Escribo esto sentado sobre la última pieza de lo que eran nuestros muebles. Ahora mismo están en un lugar mejor: un guardamuebles esperando ir hasta Bélgica. Tenemos casa, mañana volamos hasta Bruselas y estos últimos tres días hemos vivido con lo mínimo. Ni siquiera almohadas.

Es el último empujón. No voy a hablar del alivio que supuso que la empresa de mudanzas se llevara todas nuestras cosas o de haber desmontado y bajado la cama, ni siquiera de lo bien que se están portando los gatos ahora que los estamos medicando para no morir de estrés. No quiero pensar en todo lo que hemos hecho porque entonces recuerdo el cansancio, el dolor de cuello y que se me ha dormido el culo y la pierna por estar trabajando 4h en el suelo.

Nos queda nada: tirar bolsas de basura enormes, pasar por el ecoparque, devolver la escalera de 6m (gracias Vicente) dormir en casa de un amigo (gracias Shafik, you da man) y mañana entregar las llaves y llevarnos los michis y nuestras maletas a Bélgica.

Esta semana hemos trabajado un par de días en Tiovivo creativo con unos sitios prestados en el que fue nuestra casa profesional hace un tiempo y en el que dimos forma a la idea del nuevo Dunkelheit & Draper cuando la pandemia empezaba a devolvernos la esperanza. Llevamos toda la semana comiendo y cenando fuera o sobras, cosas fáciles de preparar o que venga en forma de sobres.

El sábado pasado nos juntamos con algunas de las personas más especiales que hemos encontrado en la capital del Turia aunque llevamos dos meses despidiéndonos de mucha gente. Ni siquiera pude ir el jueves pasado o el martes a despedirme de los compañeros de la escuela de tenis, auténticos maquinarias.

Quizás el cansancio se base en que llevamos casi dos meses preparando toda esta movida y en una película ya no hay mucho sitio para que los protagonistas aprendan nada. Ya hemos llegado a la parte de la película donde todo acelera y pasa muy rápido y donde el ritmo se vuelve frenético y no hay diálogos, solo los protagonistas yendo de un lado a otro como si lo que quedase fuese fácil y el final estuviese ahí a la vuelta de la esquina. La realidad no es así.

Mañana empieza Waterloo.