En los últimos dos años me he mudado muchas veces. De Valencia a Ixelles, de Ixelles a Bruselas, de Bruselas a Saint Josse, de Saint Josse a Bruselas y de Bruselas a Molenbeek. Llegué a la conclusión el otro día de que son demasiadas veces. Han sido tantas veces que cada vez que abro una caja que no he abierto desde hace eones me encuentro algo que no sabía que tenía, necesitaba o había estado buscando meses atrás. Ha pasado varias veces en los últimos dos meses y he decidido rendirme y aceptar que no sé donde está nada.
¿El cargador de mi viejo iPod? He buscado por todas las cajas que tengo, ni idea. ¿Los cables o las púas de mi guitarra eléctrica? En busca y captura. ¿Mi viejo Chromecast? Este lo he encontrado hoy. Llevaba como dos años sin verle y si me pides que te lo saque ahora tendré que abrir probablemente 4 cajas hasta encontrarlo porque, aunque encuentre cosas, las tengo que volver a guardar y entonces vuelvo a olvidar donde las puse.
El otro día, mientras intentaba remediar esto colocando en una caja todo lo que encontraba relacionado con fotografía (unas cuantas cosas) me di cuenta de que en verano me traje de España una cámara Zenit que tengo pendiente arreglar. Terrible. Por si fuera poco, muchas cosas pueden estar en casa de mi ex. No recogí mis cosas de la mejor manera posible, lo hice rápido, con muchas cosas pre-seleccionadas y en 3 o 4 veces. Un desastre. Muchas cosas tendré que darlas por perdidas como unas láminas que compré en un festival de arte gráfico llamado Recreo en Valencia hace como 2 o 3 años.
En general lo tengo todo. Tengo en general toda mi ropa. En general todos mis aparatos. En general todos mis juegos y todos mis libros. Pero es en lo específico en donde me pierdo y no sé exactamente dónde está una mochila que compré en IKEA hace como 4 años.
Creía que la solución era desempaquetar todos los paquetes, vaciar todas las maletas, deshacer todas las bolsas. Pensaba que ahora que tenía tiempo para revisar, organizar y crear un mapa en mi memoria con todas mis cosas encontraría la paz mental que echo en falta.
No sé dónde están mis prints, mis gafas de sol, mi juegos de la Wii o mis otros dos cinturones. Tengo que aceptarlo. No sé dónde están mis cosas, no sé dónde está nada. A veces pienso que pueden ser los primeros síntomas de Alzheimer y que ahora que he leido a Nora Ephron yo también voy camino de olvidar quien soy, a donde voy o donde está el baño de mi propia casa. Espero que no.
Me cuesta vivir en esta era caótica en la que tengo y no tengo mis cosas a la vez. Pero estoy en el proceso de aceptación porque, no habiendo una solución clara a este problema, he de decir adiós a todo lo que no recuerde donde está, abrazar la incertidumbre y cuando abra un cajón y encuentre mi cuchillo bueno mirar al cielo y dar gracias al universo por este regalo.