamos de la ecuación el transporte y la comida que podemos preparar en casa, hikes, picnics, quedar con amigos en una noche de juegos de mesa y derivados son planes anticonsumistas. Pero no puedo pensar en muchos más, de momento.
Seguiremos informando.
Leave a comment
¿Y si el blogging ya no es lo mío?
21 de abril de 2025

¿Y si el blogging ya no es lo mío?

Me cuesta muchísimo escribir. Y no dejo de pensar que a lo mejor es porque el blogging ya no es lo mío, que no poseo la capacidad de atención y el tiempo que tenía cuando, desde los 13 hasta los 22 años, escribía regularmente. Había épocas en las que era para hablar de política, otras en las que lo usaba para simplemente desahogarme porque alguna chica no me hacía caso y en otras para contar mis movidas del día a día. Nunca renuncié a escribir aquello que necesitaba, tampoco renunciaba a lo de llegar a Twitter y hablar de la notica del día y hacer mi análisis más profundo en mi blog. Pero a lo mejor todo esto es simplemente un espejismo, un recuerdo de un pasado en el que tenía esta válvula de escape y ahora escribir ya no es algo que necesite y que pueda usar como desahogo. Quizás es simplemente hábito. Quizás mi vida no me da para más y tengo otros sitios y personas con las que desahogarme. Recuerdo que no podía quejarme a los amigos o compañeros de clase porque nadie, por aquel entonces, estaba en el modo que yo estaba. A lo mejor yo ahora tampoco estoy en ese modo y si ya no es lo mío supongo que deberé aceptarlo y jugar a Fortnite en su lugar.
Leave a comment
Lo del colchón al que prendimos fuego cuando tenía 10 años
21 de abril de 2025

Lo del colchón al que prendimos fuego cuando tenía 10 años

Crecer en un pueblo en la España profunda no fue sencillo. Durante varios años antes de cumplir los 12 años desparecía de mi casa de 5 de la tarde a 9 de la noche todos los días. Mis padres solo me preguntaban con quién iba a estar y poco más. Me hacía la merienda y desaparecía. Mis padres no sabían dónde me iba y no tenían ni idea de lo que hacía y entre muchas cosas a mis amigos y a mí nos daba muchas veces por entrar en un hotel abandonado que había cerca del rio.
Éramos normalmente unos 4 o 5 chiquillos armados con pistolas de bolas que conseguíamos disparando con escopetas de aire comprimido en la feria que se montaba durante las fiestas patronales. Así, a veces con pasamontañas y a veces sin nada, entrábamos por una grieta del primer piso y pasábamos por la piscina, los pasillos, las habitaciones que aún quedaban abiertas y, en general, nos inventábamos vivir un mundo que solo habíamos visto en videojuegos y películas de acción.
Íbamos por pasillos casi a oscuras pretendiendo que buscábamos a alguien, pegados a las paredes, sin hablar, haciéndonos señas y abriendo puertas a patadas. Cuando no encontrábamos más que habitaciones abandonadas sin nada de valor y polvo por todas partes nos dábamos la vuelta derrotados e íbamos a la piscina a fumar o simplemente hablar de nuestras cosas.
La piscina era grande, muchas veces con algo de agua por la lluvia, y allí sentados hablábamos y nos contábamos historias o futuros perfectos. Muchas veces nos quejábamos de profesores o llamábamos puta alguna chica que nos gustaba y no nos hacía caso. Nadie se aventuraría entonces a pensar que dos de nosotros tendrían hermanos suicidas años después o que alguno acabaría siendo adicto a la farlopa o las dos cosas. Éramos niños, solo sabíamos de videojuegos, deportes y pajas.
Una de esas veces, cuando estábamos a punto de salir de allí por la parte delantera, nos encontramos con unos chicos mayores que nosotros y tuvimos que negociar para que no nos pegaran. La situación era muy tensa. Aparentemente nos habían visto entrar, fumar y conocían a alguno de nuestros padres. No entendí muy bien que querían de nosotros aunque probablemente fuera simplemente pegarnos y robarnos las pistolas de bolas y lo que fuera que tuviésemos. Al final alguien debió vernos a todos dentro del hotel abandonado y llamó a la Guardia Civil. Estábamos en la primera planta y a lo lejos vimos el coche patrulla con la sirena puesta acercándose, así que sin pensarlo mis amigos y yo salimos corriendo en dirección al hotel. Cruzamos la piscina, las habitaciones de un ala, y saltamos por la parte trasera desde una distancia de unos 3 metros. Seguimos corriendo bordeando el rio hasta que dejamos de oír la sirena.
No se porque huimos. Solo recuerdo como pasó pero no recuerdo el porqué.
Aquel hotel vio muchas cosas y no sería la última vez que viera un coche patrulla por nuestra culpa. Podría contar todas las veces en las que simplemente nos vio jugar en los campos de fútbol de tierra pero no sería interesante. También cuando bajábamos al cauce para llegar a la parte donde unas cañas nos escondían de todo y podíamos fumar y beber vino con casera que un amigo le robaba a su padre. Aunque una de las más importantes fue la vez aquella que prendimos fuego a un colchón.
Unos años antes de que nosotros llegáramos, el ayuntamiento construyó ilegalmente dos campos de fútbol de tierra. Me imagino que buscando revitalizar una zona en decadencia y expulsar a los engendros como nosotros que lo usábamos como si la ley no se aplicara a 50 metros alrededor del cauce del rio. El caso es que había hasta unas gradas con un espacio interior para guardar equipamiento deportivo, pelotas y cosas así. Por supuesto, un día que ya estábamos aburridos de jugar, se nos ocurrió abrir a la fuerza aquel almacén de debajo de las gradas.
Dentro no había equipamiento, ni pelotas ni nada. Solo había un colchón hecho polvo. Estuvimos un buen rato desahogándonos con el colchón pegándole patadas, tirándole mierda y demás. No sé muy bien qué o con qué o quien exactamente pero alguien empezó a quemarlo. Al principio solo un poco para dejar marca pero, en un momento dado, el colchón prendió fuego. Unas risas, un empujón a alguien que estaba cerca, saltar por encima de la pequeña hoguera que acabábamos de encender… en fin, cosas de niños.
Mientras reíamos, nos dimos cuenta que el colchón estaba ardiendo bien, luego demasiado bien, pasando por mucho y por muchísimo para terminar siendo, finalmente, incontrolable.
Recuerdo no poder apagarlo. Sentir que aquello era una movida de verdad y que no íbamos a poder apagarlo. Yo siempre he sido un cagueta y lo que más miedo me daba y siempre me dio mientras vivió fue decepcionar a mi padre. Por ello cuando vi a mis amigos intentando apagar el fuego sin éxito salí corriendo de allí.
Cuando cruzaba la carretera camino de mi casa miré hacia atrás y vi la enorme mancha de humo que se estaba formando y también escuché a los bomberos a lo lejos. No quise saber nada más. No recuerdo si lo hablamos después o si lo dejamos estar.
Meses después la puerta estaba tapiada y quitaron las porterías para que no jugáramos a fútbol nunca más. Seguimos yendo al hotel hasta que tengo memoria aunque no recuerdo la última vez que entré al igual que no recuerdo la última vez que estuve con todos mis amigos juntos.
Es extraño como el tiempo, con las nuevas vivencias que te presenta la vida, emborrona todo y hace que recuerdos que estaban presentes y cercanos se conviertan en caricaturas más propias de películas y series que de una vida propia vivida. Esa forma de ser un extraño en tus propios recuerdos, como si estuvieras viendo pasar la vida de otra persona. Siempre te dicen que un día jugaste con tus amigos por última vez y no eras consciente de ello. Por eso quizás tenga tanto miedo de morir sin darme cuenta de que me estoy muriendo, porque no he sido consciente de muchas últimas veces y creo que no he sabido valorar su significado lo que representan en mi vida. Al menos aún recuerdo la última vez que prendí fuego a un colchón.
Leave a comment
Lo de tener demasiados hobbies
16 de abril de 2025

Lo de tener demasiados hobbies

Ya he hablado aquí de que creo que tengo demasiados hobbies. Durante mi estancia en un coliving mis hobbies disminuyeron porque no tenía sitio para dar rienda suelta a mi creatividad, pero conforme voy haciendo de mi oficina mi espacio de desarrollo creativo, me veo abocado a la fotografía analógica (revelado de carretes en blanco y negro incluido), la cerámica, pintar, carpintería y una amplia gama de hobbies que no sé muy bien si voy a siquiera poder probar.

Pero sino tengo hobbies, ¿con qué voy a llenar mi tiempo? Jugar a tenis, ir a CrossFit o hacer hikes son buenos hobbies pero son activos y, bueno si, se puede más o menos practicar todo el año pero necesito también uno de esos momentos de crear y sentir que estoy haciendo algo que llena el alma y no solo me vacía de energía. Leer es otro gran hobby al igual que camino y, literalmente, lo retro.

No creo que haya nada malo en tener muchos hobbies (lo malo sería ser tan aburrido de no tener ninguno, ni siquiera salir con tus amigos o hacer crochet) así que creo que seguiré probando movidas intentando llenar el vacío creativo, existencial y colorido que me ayuda a llegar al final de la semana sin querer tirarme por la ventana. Porque para eso están los hobbies, para darnos una vía de escape al sistema, para permitirnos crear algo para este gris e inhumano mundo, para tener compañía, compartir la vida o para lo que sea posible hacer y que no sea intercambiar fuerza de trabajo por subsistencia.

He decidido que todo lo que el patrón me dé de la plusvalía que genero en mi trabajo lo voy a dedicar a mis movidas, mis hobbies, mis amateurismos de fin de semana. No quiero ser bueno, no quiero ganar dinero ni reconocimiento, solo quiero hacer algo que me llene de alegría, que me encienda una vela en la oscura travesía de los tiempos capitalistas que nos ha tocado vivir.
En el mundo en el que vivimos en el que todo se graba, se muestra públicamente en redes sociales y se monetiza, ser terrible en algo y seguir haciéndolo para uno mismo por puro placer es un acto antisistema.

Así que: fuck the system y compra acuarelas nuevas.

Leave a comment
No sé donde está nada
1 de abril de 2025

No sé donde está nada

En los últimos dos años me he mudado muchas veces. De Valencia a Ixelles, de Ixelles a Bruselas, de Bruselas a Saint Josse, de Saint Josse a Bruselas y de Bruselas a Molenbeek. Llegué a la conclusión el otro día de que son demasiadas veces. Han sido tantas veces que cada vez que abro una caja que no he abierto desde hace eones me encuentro algo que no sabía que tenía, necesitaba o había estado buscando meses atrás. Ha pasado varias veces en los últimos dos meses y he decidido rendirme y aceptar que no sé donde está nada.

¿El cargador de mi viejo iPod? He buscado por todas las cajas que tengo, ni idea. ¿Los cables o las púas de mi guitarra eléctrica? En busca y captura. ¿Mi viejo Chromecast? Este lo he encontrado hoy. Llevaba como dos años sin verle y si me pides que te lo saque ahora tendré que abrir probablemente 4 cajas hasta encontrarlo porque, aunque encuentre cosas, las tengo que volver a guardar y entonces vuelvo a olvidar donde las puse.

El otro día, mientras intentaba remediar esto colocando en una caja todo lo que encontraba relacionado con fotografía (unas cuantas cosas) me di cuenta de que en verano me traje de España una cámara Zenit que tengo pendiente arreglar. Terrible. Por si fuera poco, muchas cosas pueden estar en casa de mi ex. No recogí mis cosas de la mejor manera posible, lo hice rápido, con muchas cosas pre-seleccionadas y en 3 o 4 veces. Un desastre. Muchas cosas tendré que darlas por perdidas como unas láminas que compré en un festival de arte gráfico llamado Recreo en Valencia hace como 2 o 3 años.

En general lo tengo todo. Tengo en general toda mi ropa. En general todos mis aparatos. En general todos mis juegos y todos mis libros. Pero es en lo específico en donde me pierdo y no sé exactamente dónde está una mochila que compré en IKEA hace como 4 años.

Creía que la solución era desempaquetar todos los paquetes, vaciar todas las maletas, deshacer todas las bolsas. Pensaba que ahora que tenía tiempo para revisar, organizar y crear un mapa en mi memoria con todas mis cosas encontraría la paz mental que echo en falta.

No sé dónde están mis prints, mis gafas de sol, mi juegos de la Wii o mis otros dos cinturones. Tengo que aceptarlo. No sé dónde están mis cosas, no sé dónde está nada. A veces pienso que pueden ser los primeros síntomas de Alzheimer y que ahora que he leido a Nora Ephron yo también voy camino de olvidar quien soy, a donde voy o donde está el baño de mi propia casa. Espero que no.

Me cuesta vivir en esta era caótica en la que tengo y no tengo mis cosas a la vez. Pero estoy en el proceso de aceptación porque, no habiendo una solución clara a este problema, he de decir adiós a todo lo que no recuerde donde está, abrazar la incertidumbre y cuando abra un cajón y encuentre mi cuchillo bueno mirar al cielo y dar gracias al universo por este regalo.

Leave a comment
1 2 3 6