¿Hemos jugado bien nuestras cartas? No lo sé. De hecho hasta el próximo lunes seguramente no sabremos realmente si hemos dejado de jugar. El caso es que después de unos intensos días parece que tenemos un apartamento apalabrado al menos y al que nos mudaremos en las próximas semanas. Ha sido rápido, y menos mal.
Aún a la espera de confirmarlo definitivamente, decidimos apostar por nuestra estrategia (el primero que nos cuadre intentamos cogerlo) y el primer día antes de comer ya estábamos haciendo una solicitud y después de comer otra. Fue rápido, pero es que empezamos a ver cosas raras y nos temíamos lo peor.
“La primera en la frente. Google nos manda a otra dirección, un compañero del chico que nos tiene que enseñar el piso nos ve y nos lleva al sitio en cuestión, y cuando nos lo enseñan tenemos que subir 3 pisos a pata porque no hay ascensor. El piso está guapísimo pero cuesta casi 2000€. Encima de un Uniqlo. En el centro. Sin ascensor. Ni lavadora. Terrible.”
Esta era la descripción que hacía del primer piso que veíamos. Un desastre, aunque el chico que nos la enseñó hablaba español y fue súper majo. Estaba en el centro de Bruselas, rodeados de tiendas de Inditex, sitios para turistas y encima de un Uniqlo... en fin, que huimos, aunque mantuvimos el contacto del agente inmobiliario por si acaso nos podía encontrar algo mejor (spoiler: no).
El segundo piso era el elegido antes de llegar a Bruselas. Lo tenía todo: tres habitaciones, baño, toilette y ducha, aceptaban mascotas y tenía ascensor (de esos sin puertas que dan un miedo que te cagas). Está localizado en Schaarbeek, un barrio que está muy bien y justo antes de verlo nos comunicaron que nuestra segunda opción preferida acababa de ser alquilada, lo que hizo que lo viéramos con aún mejores ojos. Lo único raro que pudimos encontrarle era lo referente a que las tres habitaciones estuvieran conectadas entre sí por puertas (???) pero lo pasamos por alto. Abrimos el móvil y empezamos a rellenar la solicitud en cuanto salimos del piso. La chica de la inmobiliaria nos comentó que ya había otra pareja interesada así que no había tiempo que perder, la sensación de urgencia que nos quería crear estaba haciendo efecto rápido.
Mientras lo rellenábamos nos dimos cuenta que teníamos el tiempo justo para comer algo sin gluten e ir a los siguientes dos que nos enseñaba el mismo agente. Estaba rellenando una carta de motivación loquísima en la que contaba que alquilar el piso me iba a curar el cáncer cuando llegamos a Chambelland para comer (parada obligatoria para todos los celíacos). Se me cruzaron los cables Carlos Style y pedí dos menús de desayuno a las 2 de la tarde. En fin, pa qué. Encima la pobre Kalte iba con una ampolla del tamaño de Cáceres en el pie así que íbamos un poco desesperados.
Salimos corriendo con el último bocado, llegamos tarde y tuvimos suerte que el chico de la inmobiliaria también. Pero mereció la pena la tortura. Nos enseñó un apartamento clásico, parte de una antigua casa señorial, con techos altos, papel pintado y mucho espacio. Al momento supimos que no era suficientemente caro como para no hacer una solicitud. Era un precio aceptable para estar cerca del centro, en la zona pija pija de Bruselas y con parques enormes y un montón de cosas alrededor. El anterior piso había quedado a la altura del betún. Inmediatamente nos vimos viviendo ahí y la solicitud a medio completar del anterior apartamento era en realidad todo lo que queríamos haberle dicho a este piso si lo hubiéramos encontrado antes.
Ya daba igual el resto de pisos. Esa tarde hicimos la solicitud para el apartamento y terminamos la otra en un intento por tener más de una opción en caso de que algo ocurriese. Es nuestro primer apartamento en la ciudad, no sabes por donde van a salirte las inmobiliarias o los caseros, así que es mejor cubrirse las espaldas y tener muchas opciones si tienes la suerte y el privilegio, como nosotros, de poder elegir. Al día siguiente teníamos más visitas y más apartamentos por ver pero, sinceramente, era más un trámite para asegurarnos tener un buen banquillo.
Lo extraño fue cuando la chica del piso de Schaarbeek nos contactó por teléfono para pedirnos 500€ y saltarnos a la otra pareja interesada. Nos quedamos un poco extrañados. Era la típica cosa que te dicen que no hagas nunca, pero que parece que a nadie cercano le ha pasado, un timo como una casa. No respondimos con mucha efusividad porque nos parecía tremendamente extraño, así que le dimos largas esperando que nos respondieran del piso señorial. Preguntamos a mucha gente y la opinión era unánime: no hacerlo ni locos. Hicimos caso.
Al día siguiente nos comentaron del piso señorial: todo ok. Los dueños habían aceptado nuestra solicitud y nos pidieron documentación. La chica del piso en Schaarbeek nos siguió acosando con los 500€ pero le dijimos finalmente que no era nuestro rollo y que estábamos a otros apartamentos. De hecho, ese día hicimos 4 visitas más, y nos quedamos con uno que también nos había gustado mucho (ya sabéis el dicho: hasta que el contrato de arrendamiento no está firmado, sigue visitando pisos).
Estaba lloviendo, era tarde y estábamos cansados. Tocaba descansar después de ir hasta Woluwe Saint Lambert para ver un chalet. Tenía humedades, las escaleras más empinadas de la historia y no estaba disponible hasta Marzo. Next. Por si fuera poco, Woluwe Saint Lambert es el típico barrio de chalets que parece una especie de urbanización o pueblo en el que nadie puede oírte gritar porque todo el mundo tiene hijos y se va a dormir a las 6 de la tarde. Cancelamos dos visitas más que teníamos el viernes en ese barrio. Nos quedábamos con la agenda que teníamos y el apartamento señorial era nuestra principal salida.
Al día siguiente, muy muy nerviosos, nos pusimos en contacto con el agente inmobiliario de la casa señorial. Estaban preparando el contrato y a las dos horas nos lo pasaron. Gracias a que tenemos una prima que ha visto más contratos que yo episodios de Los Simpsons, pudimos ver que iban de buena onda y que eran legales. Firmamos, lo enviamos y ahora toca esperar.
¿Todo ha salido a pedir de Milhouse? es posible. El apartamento en realidad se convirtió rápidamente en el mejor apartamento que podíamos esperar tanto por precio como por el apartamento en si: mucho espacio, suficientes habitaciones, único, cocina equipada, lavandería, sin ascensor... bueno, eso último es una mierda, pero es solo un segundo. Si nos pasan el contrato firmado y arreglamos el papeleo el lunes, es posible que solo quede la visita de un perito para verificar todo y que podamos decir oficialmente que tenemos un apartamento alquilado en Bélgica.
Está tan cerca que ya puedo oler las patatas fritas de celebración.