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Los treinta y la significancia
14 de mayo de 2023

Los treinta y la significancia

Cumplo treinta años. Supongo que nada cambiará y que todo seguirá igual en los 30 que en los 29, porque en nuestra insignificancia el universo y la naturaleza no tienen preparados un pastel o un festival para cada individuo. En cualquier caso, en lo local, en mi personal rincón del mundo, esto es bastante importante. Veía esta cifra como algo muy lejano, como una época a la que seguramente nunca llegaría o llegaría viejo y cansado. La realidad es que sigo activo, nada ha cambiado demasiado y no creo que físicamente haya estado mejor lo que hace que me de bastante miedo lo que viene a continuación.

¿El declive? ¿Empezar a morir? Cuando tenía 17 años empecé a tener los primeros tiernos signos de que algo me pasaba en la cabeza que me hacía mirar al vacío en la noche con un terror pavoroso a la muerte. Autoexploración, ansiedad, noches de insomnio... siempre he pensado que iba a morir muy pronto, cerca, ya, mañana... de una enfermedad, en un accidente, de una hernia aórtica no detectada... en fin, es algo con lo que he convivido estos años y que supongo me acompañará. Allá donde vaya estará a mi lado para recordarme que ya sean 30 o 40 la ansiedad va a ser algo de lo que no pueda escapar sino reconocer y controlar.

Entonces, ¿qué es lo que haga que la cifra de 30 sea importante? supongo que está muy atado a la cultura popular de autoexigencia y capitalismo interiorizado. Si a los 30 no tienes la vida más o menos planeada es que algo estás haciendo mal. "Has vivido lo mejor de la película, prepárate para la parte aburrida" Supongo que es como llevar más de 3 meses en un trabajo, que la excitación desaparece, sabes como funciona todo y donde se guardan los azucarillos y solo queda aburrirse hasta estar quemado y buscar otra cosa. ¿Empieza entonces la vida a hacerse aburrida? La verdad que siendo una persona con un más que probable déficit de atención o algo así no me preocupa aburrirme porque va a ser complicado pero si que me preocupa que pase muy rápido.

Cuando tenía 4 años, un carro de caballos pasó por encima mío seccionando el hígado, partiéndolo en 2 y provocando una hemorragia interna que me llevaba a la muerte de manera inevitable. Estábamos en el campo, era 22 de Julio y no teníamos coche porque estaba en el taller. En medio del campo, con unos vecinos ausentes, unos padres sollozando y una familia viendo el drama en directo y seguramente preguntándose "¿Qué demonios está ocurriendo?". Mi primo estaba cerca, tenía un golpe en la cabeza, mis padres nos cogieron y nos llevaron en brazos gritando y pidiendo ayuda por el camino de piedras que va hacia mi pueblo a unos 4km. Por suerte, unos vecinos de unas casas más allá oyeron los gritos y cogieron el coche para llevarnos al hospital. Estar gordo me salvó ya que pesando más de 25kg pudieron operarme en lugar de mandarme a Alicante (lo que me habría matado) y 5h después salí de quirófano portando una cicatriz de unos 25cm en dos secciones angulares que me ha acompañado hasta ahora.

A partir de ese momento empecé a obsesionarme con la idea de la muerte, el vacío, la nada, lo desconocido... empecé a tener insomnio y a decirle a mi madre que no quería dormirme por si no volvía a despertar. Esto lo conocí hace poco, no me acordaba de nada de esto, pero no me sorprende. En 2018 con los peores episodios de ansiedad que he tenido tuve el mismo comportamiento. Estoy acostumbrado a lidiar con el sentimiento de que la muerte es inminente, fría e implacable. Cumplir 30 es un recordatorio de que está ahí. Pero ¿tan malos van a ser los treinta? ¿es esto un simple miedo ante algo totalmente inevitable?

Me gustaría ahondar en porqué siento que es importante. Creo que los cumpleaños he empezado a echarlos de más en cierto sentido. Puede que sea miedo a la muerte o puede que sea una sensación de no haber conseguido nada en la vida. Un recordatorio más de que somos insignificantes. Tengo varias carencias de reconocimiento, no se de donde vienen aunque seguramente se remonten a la infancia y adolescencia, sobre las que he construido ilusiones de poder demostrar que soy bueno, que he conseguido algo importante de manera tan vaga y superficial que me da vergüenza admitirlo. Quiero utilizar éxitos superficiales como armas arrojadizas ante todos aquellos que un día de alguna manera dijeron "no es suficiente todo esto que estás haciendo". Reconocimiento puro y duro.

Creo que en los últimos 5 años han pasado tantas cosas que he vivido 3 vidas. Es imposible enumerar todo lo que he hecho, dicho, conseguido o vivido y creo que necesito tiempo para plantearme qué quiero hacer a partir de ahora. No quiero que mi meta sea una lista de deseos en IKEA, en Idealista o en Amazon. Quiero una meta vital personal. No es ser padre, no es viajar a todas las partes del mundo o trabajar en esta u otra empresa. Tiene que haber algo más. Quizá escriba una carta a mi yo de 35 años para ver como van las cosas (y ojalá recibirla).

Pero, ¿Y si no estoy contento? ¿Y si todo sirve para absolutamente nada? Quiero hacer muchas cosas pero también quiero tener un tiempo de meditación, reflejar todo lo que ha cambiado durante los últimos 10 años. Llegaba a la veintena como una especie de incel abocado a ser un eterno weirdo y sintiéndome incomprendido, solo e insatisfecho. Por suerte, por el camino he encontrado seguramente a algunas de las mejores personas que he podido pedir. Amigos, familia y una compañera de vida. Literalmente de las mejores cosas que me han pasado. Son todas esas personas las que enriquecieron la manera en la que entiendo, observo y respondo al día a día. Durante este tiempo comencé terapia, sufrí episodios de mierda, frustración, miedo, rabia y tristeza bastante hardcore.

Han sido años bastante completos. A pesar de la sensación de haber perdido preciados meses en la cuarentena, con decisiones no-muy-acertadas, hay que reflejar también las cosas buenas y hacer un llamamiento a las cosas que están por llegar, las buenas, digo.

Aún no se que meta o propósito o fin puede haber. De momento lo desconozco y no se si algún día encontraré realmente aquello que quite de un plumazo la sensación de no estar viviendo lo suficiente. Como decía más arriba, puede que nunca llegue, así que tengo que aprender a que eso sea también normal. Por el camino, puedo ir haciendo cosas que sí quiero hacer y que puede que me ayuden a encontrarlo.

Por eso quiero hacer una lista de cosas que quiero hacer en los próximos años. No quiero ser grandilocuente ni soñar superficial, simplemente es una serie de cosas sencillas y que sé que quiero hacer o llevo tiempo hacer. No son todas y seguramente me salte muchas pero es una lista. Cosas con las que he soñado, fantaseado o he pensado “esto podría conseguirlo con un vaciador de melones”. Bueno, ya me entendéis. Quizás pueda empezar por ello y luego… bueno, luego ya veremos. Lo importante es ir haciéndola, pensar que llegará la meta y descubriré que era tan importante que no pudiera esperar a cumplir 30 para empezar.

  • Aprender a montar en monopatin
  • Aprender a montar en patines en linea
  • Hacer proyectos DIY de carpintería
  • Volver a pintar / dibujar / hacer manualidades o cosas así
  • Aprender diseño gráfico y carteleria
  • Viajar, así en general, pero volver a las islas canarias y visitar Svalvard estaría bastante guapo además de ir de camping o pasar una temporada de digital nomad
  • Volver a ir de camping en algún momento
  • Respecto al tenis, quiero ir a ver algún Grand Slam y pasar una semana en la academia de Rafa Nadal
  • Hacer surf
  • Buceo
  • Un voluntariado (no sé ni cómo ni cuando ni donde la verdad)
  • En Crossfit me gustaría aprender a subir a la cuerda, conseguir hacer un muscle up y una dominada
  • Conseguir que Dunkelheit and Draper sea una agencia de verdad
  • Hacer un curso se standup comedy
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La movida (de irnos a Bruselas) 2: Cajas, prioridades y listas
7 de enero de 2023

La movida (de irnos a Bruselas) 2: Cajas, prioridades y listas

La calle en la que vivía Kalte cuando nos conocimos y en la que viví con ella unos meses

Después de veinticinco cajas, varios días tirando cosas, transportando muebles y vendiendo objetos que nunca volveremos a usar, tenemos un problema de prioridades. Bueno, yo lo tengo. Cuando ya hemos casi vaciado todo y nos hemos deshecho de todo lo que hemos podido, estamos viendo la luz al final del túnel pero a la vez hemos dejado muchas cosas a punto de terminar pero sin finalizar lo que crea muchos frentes y mucha dificultad para enfocarse en algo.

El viernes pasado cargué el coche con bolsas de ropa, una televisión, cajas y muchas cosas para dejar en el pueblo y, cuando miré hacia el apartamento, parecía que no habíamos quitado nada. Ahora mismo solo hay un montón de cajas amontonadas en el salón, y un par de muebles que nos queremos llevar pero no tenemos la sensación de estar cerrando frentes, solo abriendo más.

¿La ropa? Casi terminada de recoger, dar y guardar. ¿El estudio? al 99%. ¿La cocina? queda solo lo que necesitamos para vivir. ¿El baño? con las bolsas de aseo y tres cosas más. ¿Los muebles? solo queda sofá, cama y una Kallax rota. Tenemos una sensación extraña, fruto de la combinación de una sensación de haber terminado casi todo y aun tener muchas cosas por delante que desconocemos, una sensación de falta de control que me consume un poco cada día.

Cuando miro el apartamento veo un montón de cosas que pueden estar terminadas pero que o no lo están al 100% o tengo miedo a que haya algún vicio oculto. Es una sensación horrible, el martes partimos a la búsqueda de un piso en Bruselas y parece que nos dejamos muchas cosas para hacer aun.

El otro día nos sentamos e hicimos una listas con las cosas que hay que hacer. Retiramos la cortinas, descolgamos los estores y vimos que había más agujeros que tapar. Recogimos ropa, los armarios y vimos que había que pedir una caja-armario para los abrigos. Encontré una caja que se me había olvidado y le llevé a mi madre un montón de tarros de cristal. Ahora mismo confío toda mi estabilidad mental a esa lista de cosas por hacer. Recogimos casi toda la terraza, hemos tirado un montón de cosas pero tenemos que empezar a tachar cosas de la lista y empezar a marcar prioridades, no solo cosas por hacer.

Quizás haya que empezar a priorizar habitaciones e ir cerrando, por ejemplo la terraza, la cocina, el salón o el estudio. Ir cerrando estancias hará la casa más pequeña y quizás la sensación de una mudanza a medias y una casa aun demasiado viva vaya desapareciendo. Quizás es que enterrar el sitio donde hemos pasado los últimos cuatro años con una pandemia de por medio sea bastante más duro de lo que creíamos. Quizás el no tener un sitio al que ir todavía no nos haga ver que hay luz al final del túnel y seguimos viéndolo todo como un pozo de tareas no finalizadas. Quizás tengamos un problema con dejar cosas a medias o con aceptar que hay cosas que no hemos terminado y vivir con ello.

Muchos quizás. La realidad es que estamos también atentos a las webs inmobiliarias de Bruselas, mandando emails, llamando y reservando y eso nos da un poco de ansiedad pero un poco de contexto. En unos días estaremos viendo apartamentos en los que instalarnos dos semanas después, quizás inmediatamente. Tenemos mirada una cama de IKEA a la que acudir cuando firmemos el contrato y ya tenemos los papeles de los gatos para que vuelen con nosotros. Ya comenté en otra entrada el plan que teníamos. Es posible que en Febrero pueda estar en las fiestas de mi pueblo y viajar a Bruselas definitivamente el día 6.

Pero todo está en el aire. Prioricemos lo más terrenal: terminar cajas, vender muebles, buscar casa. Mientras, he hecho una lista de Spotify para conseguir un plus de oxitocina cuando me quedo sin papel de burbujas o cuando descubro algo más que tengo que llevar al pueblo. Otra de esas listas a las que me agarro para mantener mi estabilidad mental a raya.

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You only move thrice
31 de diciembre de 2022

You only move thrice

Como la ropa sucia que dejas que se amontone en una silla en una esquina de tu habitación, yo he dejado así un poco el blog este 2022. Pero reconocer los errores es de sabios (o algo así dicen) así que yo he venido a solventarlo con una última entrada sobre la bocina de 2022, ya prácticamente muerto y en descomposición.

Tenía una oportunidad perfecta para documentar todo el proceso y dejar constancia sobre el tema, pero en su lugar me he dedicado a bañarme en contemplación y movidas. En cualquier caso, el hecho es que en menos de un mes estaremos instalados en Bruselas. Con suerte.

Si el que lee esto me siguiese en Mastodon o Instagram, habrá leído que he estado hablando de vez en cuando de las incomodidades de mudarse o la cantidad de cosas que tenemos que vender para sacar un pico que tape alguno de los agujeros que nos está haciendo el proceso en si. Mudarse es difícil, hacerlo internacionalmente con navidades en medios está siendo un suplicio. Por suerte, vemos la luz a través del túnel (porque sino no sería un túnel, sería un pozo).

Hemos dedicado noviembre a hacer cajas y vender muebles y objetos que no tienen cabida en la que va a ser nuestra nueva vida en Bruselas. También ha pasado que llevamos tiempo queriendo cambiar algunas cosas y necesitamos renovarlas. En ese caso tampoco ha habido Merced y se ha ido todo a Wallapop o al portal a la espera de la recogida de muebles del 010.

Las primeras cajas que hicimos fueron las de nuestro estudio: libros, cámaras analógicas, algún cachivache que teníamos por encima de la mesa y demás artilugios que ya no usábamos pero nos negábamos a tirar. Después vinieron las cajas con electrónica, y empezamos a quedarnos sin comodidades sin importancia como videojuegos o alguna consola. Luego vino la ropa, con la que tuvimos que empezar a elegir qué queríamos dar, que queríamos mandar a Bélgica y qué considerábamos vital para seguir poniéndonos. Estábamos entrando en terreno pantanoso. 

Llegaron las navidades y ya habíamos vendido, guardado en casas de parientes o tirado una enorme cantidad de muebles desnudando nuestra casa durante 4 años. En este punto tuvimos que cerrar una fecha con la empresa de mudanzas. Y la ansiedad se intensificó. A falta de 10 días para irnos a Bruselas a buscar una casa y menos de un mes para que llegue el día M de mudanza, estamos continuamente evaluando riesgos, costes, beneficios, afrontando miedos, incertidumbre, despedidas y refrescándonos con ilusiones, esperanza y posibilidades.

Podría haber documentado todo el proceso y haber hecho un seguimiento exhaustivo de cómo iba todo, pero decidí abrazar el presente de la ansiedad positiva, esa que viene de un cambio inminente pero positivo. Es una sensación extraña y prácticamente olvidada debido a la cantidad de ansiedad que en los últimos años han inundado mi vida. Saber diferenciar la normal y coherente de la creada y sostenida sobre falsas creencias es de las mejores cosas que me quedo de los últimos años.

LMAO lo que he escrito. Acabo de volver a esto a las 9 de la noche del 31 y todo siendo demasiado intenso pero es demasiado tarde para rectificar. En fin, que sea lo que 2023 quiera. A la mierda.

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Vino, vintages y Versailles: 9 días en París
20 de diciembre de 2022

Vino, vintages y Versailles: 9 días en París

Introducción

A principios de noviembre decidimos tomarnos unas merecidas vacaciones y que han resultado ser el punto de partido de una cantidad enorme de cambios durante los próximos meses. En cualquier caso, para estos 9 días que pasamos en París quisimos ser menos selectivos y más dispersos, visitando lugares, barrios y calles poco concretos, con más andar y menos agenda. Dejarnos llevar y ver qué encontrábamos.

Donde nos hemos quedado

Estuvimos mirando hoteles, pero, por alguna razón, cualquier hotel de 2 o 3 estrellas tiene un precio ya casi prohibitivo, por lo que optamos por el clásico AirBnB. Decir que nos alojamos en el piso particular de Jean, un ingeniero de software que nos alquiló su casa entre el barrio de Bastille y Place de la Nation y donde nos encontramos como en casa en todo momento. Decir que fue el mejor AirBnB hasta la fecha se queda corto. Un piso con todo lo que necesitas, con mucho espacio para ser París y con una decoración bohemia. Lo importante estaba cubierto: un termo de agua caliente grande, ascensor, cama cómoda y poco ruido.

La localización era perfecta. En una calle con supermercados, sitios para comer y cenar, cafeterías, con varias paradas de metro cerca y con mucha vida local. Era un barrio barrio. Cuando eres un turista que busca huir de la mayoría de plazas turísticas y te encuentras en una de las ciudades con muchos monumentos en la lista de los más visitados del mundo es complicado escapar de esa escena, pero, en nuestro caso, pudimos huir un poco de todo ese bullicio.

Estaba cerca de Bastille andando y a un paseo del Marais, por lo que estaba muy bien situado para salir a tomar algo, a cenar o ir de vintages.

Masters 1000 de Paris

Podría decir que estas vacaciones las hemos planeado con meses de antelación, pero fue en una compra estúpida de unas entradas para el Masters 1000 de París donde empezamos a planearlo. Estábamos pensando en cogernos unos días en Noviembre y cuando fui tan estúpido de comprar dos entradas para la final del torneo ya vimos que no había vuelta atrás y casi que era ahora o nunca. Las finales estuvieron bien, para Kalte fue más peñazo que otra cosa, pero para mi fue super entretenido.

A Kalte se le hizo bola el tercer set del segundo partido pero por suerte no había más tenis ni hay más tenis en el horizonte. Fue una experiencia buena, se veía bien a pesar de tener las entradas más baratas y estar en el segundo anfiteatro. Estuvimos rodeados de Serbios y fans de Novak así que en muchos momentos del tercer set echamos de menos los tapones. Vimos ganar su primer Masters 1000 a Holger Rune y el final de partido (un juego de más de 10 min que se hizo eterno) fue muy emocionante.

En cualquier caso, las entradas nos costaron 50€ cada una, tuvimos acceso a las finales de dobles e individual, los precios de la comida y la bebida no eran excesivos y, en general, está bastante bien como primer acercamiento a un torneo de tenis profesional. La relación calidad/precio es mucho mejor que en Masters de Madrid por ejemplo. A tener en cuenta para otros años.

Catacumbas

Fue... interesante. El hecho de visitar un osario público a 20m por debajo del suelo nos llamaba la atención y era una de las pocas atracciones turísticas que nos programamos en toda la semana. No creo que la relación calidad/precio sea buena (bastante caro con la audio-guía) pero es impactante verte en un túnel de menos de 2m rodeado por un montón de calaveras, fémures y tibias decorando las salas.

La audio-guía es casi necesaria. No hay mucha información, y el hecho de no tener casi iluminación ni la posibilidad de sacar el flash hace que los carteles no se puedan leer y sin la audio-guía es complicado saber qué, cómo, cuando o porqué se llevó a cabo la tarea de crear un osario así de macabro. Recomendable, pero intentaría acudir cuando haya poca gente. La peñita haciéndose stories de Instagram y grabando TikToks con un montón de restos humanos fue la segunda cosa más macabra aquella mañana.

Versailles

Estuvimos horas, nos habríamos quedado más. Es increíblemente bonito y majestuoso. Te das cuenta de que Luis XVI y Maria Antonieta no tenían perdón. Teníamos el turno de las 11 y media y salimos del palacio a las 14 con aun mucho por ver. Salas y salas y salas... la visita con audioguía es: pesada. Queríamos historia y nos dieron historia del arte. Queríamos chamullo y nos explicaron el porqué de la decoración de cada sala. Aun así, la información era justa pero necesaria. No recomendable pero nos gustó.

Cuando salimos a ver los jardines y vimos un canal en el que se disputarán pruebas de piragüismo en los JJOO de Paris 2024, te das cuenta de que son canales anormalmente grandes para una casa de recreo. Y es que tuvimos que alquilar unas bicis para poder dar una vuelta completa a todo el complejo y aun así nos llevó más de una hora pedaleando dar una vuelta y volver a dejar la bici. Innecesariamente grande. Guillotina.

Gasté un carrete y medio en Versailles. No se merecía menos. Alquilar la bici es recomendable, no es demasiado caro (la opción más barata) y así te da tiempo a recorrerlo todo en un tiempo prudencial y puedes perderte por los caminos de detrás (rodeando los canales) y ver la otra cara del complejo. Seal of approval.

De vintages por Paris

Una de las cosas que más ilusión nos hacía. Estuve investigando y acabé seleccionando una docena de vintages para visitar durante la semana. Al final hubo 3 que sobresalieron.

  • Kilo shop Kawaii - Hay uno en el Marais y otro al lado del Canal de Saint Martin. Buenos precios pero muy buena calidad. El del Marais es un poco angosto, con la ropa de hombre en el sótano, y tiene menos cantidad, pero el de al lado del Canal de Saint Martin tiene muchísimas cosas y es más abierto y menos transitado. En uno me pillé unos pantalones de lana y en el otro un abrigo tremendo. 20€ y 50€. Hay artículos que no van por precio al kilo, estad atentos.
  • FREE'P'STAR - Muchas tiendas pequeñas, mucha cantidad de cosas, muy poco ordenado, pero hay auténticas gangas. Hay como 7 u 8 locales en la misma calle, espectacular.
  • Adöm - Seguramente el que mejor calidad de ropa tenía. Bien de precio, dos locales enfrente uno del otro. Muy recomendable también.

Paseando por el sena

El sena a su paso por París

En una de esas cosas que nos pasan cuando visitamos París, nos encontramos con un rodaje en Île de France y no podíamos cruzar, así que lo que hicimos fue bajar al lecho del río y caminar durante un buen rato. Es bonito y por la tarde mientras se acerca de noche está todo muy bonito. Hace un poco de fresco así que hay que ir preparado. Hicimos fotos, nos comimos un sandwich y andamos bastante. Recomendable siempre. En Berlin hicimos lo mismo, debe ser costumbre por lo de vivir en Valencia con el antiguo cauce del río Turia.

Musee de L'Orangerie

Los nenúfares

Cuando llegamos al museo teníamos bastantes expectativas. Nos gustan mucho los impresionistas, y en L'Orangerie hay dos salas dedicadas a la serie de los nenúfares que hizo Monet: cuadros de 10m de largo por 2 de alto que en principio están pensados como un lugar para meditar y relajarse. Si no fuera porque claramente está saturado de gente hablando, haciéndose fotos y demás. Propuesta interesante, ejecución terrible.

El sótano, por otro lado, tiene una colección mucho más interesante. Desde Derain a Sezanne, una colección repleta de cuadros de autores impresionistas y post-impresionistas que realmente hacen que la visita al museo merezca la pena. Es la colección de Guillaume y Walter, marchantes de arte durante gran parte del siglo XX, y es una auténtica pasada.

Canal de Saint Martin

El canal de Saint Martin

Una cosa que vimos en muchos TikToks y reels de parisinos fue el canal de Saint Martin, un canal en el que puedes acudir, hacer un picnic o comer algo en los restaurantes que lo bordean. Es una presa navegable que vale la pena visitar. Un par de fotos, comer algo en el borde y darte una vuelta por el barrio. Muy chulo, recomendable.

Comer / beber

¿Una sena de picgoteo?

Como estábamos cerca de Bastille, decidimos no salirnos demasiado de nuestro arrondissement y explorar lugares cercanos. El primer día nos acercamos a un bistró típico, Les Funambules que estaba bastante bueno. Muy petado de gente, sin casi sitio para estirar los brazos, pero con buenos precios y buenos platos. Nos gustó tanto que repetimos y me equivoqué al pedir los platos en francés las dos veces. Aun así no me arrepiento de lo que pedí en ambas ocasiones. Probado los tartar y la ensalada Funambule.

Como Kalte se lleva mal con el gluten (historia de una alergia) nos acercamos a Noglu una pastelería/cafetería que también hacen almuerzos un par de veces, a desayunar y a comer. La verdad que no es nada barato (lo habitual en cualquier cosa gluten-free) pero, no por la repostería en si, sino por los cafés. Nos dimos cuenta que el café con leche era más caro que las porciones de tarta o de bizcocho. El bizcocho con avellana si vais a desayunar y el menú del día son recomendables. La Quiche... tremendamente buena.

Bizcocho de avellanas y banana bread... espectaculares los dos.

Cuando estábamos buscando sitios para tomar algo después de recorrernos el Marais buscanco vintages, nos acercamos a Bastille al Café Divan. Empezamos por un par de copas de vimo y acabamos cenando con dos raciones de patatas y un par te tablas variadas aprovechando la happy hour. Gente majísimo, vino bueno, buen ambiente, buenos precios... es que no sé qué más podemos pedir, la verdad.

El anfitrión del AirBnB nos dejó varias recomendaciones y mi francés volvió a hacer de las suyas. Nos acercamos en nuestro arrondisement (11é) a Trois Fois Plus de Piment (tres veces más picante) en el que encontrarás noodles chinos exquisitos y picantes. Demasiado para Kalte y en ocasiones para mi. Pedimos 2/5 de picante pero fue too much para unos noodles, al menos para nosotros. No es raro ver gente secándose el sudor o sonándose del picante. Lo recomiendo pero cuidado con cómo pedimos las cosas. Tienen locales por todo París así que seguro que hay alguno cerca.

Como las pastelerías en París abundan pero son complicadas de manejar (muy complicadas) y el café es carísimo, la única que nos llamó la atención (a parte de las cosas en los locales de Cédric Grolet) fue la Boulangerie du Musee, cerca del museo Rodin. Café ok (Nespresso professional) pero muy buenos croissants. Recomendable antes o después de visitar el museo o el Grand Palais.

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La Oreja de Van Gogh como refugio
3 de marzo de 2022

La Oreja de Van Gogh como refugio

Hablo de caballos y cuadra y se esperan un club de campo no un secarral

La verdad que llevo varias semanas escuchando mucho La Oreja de Van Gogh. Creo que el 20 de Enero vi un par de memes en Twitter y me lancé a escuchar una lista que tengo para estos momentos. Aunque no lo hago por el meme. Soy muy fan de LODVG, de la vieja, la de Amaia, la que acabó con Guapa (y Más Guapa, que siempre cae en el olvido) y tiene seguramente dos de los mejores discos del pop que han salido de Españita siempre.

Mis razones para escuchar La Oreja son simples. Me recuerda a los veranos que pasé en mi campo antes de que la vida se pusiera en modo adulto, me fuese a Valencia y mi padre muriese. Los veranos eran larguísimos, los pasábamos en el campo y durante esos 3 meses mi hermana y yo estábamos solos muchos días. Mientras mis padres trabajaban, nosotros arreglábamos la casa, hacíamos la comida y cuidábamos a los animales. Era en esos días de hacer recados que nos poníamos, en un viejo walkman conectado a un aun más viejo equipo de música, CDs sin parar. Desde Mecano - Ana Jose Nacho a Carácter Latino 2001. También Joaquín Sabina, Ella Baila Sola, Estopa o, por supuesto, La Oreja de Van Gogh.

Creo que en un momento en el que los picos de ansiedad están alcanzando tremendas cotas, es importante tener un refugio mental en el que meterse, encerrarse y descansar de todo. Supongo que habrá gente que se ponga sonidos de lluvia(a ratos a mi me funciona también) o una serie en bucle (culpable también). A mi me funciona ponerme esta música. Me ayuda a recordar que la vida no tiene que ser estresante, complicada, llena de obligaciones y muchas veces viviendo en tercera persona.

Puede que sea un medidor de ansiedad, estrés e incertidumbre, en cualquier caso, estas últimas semanas me encierro en mi refugio mucho y no es que esté la vida para no hacerlo. Guerras, crisis económica, cambio climático, el fascismo ascendente... y nosotros seguimos trabajando de 9 a 5, arreglando bugs y desarrollando features. Mientras el mundo se tambalea yo actualizo un ticket en Jira y le pido a mi PM donde pongo la prioridad. Luego juego a tenis, vamos al cine y cenamos con los amigos.

La vida fuera del refugio no tiene sentido. Aquí dentro tampoco, pero se está más a gusto.

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Navaja suiza para el caos
3 de febrero de 2022

Navaja suiza para el caos

Tengo un trauma con SQL.

Un trauma profundo, con raíces que van más allá de la conocida canción y ahondan en la nula inmutabilidad de los datos o las insuficientes y casi inservibles backups. Me explico. Durante dos años estuve trabajando en una empresa en la que tuvimos que construir todo desde cero. Desde la infraestructura en la nube hasta cuentas de Microsoft para vendedores, desarrolladores y en general todo el staff. Durante los primeros meses profundicé en los fundamentos de creación de una infraestructura en cloud tratando preguntas como "¿Es mejor un entorno con AppServices o una infraestructura híbrida con clusters y Kubernetes?" o "¿qué pasa si hay cae un meteorito y una región entera de Azure deja de funcionar?". Preguntas, literalmente, de pausa para el café.

El problema es cuando empiezas a darte cuenta de que todo tiene que estar replicado, por dos, tres o cuatro, que necesitas tener una resiliencia a los fallos casi absoluta, empiezas a pensar en tener despliegues en los 3 major providers de internet (con AWS, GCloud y Azure) por si fallase el proveedor principal y, al día siguiente, haces un UPSERT a mano de treinta mil filas en producción que has editado a mano con tus habilidades de Sublime Text y el editor con cursor múltiple.

Muchos diréis been there done that, pero la diferencia entre el mundo ideal y el mundo real era tan abismal que al principio me daba pánico. Recuerdo desde eso hasta hacer ingeniería inversa a un software propietario solo para ver qué bug tenía y no tener que acudir a soporte y pagar más. Esperar 16h despierto para terminar una migración de un servicio on premises a cloud que venía en un HDD por mensajería urgente. También escribir, como decía, scripts de SQL de decenas de miles de líneas que mi pobre Mac apenas podía procesar. Le daba a "Select all ocurrences" (Command + Ctrl + G en Mac) al principio de la primera linea y esa selección podía tardar unos 30s. Luego, cada edición, desplazamiento o deleción eran otros 30s. Trabajando con datos masivos a mano. Era increíblemente peligroso, e increíblemente adictivo.

Una vez le perdí el miedo a aquella metodología de trabajo, realizar upserts a mano se convierte en tu día a día. Los datos estaban regu y había que hacer muchísimas operaciones a mano que hasta aquel momento realizaba el antiguo departamento de IT que se componía de un solo informático que se había dedicado a hacer aquellas tareas durante todos esos años. Cuando algo salía mal, salía muy muy mal. Una inserción mal: facturas generándose con número aleatorios. Por ejemplo, para reconciliar los datos teníamos que mantener las ids anteriores para poder movernos entre números de facturas erróneos y poder hacer una auditoría a posteriori para Hacienda. Había tablas con 4 ids repetidos que empezaban a ser todos iguales y de repente había saltos, porque, claro, las plataformas estaban hechas en terrible spaghetti code en PHP que no había quién manejara o viera cómo las operaciones concurrentes funcionaban y se saltaban IDs porque, claro, no había ni PKs o FKs en la DB. Había tensión en cada operación por ver si todo acabaría bien.

Cuando empezamos a desarrollar código nuevo tomando como base el código existente, muchas cosas no terminaban de funcionar bien. Había que ir rápido y no había tiempo para requisitos, funcionalidades o testing. Simplemente code fast deploy faster y que sea lo que NaN quiera. Todo aquello solo hizo que hubiese que tratar muchos datos erróneos en muy poco tiempo y asegurarnos de que no se estaba liando más la cosa. Teníamos controles manuales con un innumerable repositorio de cláusulas SQL que revisaban si todo estaba ok o no y que había que ejecutar a mano e ir ampliando y mejorando.

A los pocos meses desarrollé una forma de trabajo más adaptada a este mundo. Me cambié a Windows con BOOTCAMP y me instalé HeidiSQL que tenía decenas de funcionalidades para hacer magia negra. Cada vez que había que arreglar algo que no estaba bien en una bases de datos de producción, me guardaba una copia de seguridad de producción, digamos db_prod_20181123, la desplegaba de nuevo a mano (de verdad, gracias por tanto Heidi SQL) y trabajaba con esos datos, intentando ver cómo resolver el problema existente. A veces tocaba hacerlo con SQL Server, así que me tocaba trabajar con SQL Server Management Studio y hacer un poco de lo mismo. Tras el despliegue, la copia de seguridad no servía para nada, pero yo tenía que mantenerla por si pasase algo. De hecho, cuando aplicaba los cambios que había probado en la nueva DB réplica realizaba otra copia de seguridad antes de ejecutar las cláusulas SQL, digamos, db_prod_20181123_1453, y cruzaba los dedos para que no la tuviese que restaurar en lugar de la db_prod y volver a ver cómo resolver el problema de otra manera.

Cuando todo aquello se acabó, volví a la calma de "los datos no se tocan", y así he seguido hasta ahora. Toda esta historia ni tiene que ver con que esté volviendo a hacer UPSERT de decenas de miles de lineas en una db en prod, sino que me está tocando construir algunas piezas de una migración con Entity Framework a mano. Aunque no sea lo mismo, ha resucitado los fantasmas de trabajar en el data chaos. Durante aquella época aprendí a manejar muy bien los UPSERT, cursores múltiples, Sublime Text, Heidi SQL, SSMS y en general desarrollé una navaja suiza para el caos que espero no tener que utilizar nunca. Aun algún compañero, cuando comparto pantalla y edito con VS Code me pregunta "oye, un día nos tienes que enseñar cómo manejas tan bien los cursores múltiples". En ese momento miro al vacío durante unos segundos y recuerdos los gritos, las bombas, el vietcong sobre nosotros, el napalm y ahogo un grito de desesperación en un Sure, whatever.

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